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03 de mayo de 2024

Interior del restaurante 'Mamaguaja'

Interior del restaurante 'Mamaguaja'Mamaguaja

Vete de mi parte

Gijón: playa, fiesta y sabor

Acabamos de regresar y ya estamos deseando volver

Hace un año, una alcaldesa, de cuyo nombre prefiero no acordarme, prohibió los toros en Gijón y acabó, de un plumazo, con la tradición de una feria taurina como la de Begoña, que formaba parte de los ingredientes turísticos de una ciudad que tenía un lugar preferente en el mapa taurino de este país de controversia permanente.
Ha llegado a la ciudad otra alcaldesa valiente y decidida, Carmen Moriyón, y ha vuelto a abrir la gran plaza de El Bibio a una feria de Begoña que durante varios días convierte a Gijón en gran capital del toreo. Por invitación de nuestros amigos Manfredo Álvarez y Esterina y la mediación generosa del empresario Carlos Zúñiga Jr., estuvimos en El Bibio dos tardes llenas de fiesta, de color y de orejas.
Pepe Domingo Castaño

Pepe Domingo Castaño

En la primera fue El Juli el gran triunfador cortando ocho orejas y un rabo e indultando un toro, faena que ya forma parte de la historia de esta plaza. En la segunda, disfrutamos de algún detalle de Morante de la Puebla y de la puerta grande del torero de moda, Roca Rey. No soy un gran aficionado a los toros, pero soy un defensor de la libertad. Y que la nueva alcaldesa de Gijón haya recuperado la feria de Begoña me parece un hermoso ejercicio de libertad.
Pero la feria de Begoña es algo más, mucho más que toros. Estar casi tres días en una ciudad te ofrece la oportunidad de conocer esos lugares sagrados del buen comer que abundan en esta tierra en la que la vida se disfruta a tope a mesa y mantel. Nuestra primera toma de contacto con el Gijón sabroso fue en Casa Aurora, a la vera del estadio del Molinón, donde dimos buena cuenta de unos tomates auténticos, una buena tortilla, un chorizo imponente y una ensalada de bonito excelsa.
Por la noche recalamos en El Planeta, en el Puerto Deportivo, para recordar, de otras visitas, el sabor de sus bocartes, sus calamares, sus chipirones y ese ambiente especial que tiene un restaurante que está en el cogollo de la diversión. Un cóctel de categoría en el Varsovia, un local precioso donde la vida pasa más lentamente, cerró un día mágico.
Al día siguiente, en La Fueya de Tomás, una sidrería con el ambiente a tope, las fabes con rabo de toro y un riquísimo guiso de pulpín nos dejaron el cuerpo preparado para lo que vendría después. La noche comenzó en Mamaguaja, uno de los grandes negocios que tiene en Gijón el empresario Ángel Lorenzo, alma mater de todo lo que tenga que ver con comer, disfrutar y vivir en esta hermosa ciudad.
Mamaguaja es un templo lleno de cosas ricas. Se nos unió a la cena Juanma Castaño, el rey de las noches deportivas con El Partidazo en Cope, y fue un cicerone perfecto para poder elegir los mejores platos de este lugar. Inolvidable la cecina de wagyú, de lo mejor que he probado últimamente, superior, incluso, al mejor jamón de bellota.
Muy buenas las anchoas, al igual que los buñuelos cremosos de bugre. Y no quiero olvidarme de la calidad del pan, todo un detalle a tener muy en cuenta, y el gran final, un Carabinero inmenso, que preparan delante de ti y que llega a la mesa pleno de sabor de fuerza.
Luego, un tequila Don Julio 70 servido por Elías en el Bambara cerró otra gran jornada festiva. Al día siguiente, ya de regreso a casa, nos detuvimos en Quintes para saludar a nuestros amigos, el cantante Luis Gardey y el exfutbolista Megido y cerrar con broche de oro el periplo gastronómico en Casa Kilo, otro de los grandes templos del buen comer en Asturias.
Unos percebes monstruosos, un buen bugre a la plancha, una cazuelina de fabada y un fabuloso helado de turrón fueron la despedida de un viaje al que nos acompañaron junto a mi Tere, David Lecanda de El Pimiento Verde y El Asador Lecanda en Madrid, con su mujer Teresa Cuevas, Cris G. Huete del restaurante madrileño El Botánico y, por supuesto nuestros anfitriones perfectos Manfredo Álvarez y Esterina.
Y un recuerdo especial para Laude y Aquilino Kilo, que nos ayudaron a ser un poco más felices. Sigo pensando, después de este viaje, que no hay nada en el mundo más importante ni más reconfortante que la amistad. Prueba de ello es que acabamos de regresar y ya estamos deseando volver a Gijón.
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