Nueva investigación
Desde el comienzo de la pandemia del COVID-19, las políticas sanitarias requieren que los profesores utilicen mascarillas en el entorno escolar. Esto ha despertado dudas sobre la habilidad de los más pequeños para reconocer emociones y el posible impacto en su desarrollo. Por ello, una nueva investigación del Hospital Universitario de Lausana, Suiza, y publicado en JAMA Pediatrics, ha estudiado el rol de las mascarillas en el reconocimiento de alegría, enfado y tristeza en alumnos de los primeros cursos de preescolar.
«Sin mascarillas, alumnos preescolares de entre 36 y 72 meses presentaron una media de identificación correcta de emociones en imágenes de entre 11,8 y 13,1 %», afirman los autores del estudio. Encabezada por la doctora Juliane Schneider, los datos para esta investigación se recogieron en nueve centros de día, con una muestra de 276 niños.
La ratio de respuestas correctas se incrementa con la edad, y no existe diferencia entre niños y niñas. Sin embargo, las respuestas erróneas de los niños muestran que algunos de ellos –el 25 %– confunden el enfado con la tristeza y el 21 % la alegría con estas dos emociones.
La investigación de la doctora Schneider y su equipo es un estudio experimental transversal, cuyo primer resultado es la reacción adecuada de los niños a imágenes de adultos mostrando alegría, enfado o tristeza. Con la participación de quince actores con y sin mascarilla, elaboraron un banco de noventa imágenes de ellos manifestando estas emociones.
Los niños que participaron en el estudio, de entre 3 y 6 años, se sentaron frente a un ordenador donde un pediatra especializado les iba enseñando las noventa imágenes. Ellos podían nombrar directamente la emoción que les transmitía, señalar una tarjeta con emoticonos de enfado, alegría y tristeza, responder que no sabían o abandonar el experimento.
Esta investigación ha demostrado que el uso de mascarillas representadas en imágenes está relacionado con el reconocimiento de las emociones en niños de preescolar sanos, si bien, las diferencias son pequeños y el tamaño de los efectos, débiles. La alegría es la emoción más reconocible para los niños, mientras que muchos de ellos confundieron en mayor medida el enfado y la tristeza.
Los autores del estudio son conscientes de sus propias limitaciones, como el uso de imágenes estáticas en vez de modelos reales, sin embargo, sus resultados muestran que más de un año después de la exposición a las mascarillas, los niños continúan reconociendo las emociones y aprendiendo de ellas mejor de lo que se esperaba.
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