El grave problema de salud de la sobrina de la Reina Letizia
Carla Vigo Ortiz padece problemas de salud mental y se conocen sus ingresos en la clínica López Ibor y en el hospital Ramón y Cajal
En la última portada de la revista Lecturas aparece un recuadro titulado «La sobrina de la Reina habla de su salud mental». Es un reportaje de ocho páginas que se hizo hace un par de semanas con una producción con maquillaje, peluquería y diferentes cambios de ropa. No fue el desahogo habitual que Carla Vigo Ortiz sube a sus redes sociales. El contrato con la revista fue algo pensado, meditado y con acuerdo económico, gestionado por su representante. Ha sido una exclusiva bien pagada para hablar sobre su salud mental. Un tema que no es nuevo porque ella misma lleva dando explicaciones en sus redes sociales desde hace tiempo y se sabía de sus ingresos hospitalarios en la clínica López Ibor y en el hospital Ramón y Cajal.
Es por todos conocido el interés e implicación de Doña Letizia por la salud mental. La esposa de Felipe VI, recibe en audiencia en palacio, asiste a congresos, mantiene reuniones o visita asociaciones relacionadas con la salud mental. En todas esas ocasiones, desde su posición, como esposa del Jefe del Estado y en la cima del poder institucional, siempre pide en esos foros con afectados y profesionales, más recursos, más atención y mejor asistencia e incluso, ha rapeado «si algún medio titula «la reina rapea por la salud mental» bien estará y es algo que a su sobrina le gustó escuchar. Aunque, en otras ocasiones, dado su desapego familiar, que ella achaca a su rebeldía, se haya podido ver sola en situaciones comprometidas e incluso haya podido sentir que le faltaba alguna llamada de algún familiar especial, esos 7 de febrero o 13 de octubre, que son dos fechas importantes para la sobrina de la reina.
Los regios sobrinos mediáticos
Si el Rey Felipe tiene a sus sobrinos mediáticos Felipe Juan Froilán y Victoria Federica, también la Reina Letizia cuenta con la suya, aunque sean dos realidades completamente diferentes. También Isabel de Inglaterra tuvo a su hermana Margarita y a su tío, el ex Rey Eduardo, con sus «escandalosas» cuitas y eran royals de sangre azul al cien por cien. La sangre regia no exime aunque ayuda a reprimirse. Es normal que en este siglo, y dado que ya no importa el color de la sangre para entrar a formar parte de la realeza, sea habitual que los quebraderos de cabeza hayan aumentado porque introducen, en esas familias mixtas, la realidad del mundo cotidiano. Como medida de protección la Institución monárquica tiende a reducir el núcleo central. Ha pasado en Dinamarca, Países Bajos y también en España.
Aún así, la opinión pública no distingue entre quiénes son miembros activos y reciben asignación real y quiénes están en segunda línea y no perciben directamente dinero público. Se les mete a todos en el mismo saco. Y de ahí que la sobrina de la reina y los sobrinos del rey suelan aclarar que no ingresan ningún euro «real» directamente. Lo que es cierto, aunque indirectamente es evidente que su vinculación familiar sí influye para todo. En el caso de los sobrinos del Rey, los hermanos Marichalar y los Urdangarin no han recibido nunca una asignación por ser familia de don Felipe. Sí es cierto que han podido ser beneficiados en especie porque han llevado escolta o usar medios de transporte pagados con dinero público. En el caso de la sobrina de la reina, Carla Vigo, tiene derecho a una pensión de orfandad del Instituto Nacional de la Seguridad Social, que asciende a 756 euros hasta que cumpla los 25 años. Desde que apagó las 18 velas, la pensión la gestiona ella y tiene que tener en cuenta que esos ingresos extras, por venta de exclusivas o trabajos puntuales como bailarina o actriz, no pongan en peligro su pensión. Siendo sobrina de la reina la cautela es razonable, ya lo estamos viendo estos días con la pareja de Díaz Ayuso o con la esposa del presidente Sánchez.
La influencia mediática por el parentesco es difícil de cuantificar, pero es una realidad que Lecturas jamás habría entrevistado en exclusiva y en portada a Carla Vigo Ortiz y no le habría pagado por hablar de sus problemas mentales o el programa de televisión, El Desafío, hubiera contratado a una niña, sin oficio ni beneficio como Victoria Federica Marichalar, pero si el siguiente apellido es Borbón, la cosa cambia y si esto gusta o no en La Zarzuela es tan etéreo como la vida misma.