El repugnante 'feminismo' de Sánchez

El escandaloso episodio de Paco Salazar, denunciado por trabajadoras de La Moncloa por agresiones sexuales, resume todo el cinismo y la impostura de su jefe y promotor, Pedro Sánchez, también en el ámbito femenino, en el que tanto presume el PSOE y en particular su secretario general de ser pionero.

Ya pueden ahora intentar esparcir la idea de «tolerancia cero» contra las agresiones sexuales, que suena igual que con la corrupción: un mantra insolvente e incompatible con la realidad y con la respuesta dada a los hechos. Porque a Salazar solo se le apartó cuando trascendieron las denuncias internas, ya conocidas por el PSOE, y pareció inviable su promoción como sucesor de Santos Cerdán.

Porque además no se ha hecho, en cinco meses, el más mínimo esfuerzo por llegar hasta el fondo del asunto. Al contrario, se ha querido silenciar con la vana intención de que todo fuera olvidado. Y porque, además, le resucitaron como colaborador externo, al objeto de que siguiera ejerciendo unas funciones similares, que no son otras que las de asesor áulico y amigo personal de Sánchez.

La complicidad con este presunto agresor sexual, según la nueva tipología penal impuesta por el propio Gobierno, está fuera de toda duda. Y ningún discurso derribará ya esa evidencia, que deja muy mal parado al secretario general del PSOE, muy particularmente. Porque Salazar era uno de sus más íntimos amigos, un compañero inseparable en toda su carrera política. Y porque todo ocurrió en el complejo presidencial, muy cerca del despacho de Sánchez.

Tras años de pontificar frente a todos, como si los valores de igualdad fueran exclusivamente suyos y el resto padeciera una especie de tara congénita contra la mujer, lo cierto es que los socialistas no han dejado de dar espectáculo tras espectáculo, también en esto.

El propio Sánchez encarna la inmoralidad como deudor de los favores económicos de su suegro proxeneta; la vil explotación de mujeres con fines sexuales de Ábalos o Tito Berni, las horribles consecuencias de la ley del 'Sí es sí', los fallos indecentes en el sistema de pulseras antimaltrato o las descomunales cifras de desempleo femenino retratan muy certeramente la verdadera realidad de estas políticas sustentadas en el gesto inane y el bochorno. Todo ello rematado por la escena de un posible agresor sexual en la Moncloa, con Sánchez mirando para otro lado.