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19 de mayo de 2024

joven triste

La pandemia ha destapado el sufrimiento psicológico con 3.941 suicidios en 2020

Del sufrimiento juvenil a una epidemia de suicidios: ¿qué hay detrás de las autolesiones?

En los 365 días que duró 2021, la Fundación ANAR recibió 3.200 peticiones de ayuda por autolesiones, lo que equivaldría a más de ocho jóvenes al día que tratan de infligir daño en su cuerpo. En tan solo 13 años, estas se han multiplicado por 56 (en 2009, hubo 57 casos atendidos por la organización).
Una vía de escape, una manera de hacer real una emoción negativa que es invisible e impalpable para ellos, un castigo ante el odio que llegan a tener sobre sí mismos... Detrás de las autolesiones hay tantas causas como sufrimientos. Tras la pandemia, los problemas de salud mental en adolescentes se han duplicado. Según el barómetro de la Fundación FAD, un 16 % de los jóvenes declaraba haber padecido algún trastorno emocional en 2021 –eran 6,2 % en 2017–.
No se trata de un fenómeno nuevo, aunque parezca haber tomado un mayor impulso. Elena Notario, psicóloga de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA), explica que las edades en las que se suele autolesionar un menor es entre los 12 y los 18 y que la pandemia ha disparado los casos. «Nos está avisando del estado de gravedad del estado de salud mental de nuestros adolescentes», apunta.

La gestión de las emociones

Las autolesiones son más que una llamada de atención. Un adolescente que decide cortar o quemar una parte de su cuerpo esconde, a demás de una futura cicatriz, una herida emocional con la que no consigue lidiar. Miedos, inseguridades, culpas y una larga lista de sentimientos negativos que no saben gestionar. La manera más inmediata de deshacerse de ellas es aliviarlas mediante el dolor físico.
«Dan un sentido real a un dolor interno que no ven», apunta Notario, que aclara también que no en todos los casos la persona que marca su piel tiene una ideación suicida. Sin embargo, puede ser el comienzo de una relación consigo mismo que termine en el punto de no retorno.
El alivio momentáneo y rápido que siente el adolescente refuerza que el comportamiento autolesivo vuelva a producirse. La raíz del problema no desaparecerá por muchos cortes que se haga. Entonces, según apunta la psicóloga, aparecen una culpa que tampoco puede gestionarse. «Se convierte en una conducta adictiva», dice.

¿Hay jóvenes más predispuestos a ello?

Estos comportamientos suelen estar asociados depresión o ansiedad, pero no tiene por qué haber un trastorno diagnosticado. La baja autoestima, una personalidad introvertida, mala imagen de sí mismo, son algunos de los factores internos que podrían fomentar las autolesiones, pero según Notario hay siempre una situación externa que puede desencadenarlo: cambios familiares, situaciones de acoso escolar o amigos que le hagan.
¿Hay alguna señal de alarma? «Ninguna específica», responde la psicóloga. Va a ser algo que traten de ocultar ya sea dejándose la sudadera, portando manga larga cuando hace calor o intente taparse si alguno de sus padres entra en su habitación o en el baño cuando el joven se encuentre a medio vestir.
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