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05 de mayo de 2024

Una pareja bailando

Una pareja bailandoPexels

La ciencia demuestra que un matrimonio feliz evita literalmente que «se rompa el corazón»

Un estudio de la Universidad de Michigan ha probado que las personas con relaciones sentimentales conflictivas son más propensas a sufrir enfermedades del corazón, e incluso cáncer, que aquellos que disfrutan de un matrimonio estable

De Alejandro Sanz cantando Corazón partío al Hearthbreak Hotel de Elvis Presley, pasando por el ritmo country de Coyote Dax y su discotequero No rompas más mi pobre corazón, el elenco de cantantes, compositores, poetas y artistas de todo pelaje que se han referido al «corazón roto» como sinónimo de desengaño amoroso es casi incontable. Lo que poco podían imaginar todos ellos es que sus estribillos y composiciones iban a encontrar el respaldo de la ciencia de un modo casi literal.
Y así es, sin embargo. Porque que según ha demostrado la doctora Hui Liu, investigadora asociada de la Universidad de Michigan (una de las universidades públicas más prestigiosas de Estados Unidos), el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular se multiplica cuando una persona ha vivido inmersa durante años en una relación sentimental tortuosa o disfuncional.

Riesgo de infarto, sobrepeso o hipertensión

Después de analizar a más de 1.200 matrimonios de entre 57 y 85 años, Liu y su equipo pudieron demostrar que aquellos que habían vivido durante décadas en un matrimonio feliz y estable (incluso a pesar de los problemas comunes que pueden surgir en cualquier hogar), tenían mayores garantías de llegar a la vejez con mejor salud mental y física.
Además, los cónyuges más felices demostraban tener un sistema inmunitario más sólido y mejor preparado ante posibles enfermedades de carácter genético, o ante infecciones aleatorias y estacionales.
Por el contrario, aquellas personas que habían vivido durante años en relaciones hostiles e inestables, con cónyuges muy demandantes y controladores, demasiado exigentes o críticos, no sólo presentaban un mayor riesgo de mortalidad, sino que también eran mucho más propensas a sufrir enfermedades como la depresión, el estrés crónico, la hipertensión, una frecuencia cardíaca anormalmente rápida, y eventos cardiovasculares de alto riesgo como el infarto o las anginas de pecho.
Además, aparecían vínculos con hábitos de vida poco saludables, como el tabaquismo, la ingesta desmedida de alcohol, el sobrepeso o el sedentarismo.

Complicaciones severas como cáncer y lupus

Y no sólo eso. Aquellos cónyuges que habían experimentado un matrimonio infeliz o tormentoso (lo que para Hui Liu incluía no solo discusiones o faltas de respeto, sino también mantener muy pocas o malas relaciones sexuales sostenidas en el tiempo) generaban cantidades mucho más elevadas de proteína C-reactiva (PrCR).
Algo muy llamativo, según los autores, puesto que los índices de esta proteína son empleados comúnmente en Medicina para diagnosticar infecciones y prever enfermedades, e incluso el National Cancer Institute de Estados Unidos reconoce que, «mientras la concentración de PrCR por lo general es baja o indetectable en la sangre de personas sanas», una concentración alta está asociada a complicaciones severas «como cáncer, infecciones, enfermedades intestinales inflamatorias, artritis reumatoide, lupus, infarto agudo de miocardio o accidentes cerebrovasculares».

Peor para las mujeres y los mayores… pero no en todo

El estudio (nombrado con el descriptivo título de Bad Marriage, Broken Heart? Age and Gender diferences in the link between marital quality and cardiovascular risk among older adults, es decir, ¿Mal matrimonio, corazón roto? Diferencias de edad y género en el vínculo entre calidad matrimonial y riesgos cardiovasculares entre adultos mayores) detectaba, además, un dato revelador: un matrimonio infeliz no afectaba del mismo modo a las mujeres que a los hombres.
Según demostraron Liu y su equipo, «el vínculo entre la calidad marital y el riesgo cardiovascular es más pronunciado entre las mujeres que entre los hombres a edades más avanzadas». Es decir, que las mujeres sufrían más complicaciones de salud a causa de sus problemas conyugales, respecto a los hombres.
Con una salvedad muy importante: mientras que las mujeres de entre 57 y 85 años que referían tener una vida sexual «frecuente y satisfactoria», reducían el riesgo de padecer enfermedades en los siguientes cinco años, los hombres de la misma franja que reconocían mantener relaciones sexuales con frecuencia y de un modo «altamente satisfactorio», incrementaban la posibilidad de sufrir complicaciones cardíacas en los cinco años siguientes.

Atajar los problemas cuanto antes, sin importar la edad

Además, la investigadora pudo probar que era necesario detectar y solucionar los problemas en el matrimonio cuanto antes, tanto sin romper la relación como sin dejar que se enquistasen con los años.
«Los resultados –indica el estudio– sugieren que los cambios en la calidad marital y el riesgo cardiovascular están más estrechamente relacionados para las personas casadas de más edad que para sus homólogos más jóvenes». Y añade que «aunque la terapia de pareja se centra en gran medida en personas más jóvenes, estos resultados muestran que la calidad de las relaciones maritales es igualmente importante en edades avanzadas, incluso cuando la pareja ha estado casada por más de 40 o 50 años». O lo que es lo mismo, que los problemas de la vida matrimonial acaban pasando factura, y es mejor luchar por un matrimonio feliz que acabar con el corazón roto… literalmente.
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