Don Juan Carlos, el pasado miércoles en Sangenjo
Casa Real El Rey Juan Carlos, sobre los momentos clave de su reinado: ETA, el 23-F y el 11-M
«Jamás bajé los brazos frente a ETA»
«La instrucción (de Don Felipe) como Rey comenzó el 23-F»
«El 11-M fue la jornada más funesta»
El Rey Juan Carlos afirma en sus memorias que la batalla contra ETA, que asesinó a 854 personas e hirió a otras 3.000, fue «la más dura» de los 39 años de su reinado: «Sabía que al final seríamos más fuertes que ellos, que terminaríamos por ganar esa batalla, que fue la más dura y la más dolorosa de mi reinado», declara el Rey, quien asegura que ETA le dejó «una herida personal, aún difícil de curar».
«Jamás bajé los brazos frente a ETA, una de las organizaciones más asesinas de Europa desde la Segunda Guerra Mundial», afirma Don Juan Carlos, quien recuerda que la banda terrorista también intentó atentar atentar con él o la Familia Real. «Aprendí a vivir con la amenaza de atentados contra mí y mi familia», pero, como decía su abuelo Alfonso XIII, «está incluido en el sueldo».
También menciona los asesinatos de Miguel Ángel Blanco y de Francisco Tomás y Valiente, y dice que lloró de alegría cuando las fuerzas de seguridad liberaron a José Antonio Ortega Lara. El «calvario» de ETA fue una «carga enorme» para España y un «freno a nuestros impulsos modernizadores».
Don Juan Carlos reprocha al presidente de Francia Valéry Giscard d'Estaing que solo le hiciera «vanas promesas» cuando España necesitaba la colaboración del país vecino, en el que los etarras se refugiaban tras asesinar en nuestro país. Su «arrogancia, que rozaba la condescendencia, podía obstruir su inteligencia».
Añade que François Mitterrand empezó a colaborar con las primeras extradiciones de etarras, pero fue Nicolas Sarkozy, primero como ministro del lnterior y después como presidente, quien facilitó que la Policía española y la francesa trabajaran juntas. En reconocimiento a ese «apoyo decisivo y constante» decidió conceder a Nicolas Sarkozy el Toisón de Oro, condecoración a la que aspiraba Giscard d'Estaing.
11-M: «Rara vez he llorado tanto»
Si ETA fue la batalla más dolorosa, el 11-M fue «la jornada más funesta». «El 11 de marzo de 2004 será una fecha clave para el país y para mí. Me atormenta aún. Fue un traumatismo nacional y personal, una pesadilla de la que no salí indemne». «Rara vez he llorado tanto». Ese día los terroristas yihadistas asesinaron a 193 personas en Madrid y dejaron heridas a 1.857.
«Rápidamente decidí dirigirme a la nación bajo la conmoción. Era la primera vez desde el intento del golpe de Estado (1981), al margen de mis discursos de Navidad. Las otras dos veces fueron para anunciar la muerte de Adolfo Suárez, el 23 de marzo de 2014, y para anunciar mi abdicación», relata.
El teléfono y el 23-F
Sobre el intento del golpe de Estado del 23-F, Don Juan Carlos reconoce que «jamás en mi vida he demostrado tanta autoridad» con «el teléfono como única arma». «Aquella noche mi obra política estaba en juego y el destino de los españoles estaba en mis manos».
Reconoce que todavía tiene «preguntas y dudas sobre el desarrollo de los hechos y el compromiso de algunos» y que la mitad de las once capitanías generales «apoyaban la rebelión» pero no se atrevían desobedecerle porque era «un Rey constitucional, pero sobre todo era el jefe de las Fuerzas Armadas, su antiguo compañero de armas y había sido designado por Franco».
«Aquella larga noche no hubo uno sino tres intentos de golpe de Estado: el del teniente coronel Tejero y del general Milans del Bosch, el más conocido y visible; el de Armada, muy doloroso en el plano personal, y el de los falangistas que querían sumarse para volver al orden franquista».
Aunque sabía que «el descontento crecía en los cuarteles», «estaba lejos de imaginar que se tramaba un golpe». Prueba de ello era que la víspera se fue a cazar y esa misma tarde jugó al squash en Zarzuela con su amigo Miguel Arias. Cuando subió a cambiarse, oyó por la radio los disparos en el Congreso.
La formación del Príncipe
Además de Arias y del secretario general de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, le acompañaba la Reina Sofía y mandó llamar a su hijo, Felipe, de 13 años. «Su instrucción como Rey comenzó ese día. Me parecía fundamental que viviera esos momentos de tensión a mi lado y no solo que yo se los contara años después», explica.
Lo primero que hizo fue llamar al jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, José Gabeiras, quien estaba con Armada, y le propuso que fueran los dos a Zarzuela a darle explicaciones, pero aquella propuesta le «chirrió». Empezó a sospechar que Armada «jugaba un doble juego». «Si insistía en estar a mi lado era sin duda para comprometerme y hacer creer que apoyaba el golpe de Estado».
En medio de todas las llamadas, recibió una de la diputada socialista catalana Anna Balletbò, que había sido liberada por los golpistas por estar embarazada de gemelos (Don Juan Carlos acabó siendo el padrino de los niños). Balletbò le contó la situación en el Congreso.
Don Juan Carlos también relata cómo se grabó el mensaje que dirigió por televisión: «Montaron un estudio de urgencia en mi despacho. Me puse la chaqueta de general, pero no los pantalones, para ir más rápido». Recuerda que Milans del Bosch «era muy cabezota» y a las 2:30 horas de la mañana seguía sin obedecer sus órdenes. De hecho, hasta las 4:30 horas no retiró los tanques de los calles de Valencia.
A pesar de que el Príncipe se había pasado toda la noche en el despacho, cuando llegó la mañana siguiente, Don Juan Carlos pidió que le llevaran al colegio como «cualquier otra mañana» para dar ejemplo y transmitir normalidad.