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29 de abril de 2024

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el expresidente Jose Luis Rodríguez Zapatero, y el lider del PSC, Salvador Illa, durante el acto de cierre de campaña de las elecciones del 28-M

Pedro Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero y Salvador Illa, en el cierre de campaña del 28-Mefe

Cataluña

El PSC, atrapado entre Sánchez y el independentismo: las relaciones entre Illa y el presidente, en su momento más bajo

El PSC pretende presentarse como alternativa de gobierno a ERC en Cataluña, y la docilidad con la que el PSOE se desenvuelve ante ERC y Junts dificulta el papel de oposición de Illa

El PSC sufrió un descalabro electoral tras los dos gobiernos tripartitos en los que compartió gabinete con ERC e ICV (hoy Comunes-Sumar) entre 2003 y 2010. La deriva nacionalista del PSC que les llevó a impulsar una reforma del Estatuto de autonomía, firmar el Pacto del Tinell –que excluía al PP de Cataluña de cualquier acción de gobierno e institucional– y a encabezar una manifestación contra una sentencia del Tribunal Constitucional sobre el articulado del Estatut, llevó a los socialistas de ser la fuerza más votada en Cataluña en 1999 con 52 escaños a solo 16 diputados en 2015. La deriva nacionalista del PSC pasó factura a los socialistas, que se vieron relegados por Cs. Hoy con 33 escaños el PSC sigue teniendo el quinto registro electoral más bajo de su historia.
El retorno del PSC a la senda del constitucionalismo, su participación, aunque tímida, en las manifestaciones masivas contra la declaración unilateral de independencia de octubre de 2017 y el primer Gobierno de Sánchez, del que formó parte Josep Borrell como adalid antinacionalista, permitieron al PSC recuperar tono electoral sin llegar a las cotas que había conseguido a finales del siglo XX.
La política de entrega al independentismo de Pedro Sánchez genera preocupación en el PSC. En primer lugar, en Pallars, sede del PSC en Barcelona, hay inquietud porque las negociaciones entre el PSOE y el independentismo catalán, ya sea ERC o Junts, son protagonizadas por Félix Bolaños y Santos Cerdán, ninguno de los dos es del PSC. La última visita del ministro de Justicia a Barcelona el PSC la liquidó con un tweet de Salvador Illa en el que, junto a una foto del encuentro, Illa afirmaba que «el encuentro había sido un placer».

A los socialistas les cuesta encontrar una posición que no les enfrente a sus votantes, pero a la vez no ponga las cosas difíciles a Sánchez

La pérdida de poder del PSC, que ha sido desalojado de la Presidencia del Congreso, del Ministerio de cultura –que para más INRI se ha entregado a Ernest Urtasun, un competidor electoral directo del PSC como son los Comunes de Ada Colau–, del Ministerio de Transportes y de la portavocía del Senado, ha enfriado las relaciones entre los socialistas de Barcelona y Madrid. Los premios de consolación de la embajada para Iceta o Paradores para Raquel Sánchez no satisfacen a los socialistas catalanes.
El PSC no es una federación del PSOE, sino un partido independiente, y fuentes del PSC creen que se les está tratando como si fueran «una federación autonómica más». El PSC pretende presentarse como alternativa de gobierno a ERC en Cataluña y la docilidad con la que el PSOE se desenvuelve ante ERC y Junts dificulta el papel de oposición de Illa.
Los socialistas catalanes están intentando poner precio a su apoyo a los presupuestos de la Generalitat, pero ERC cree que Laura Vilagrà, vicepresidenta de la Generalitat y negociadora con Bolaños, solo tiene que descolgar el teléfono y hablar con Moncloa para cuadrar a Illa y que los diputados catalanes del PSC voten las cuentas del Gobierno de Pere Aragonés.
El pasado martes, el grupo parlamentario de Cs propuso un minuto de silencio en el Parlament en homenaje a los dos guardias civiles asesinados al ser arrollados por una narcolancha frente a las costas de Barbate. A pesar de que uno de los asesinados en acto de servicio era hijo de Barcelona, el minuto de silencio no se llevó a cabo, entre otros motivos, por la oposición del PSC, pero instantes más tarde, la portavoz del PSC en el Parlamento catalán, Alicia Romero, subía un mensaje en su cuenta de X de apoyo a la Benemérita. A los socialistas les cuesta encontrar una posición que no les enfrente a sus votantes, pero a la vez no ponga las cosas difíciles a Pedro Sánchez.
El PSC afronta un tiempo difícil. La Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) ha anunciado la presentación de mociones en todos los ayuntamientos catalanes en favor de una ley de amnistía que incluya el perdón de todos los delitos, incluidos los de terrorismo. Muchos alcaldes del PSC, en especial los de grandes ciudades del entorno metropolitano de Barcelona, como Antonio Balmón en Cornellá o Nuria Marín en L’Hospitalet, no están cómodos apoyando esas mociones, pero el alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales –procedente de Cs– ha afirmado que colgar la bandera española del balcón del ayuntamiento es «antiguo». La votación a favor de dicha moción por parte de los grupos municipales del PSC en decenas de municipios catalanes es un goteo informativo que puede perjudicar las aspiraciones de Illa de convertirse en presidente de la Generalitat tras las elecciones autonómicas que se celebrarán entre finales de este año o enero de 2025.

Las negociaciones de Collboni con ERC, Comunes y Junts no han fraguado porque siempre hay alguna interferencia de Madrid con intereses de Estado

Jaume Collboni, alcalde de Barcelona, gobierna desde junio de 2023 sin mayoría en una situación muy precaria. Aunque ha abierto negociaciones con ERC, Comunes y Junts para incorporarlos a su gobierno, estas negociaciones no han fraguado porque siempre hay alguna interferencia de «Madrid» con intereses de Estado, que relegan al posible pacto en Barcelona. Collboni, principal alcalde socialista de España, harto de esperar, ha lanzado un órdago poniendo en marcha la cuenta atrás para la aprobación del presupuesto municipal. Si no consigue apoyos, deberá pasar por una incómoda moción de confianza.
Los socialistas catalanes, más que navegar en un mar proceloso, van a la deriva, ahogados por la entrega de Pedro Sánchez al independentismo y por la indefinición de un partido inmovilizado por temor a que cualquier toma de posición indisponga al independentismo, siempre con la piel muy fina, y que las quejas de Puigdemont, Junqueras, Aragonès o Marta Rovira a Sánchez sobre la actitud de un PSC que el independentismo considerara demasiado constitucionalista empeore aún más unas relaciones que pasan por su momento más bajo desde que Sánchez ocupa la Moncloa.
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