La verónicaAdolfo Ariza

Actualidad de un Auto sacramental

Es más actual que muchos de nuestros pensamientos modernos o postmodernos, woke o líquidos

Actualizada 10:35

Puede que para muchos - por temática, estilo o lenguaje mismo - no exista nada más inactual que el intento de Daniel Cotta (Málaga, 1974) de reverdecer el género literario auto sacramental en Effetá (2023). Y, sin embargo, es más actual que muchos de nuestros pensamientos modernos o postmodernos, woke o líquidos. Todo ello por la sencilla razón de que, como Chesterton contrastaba, si «determinados teólogos modernos rebaten el pecado original» es, sin embargo, «la única parte de la teología cristiana que puede demostrarse». A las pruebas me remito sin que estas tengan que referirse únicamente al «héroe del videojuego» que «muere a la séptima vez» y que «está a vuestra merced en la consola».
La actualidad de Effetá se percibe nada más leer: -«¡Pecados! ¿Por qué les dices ese nombre tan agraz que nos deja tan pasmados? Son errores». «Tú no pecas. Te equivocas que es distinto. Y Dios, tu Padre, que es esencia bondadosa, te azota con una mano y te abraza con la otra; y oye: la mano que abraza es mayor que la que azota». Ya advertía san Juan Pablo II que si hay una característica que pueda definirnos es la de ausencia de una verdadera conciencia de pecado que va unida al destierro mismo de la palabra pecado de nuestro lenguaje. Cotta, al más puro estilo de C. S. Lewis, da voz al príncipe de la mentira y la tiniebla, poniendo negro sobre blanco su más actual estratagema: -«¿Te acuerdas cuando decía que el Demonio no existía y que el pecado era un cuento o menos que eso, un vocablo con que el hombre al hombre engaña? Pues fue todo una patraña: existo, soy el Diablo. Mi estratagema de antaño consistía en disfrazarme de hombre guapo y presentarme como un ser que no hace daño, ayudando con falsía a conseguir el placer. Pero eso funcionó ayer; mi estrategia de hoy en día es fingirme inexistente, hacerme a este mundo ajeno, propalar que el hombre es bueno y que todo el mal que siente obedece en realidad a factores de otra cuerda fomentados por la mierda de esta horrible sociedad. Es cierto que, por desagracia, al hundirme en el nihilismo, se ofende mi egocentrismo, pero gano en eficacia. Tú mismo das testimonio de lo bien que pierdo al hombre cuando le ponen el nombre de Sociedad al Demonio».
Actual y vigente en todo momento será la imagen que el autor intenta transmitir a través del collar o «arracada de brillantes» fraguado por los dolores y el propio llanto. El drama de un collar cuya contemplación recalcitrante se constituye en «ídolo que mantiene a Dios al margen». El drama del poseedor del collar que exclama: –«[…] No tengo más dios que este collar de brillantes. Todo lo demás es truco, magia para pusilánimes que instaura el reino del miedo a un castigo que no saben».
Actual y vigente es la imagen que la obra transmite a partir de dos de las actrices de reparto: Penitencia y Desesperanza. Ambas «concebidas por el dolor y el pecado». Actual es también la mirada que del «pobre» propone otro de los personajes: -«Pues si está así, es porque quiere. Un pobre, a poco que ronde, halla donde le recojan, que hay albergues donde alojan a los que no tienen dónde. […] Que empiece por no beber y saberse administrar». «[…] el dineros que le des se lo gasta en más litronas».
En definitiva, la experiencia nos muestra que no es fácil reconocer el pecado como tal. Vemos faltas, observamos imperfecciones, lamentamos errores, sentimos haber hecho daño a alguien. Pero ¿qué tiene eso que ver con Dios? Que necesitamos reconciliarnos unos con otros y perdonarnos mutuamente es cosa bastante razonable. Pero que podemos «ofender a Dios» es difícilmente imaginable (CCE 1440). Es más, con el filósofo Max Scheler en su obra Arrepentimiento y nuevo nacimiento, cabría decir: «Es terrible que sólo podamos obtener la vida por el oscuro y doloroso camino del arrepentimiento. Pero es magnífico que haya realmente para nosotros un camino hacia la vida». Dos cosas pertenecen a lo más peculiar de la idea cristiana del arrepentimiento: Felix culpa (Hay más alegría en el cielo por un pecador arrepentido que por mil justos) y una nueva relación amor-arrepentimiento (El amor de Dios, el cual siempre está llamando a la puerta del hombre, trae ante el hombre la imagen valiosa de su ser ideal, y sólo en relación a esa imagen deja percibir plenamente al hombre la bajeza y cautividad de su estado real). Todo esto es lo que se refleja en la belleza y actualidad del auto sacramental de Daniel Cotta.
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