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Manola, de Julio Romero de Torres

Manola, de Julio Romero de Torres

Los españoles llevamos el pantalón y la falda negra a Hispanoamérica

Entre las curiosidades exportadas, el mantón, el encaje, la seda y los zahones

Los españoles, cansados estamos de ser tomados por torturadores, genocidas y saqueadores, cuando es evidente que sembramos de universidades, ciudades, catedrales, cultivos - y mestizos- las tierras americanas, que nunca fueron colonias sino partes del Reino de España. Los atuendos que exportamos son parte de ese legado. Revisamos los elementos más relevantes.

El pantalón, que ni griegos ni romanos usaron, fue un invento centroeuropeo, vándalo y de poca reputación que en Hispania, como en otras zonas de Europa, se adoptó como prenda práctica. Al llegar los españoles a América, fue una de las prendas que los hombres nativos adoptaron, por su versatilidad y comodidad.

Mantón de Manila

Mantón de Manila

Las peruanas y bolivianas, que en los lugares más recónditos visten aún al estilo de las castellanas del siglo XVII, adoptaron también prendas y materiales para ellas desconocidos. El poncho, un accesorio español, se encontraba de modo similar en los Andes, pero no en Mesoamérica. Había nacido de la manta de Grazalema, de oveja merina, cruzándose y atándose con cinturón, formando una prenda muy española que luego se quedó allí para siempre.

Manola, de Julio Romero de Torres

Manola, de Julio Romero de Torres

Y es que la lana de oveja española y su forma de tejerla fue una de las grandes exportaciones a América, tanto para prendas nuevas como para las tradicionales. También fueron nuevos la seda, traída de la China, el sofisticado terciopelo y los encajes.

Es por ello que la falda negra o basquiña, un clásico hasta ahora, se puso de moda con la lana española, La mantilla española con sus encajes, las cofias y gorros y las chaquetas de terciopelo con falda o pantalón, se convirtieron en clásicos. Los mantones de Manila, más tarde llevados a España desde China a través de Filipinas, parte del Imperio Español de Felipe II, se hicieron un hueco en América hasta ahora.

El calzado, con más costuras y otros tipos de cuero en la suela, sustituyó a los más cómodos zapatos de una pieza americanos, una suerte de sencillos mocasines de cuero suave. Las alpargatas, eminentemente españolas, fueron otra gran exportación que se sigue usando. Y los chapines, con tacón, se convirtieron en la delicia de nativas y criollas.

Alpargatas

Alpargatas

Y es que la indumentaria hispanoamericana, al igual que la música, la gastronomía y la arquitectura, tuvo camino de ida y vuelta. El encuentro de los españoles con los indígenas americanos fue curioso y original. Si lo que llevaban los conquistadores atraía a los nativos, los pocos elementos que portaban los indios eran codiciados por los españoles, que los veían únicos y valiosos. Comenzó el trueque, el intercambio, la mezcla, la nueva creación y el mundo se enriqueció con una combinación cultural hasta entonces no imaginada.

El telar de pie español se añadió a las técnicas precolombinas de trabajo del algodón y la lana de alpaca o vicuña. Los tejidos de plumas de aves exóticas locales entusiasmaron a los españoles. Las capas castellanas y mantas granadinas se hicieron un lugar en las chozas locales de los indígenas. Los zahones españoles y el trabajo del cuero repujado de Córdoba aún persisten en muchos países hispanoamericanos, mientras que los colores radiantes y los telares andinos se hicieron un hueco en la moda española a partir de entonces. Historias de la historia.

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