Caminito de las Cruces de Mayo
«No son más que un reflejo de la sociedad de cada momento. Volver atrás con un ejercicio de nostalgia es tan improductivo como peligroso es no intentar poner freno a los excesos»
En la basílica mexicana donde se venera a la Virgen de Guadalupe surgió el problema de la cantidad de gente que se aglomeraba en el altar para ver de cerca la milagrosa impresión en la tilma de Juan Diego. El problema fue tan gordo que paralizaba cualquier otra actividad en el templo y la solución fue la instalación entre el altar y el cuadro de un pasillo mecánico, exáctamente igual al que hay en los aeropuertos o en la madrileña estación de Atocha.
Se acabaron las bullas delante de la Virgen de Guadalupe. Sólo hay que guardar cola, subirse en la cinta transportadora y pasar bajo la imagen de forma discreta sin que se vea desde el resto de la gigantesca iglesia. Al momento se acabaron las aglomeraciones y las incomodidades que acarreaban las masas de fieles que querían estar cada vez más cerca del cuadro.
Pues algo parecido -aunque sin cinta transportadora- es lo que ha anunciado el alcalde, José María Bellido, que quieren implantar este año durante las Cruces de Mayo. No será en todas, supongo, ya que no todas tienen problemas de una masificación que es la antesala del botellón. Esta solución se aplicará en las que todos sabemos porque son las más concurridas de día y, sobre todo, de noche.
Lo ha descrito como «itinerarios peatonales» y será un caminito vallado por el que circular en un determinado sentido para ver la Cruz de Mayo, la decoración y hacerse un ‘selfie’, que será la finalidad suprema de muchos que creen disfrutar con el teléfono en la mano. «¿Cuántos caminitos te has hecho», escucharemos este año. «Pues llevo tres en lo que va de tarde».
De momento no se conocen más detalles de esta iniciativa ni de cómo se va a llevar a cabo. Aún es pronto para saberlo pero sí se puede intuir que como siempre saldrán algunos a protestar. Quienes lo hagan porque el nuevo sistema no da buen resultado tendrá razón en quejarse. Pero también habrá otros que pondrán en entredicho que con estos itinerarios peatonales se rompe una tradición y eso no es así porque no llevan razón.
Cualquiera puede pensar que las Cruces de Mayo es algo inmutable en el tiempo, que se conserva tal y como lo conocieron nuestros mayores, nada más alejado de la realidad. Cualquier cordobés ha conocido dos o tres modelos distintos de esta celebración. No se trata de remontarnos a los tiempos en que se celebraban en los patios, que también, sino de un pasado más reciente cuando se plantaban en lugares hoy inimaginables como la plaza del Huerto Hundido, las Beatillas, los bloques de Los Apóstoles o la plaza de la Fuenseca.
Eran Cruces de Mayo más populares, menos exigentes, con una tremenda participación de los vecinos, y actuaciones en directo, en las que no faltaba un tablado donde se bailaba un corto repertorio de sevillanas, en el que nunca faltaba la de ‘Cositas cordobesas’ de Los de Sierra Morena.
Aquello cambió porque la sociedad también cambió. Y sin darnos cuenta se evolucionó hacia un nuevo modelo donde todo gira no en torno de la Cruz de Mayo sino de la barra. Esto fue lo que trajo el modelo actual, con sus botellones, a los que el Ayuntamiento quiere poner freno.
Las Cruces de Mayo, como le pasa a la Semana Santa o a la Feria de la Salud, no son más que un reflejo de la gente de cada momento. Volver atrás con un ejercicio de nostalgia es tan improductivo como peligroso es no intentar poner freno a los excesos. Ahora se está en un momento crítico para evitar la degeneración de esta fiesta. A ver si hay suerte.