Esther Doña
Las mentiras que Esther Doña le coló a Sonsoles Ónega
No se entiende que aceptara casarse con el juez y que lo haya pasado tan mal, si no estaba enamorada
Quizás Esther Doña, que ha sido novia del juez Santiago Pedraz durante un año y su prometida durante unas horas, olvida que su exchico ya era famoso en 2005 cuando le pedían entrevistas hasta en la hoja parroquial y él sólo concedió una y fue a una revista de bicicletas. Lo del ¡Hola! vendría más tarde y apenas abrió la boca, sólo para declarar que amaba a una mujer con la que no pudo traspasar las lineas rojas.
Santiago Pedraz era un juez que llegaba a la Audiencia Nacional con su pelo largo y su moto de gran cilindrada. Moto que tuvo que dejar aparcada cuando le llegaron las amenazas y pasó al coche oficial con dos guardaespaldas. Sus casos mediáticos su aspecto juvenil y desenfadado para un señor juez le hicieron famoso y poco a poco se libró de perpetuar el mote de Ken, por ser el guapo de la Audiencia. Han pasado casi veinte años y su aspecto físico no ha variado mucho, aunque Esther Doña haya tratado de cambiar su armario y su aspecto, con poco éxito. Pedraz no es un hombre especialmente preocupado por su aspecto. El gimnasio es inédito para él, alguna vez ha jugado un partido de tenis y no dice que no a una reunión con buenos caldos.
Hace veinte años ya conocíamos a Santiago Pedraz sin embargo, desconocíamos a Esther Doña. Una malagueña que llegó a la prensa del corazón a raíz de su breve relación con el marqués de Griñón. Breve, tres años, por que así fue el noviazgo y la muerte prematura de Carlos Falcó. Por cierto, ambos conocieron al juez al mismo tiempo, cuando se acercaron a saludarle en la fiesta de una revista. Santiago Pedraz ya era muy conocido por los casos mediáticos que ha llevado en sus casi cuarenta años de carrera judicial, desde que con 26 años se hiciera con su primer destino en Villacarrillo, Jaén y por eso, Carlos Falcó tuvo mucho interés en acercarse a conocerle.
Esther Doña y Santiago Pedraz
Que Pedraz tiene un punto de vanidad, puede ser. Que está seguro de sí mismo, pues es probable y que si su chica le pide que le acompañe en un reportaje y se convierta en portada, acepta la primera vez (y le llueven las críticas que él aguanta estoicamente por amor), pero la segunda lo hace a regañadientes y eso que es para anunciar su compromiso. Tan a regañadientes que el día del posado fotográfico la tensión se podía cortar con un cuchillo. Habían ocurrido cosas que estaban a punto de dar por finalizada la relación por unas lineas rojas, en las que hubo testigos y que, como bien dice Esther Doña «hubiera sido absurdo ese matrimonio» porque ella sigue enamorada del marqués. Según sus declaraciones no se entiende que aceptara casarse con el juez y que lo haya pasado tan mal, si no estaba enamorada. Y más, sin haber aclarado aún por qué el marqués de Griñón pasó una noche en el calabozo de una comisaria. Quizás, la suerte en estas líneas rojas sea que tanto Pedraz, como Falcó han sido dos señores y los hijos del marqués dignos descendientes de su padre.
Si al juez le hubiera interesado la popularidad, proporcionada por su relación con Esther, ahora concedería las numerosas entrevistas que le solicitamos desde hace meses y a las que amablemente contesta que «no he visto la entrevista. No he escuchado lo que ha dicho. No me interesa y yo estoy en otra cosa». De ahí no le mueves y jamás ha negociado ningún reportaje con nadie. Su novia lo hacía directamente con la revista y era ella quién adquiría el compromiso y además, cobraba por ello, quedando el juez completamente al margen. Una revista centenaria que no se había visto envuelta en un desprestigio similar al que Esther Doña les organizó. No se recuerda, en este mundillo de la prensa rosa, que ninguno de los personajes de ¡Hola! se haya portado así. Desde el día del desmentido del no compromiso, la nueva colaboradora de Antena 3tv ha desaparecido de sus páginas. Justificar que era él quien tenía que parar el reportaje del escándalo carece de lógica.
Mañana contaremos lo de los cuadros del juez y lo del anillo de compromiso.
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