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26 de abril de 2024

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Tanto la acogida como la adopción son medidas, siempre, de protección a la infanciaGTRES

¿Y si adoptamos un niño?

La maternidad que nace de ambas formas de familia es igual de plena que la maternidad de un niño gestado, pero trae una serie de responsabilidades adicionales vinculadas a la mochila de origen del niño o niña en cuestión

La adopción – nacional o internacional – y el acogimiento – de urgencia, temporal o permanente – son dos medidas de protección a la infancia mediante las cuales se les ofrece una familia, ya sea definitiva o temporal, en función de la modalidad, a un niño o niña que por determinadas circunstancias no puede quedarse con su familia de origen. Son dos alternativas por las cuales optan muchas de las parejas que no pueden gestar y otras tantas que ya tienen hijos.
Tanto la adopción como el acogimiento, en España son potestad de cada comunidad autónoma, y la deferencia principal radica en que, con la adopción, el menor es hijo pleno de la familia adoptiva mientras que para el acogimiento, aunque la custodia es de la familia de acogida, el menor está tutelado por la administración y la patria potestad es de los padres biológicos con quienes los niños pueden mantener el contacto.

Se conciben para darle una familia a unos niños que la necesitan, y estos niños, como todos, precisan de la estabilidad y la seguridad de unos padres que les quieran

Los procesos son largos e implican una serie de papeleos, formaciones y evaluaciones, pero lo mas duro de ambos son los plazos. Estos suelen girar entorno a un año para la acogida y a entre los dos y los seis años para la adopción en función de cada comunidad si es nacional o de cada país si es internacional, un tiempo durante el cual a los padres, si ya han terminado con el proceso y se les ha declarado idóneos, no les queda más que, después de todo el esfuerzo, esperar en una incertidumbre indefinida que se hace tremendamente frustrante y agotadora.
La maternidad que nace de ambas formas de familia es igual de plena que la maternidad de un niño gestado, pero trae una serie de responsabilidades adicionales vinculadas a la mochila de origen del niño o niña en cuestión, donde están sus recuerdos y emociones de las primeras etapas de su vida. Saber gestionar esto es, quizá, lo que mas debe prepararse durante la espera, así como la paciencia a la hora de establecer el vínculo inicial, pero mas allá, las dificultades son, en su gran mayoría, las mismas que para cualquier niño.
Tomar la decisión de adoptar o de acoger, con responsabilidad y meditación, no es fácil. Es importante subrayar que ni la una ni la otra son simplemente una alternativa para dar un hijo a unos padres que no pueden tenerlo, sino que, por el contrario, se conciben para darle una familia a unos niños que la necesitan, y estos niños, como todos, precisan de la estabilidad y la seguridad de unos padres que les quieran sin condiciones y con un corazón sano, por lo que es profundamente respetable que no todo el mundo se lo plantee.
La adopción y el acogimiento deben ser, ante todo, una vocación - como lo es la maternidad en general - y una vez abordadas por quienes la vida prepare para ello son, sin duda, un camino excepcional.
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