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01 de mayo de 2024

La autora de 'Soy preciosa', Gloria Gil

La autora de 'Soy preciosa', Gloria GilCedida

Gloria Gil, autora de 'Soy preciosa': «La familia es lo mejor que me ha pasado en la vida; por eso pago su precio»

La autora de 'Soy preciosa' compone desde su intimidad un canto a la belleza de la vocación al amor en el matrimonio y la familia

«La vida de Gloria y el contenido de esta obra son ejemplo de que el amor existe y es la vida verdadera», escribe el fundador de Aute, Quique Mira, en el prólogo de Soy preciosa, una serie de reflexiones sobre el amor y el matrimonio escritas por la catalana Gloria Gil Domenech. Profesora de secundaria y madre de seis hijos –cinco en casa, uno en camino–, abre las puertas de su intimidad en un libro a la vez fresco, sencillo y profundo.
Editado por Albada, Soy preciosa. Lecturas para antes de casarse (y para después) no es un manual de vida conyugal ni de educación de los hijos, sino un compendio de experiencias en primera persona que la autora comparte con los lectores: desde sus frustraciones por quedarse atrás y no llegar a todo hasta el descubrimiento de que «solo aceptando la realidad tal como viene podemos empezar a entender la belleza y el milagro de nuestra existencia».
–Las estadísticas sobre los matrimonios en España pueden ser desoladoras: la mitad de los jóvenes no se casará nunca, solo una de cada cinco bodas es por la Iglesia… En este contexto, ¿vale la pena casarse?
–Sí, estamos en unos tiempos donde parece que todo se desmorona, pero si la esperanza es una virtud teologal es por algo, ¿no? En Soy preciosa he querido dar una visión de esperanza, pero también era muy importante para mí intentar que esta visión fuese verdadera. Para mí, la familia es lo mejor que me ha pasado en la vida, y, por lo tanto, pago un precio.
–¿Nota que ha perdido «calidad de vida», como se suele decir?
–Eso lo dicen mis amigas de la uni, sí… pero hay que entender que todo lo que vale cuesta. La familia es una donación, y es exigente, pero lo vivo con mucho gusto cuando entiendo que no puedo tener la felicidad sin la donación. Por eso, cuando voy a casas en las que veo que quien cambia a los niños o les prepara la merienda es una chica y no los padres pienso: «¡Qué pena! Te lo estás perdiendo». Habrá situaciones de todo tipo, claro, pero cuando la actitud a priori es rehuir todo lo que me cuesta… Está claro que cambiar el pañal a tu hijo no es un momento apoteósico de tu vida, pero es que el vínculo lo haces aquí.
–En el libro habla de cómo le costó, al principio, asumir que su vida iba a una velocidad distinta de la de sus amigas, que seguían haciendo planes y viajes.
–Voy ya por mi sexto hijo, pero con la primera esto que dices me costó, sí. Y sufrí hasta que entendí que la libertad se halla en la verdad. ¿Cuál es la verdad de mi vocación? Toda apuesta en la vida tiene un precio, y no puedes tenerlo todo. Si quieres estar en todas partes nunca estarás a la altura, pero si das respuesta a aquello a lo que realmente estás llamado serás feliz. Y el resto… A lo que llegues, bien, y a lo que no, también. Hoy no cambiaría una cena romántica en casa con mi marido, o estar con mis hijos tirados en la cama haciendo el tonto, por ir a un copeo al restaurante no sequé. Dios, de forma muy sabia, me ha hecho trabajar ese punto de orgullo que había en pensar: «Es que yo antes hacía todas estas cosas y ahora no…».
Portada del libro 'Soy preciosa'

Portada del libro 'Soy preciosa'Cedida

–Ahora que trae a colación su relación con Dios, ¿el título del libro es una cita bíblica?
–Sí, del libro de Isaías: «Eres precioso ante mí, de gran precio, y yo te amo». Y es porque yo antes tenía una vida espiritual que me parecía perfecta: iba a misa cada día, rezaba el rosario… pero cuando empecé a tener niños dejé de poder hacerlo. Y entendí que no valgo a ojos de Dios por mis actos, sino que Él me amó primero.
–En un capítulo advierte del riesgo de convertir el matrimonio en «dos socios que se reparten las tareas del día a día». ¿Cómo evitarlo?
–Teniendo la ilusión de entregarte hasta que duela, como decía la Madre Teresa de Calcuta. No se trata de repartir tareas a partes iguales, porque medir genera muchísimo cansancio y nos hace perder el foco, sino de darte del todo. Y entonces verás que tu marido, o tu mujer, también se da, a su medida, y no has de entrar a ver si tu medida y la suya son iguales. La familia no es una empresa: es el proyecto más precioso que vas a tener en tu vida. El único sitio donde realmente eres imprescindible.
–«Cada matrimonio tiene que buscar su propia fórmula de encuentro», dice. ¿Por qué?
–Porque el mundo te ofrece cosas muy buenas y maravillosas, y has de tener una preocupación real por poner en primer lugar a tu marido y a tus hijos, si los hay. Te pongo un ejemplo: nosotros cada semana reservamos un día para cenar en familia, de picoteo, pero la semana pasada no teníamos ningún día con los niños, estaban todos los días ocupados. Pues hay que mover algo, no hay discusión: si ese momento a priori tan importante lo pospones o lo ignoras, ¿qué sentido tiene?
–¿También es bueno reservar estos momentos de encuentro entre los esposos, sin niños?
–También. Quique, mi marido, y yo hacemos cada semana una cena romántica, y ha sido nuestra mayor alegría. La hacemos en casa, porque los dos somos profes ¡y a medida que hay más niños hay menos dinero! Pero me hace muchísima ilusión ese momento, cuando Quique va a comprar y trae jamón y vino buenos. De lo que se trata es de revisar lo que es importante para cada uno, de ver qué lenguajes del amor hablamos, y de custodiar la forma en la que te sientes cuidado y querido. En el fondo no son tantas cosas: es ser muy sencillo con lo que nuestro corazón necesita.
–En 'Soy preciosa' aparecen a menudo personajes secundarios, otros amigos o matrimonios que les acompañan. ¿Ve necesario compartir camino con otras parejas?
–Sí, la amistad es un valor incalculable. A nosotros nos rescata, clarísimamente, nuestro equipo de matrimonios. Una vez al mes compartimos con ellos cómo estamos y qué luchas atravesamos, nos formamos espiritualmente… Y ves que los demás tienen también tus luchas, y que te saben dar esa palabra que necesitas, que a veces es «tranquila» y otras veces es: «Gloria, estás perdiendo el foco».
–Al hilo de una reflexión en el libro, ¿los métodos naturales de control de la fertilidad no son lo mismo que un preservativo?
–Es fácil decir eso cuando uno está poniendo barreras y se siente seguro detrás de ellas, pero no son lo mismo. Con los métodos naturales, uno dice: «En conciencia y por X motivos, no me veo preparado para tener un hijo ahora mismo, pero si Dios ha pensado algo mejor, me pongo a su disposición». A veces con el equipo de matrimonios nos preguntamos: «Si te fías de Dios, ¿para qué usar métodos naturales?». Pero creo que, como hijos de Dios, hemos de tener suficiente madurez para examinar si estamos preparados o no, si hay motivos objetivos… y al mismo tiempo, si llega un bebé que no esperabas, abrazarlo con mucha alegría. De hecho, nos ha pasado: este sexto embarazo ha llegado de improviso, pero sé que hay un plan de Dios que me trasciende.
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