El pueblo en el que veraneaba Doña Letizia antes de convertirse en Reina: «Lo llevo siempre en el corazón»

Una villa marinera situada en la costa oriental de Asturias combina como pocos lugares la belleza natural, la historia y una conexión especial con la realeza española. Esta localidad es conocida no solo por su espectacular entorno entre el mar Cantábrico y los Picos de Europa, sino también por ser el pueblo al que la Reina Letizia tiene un especial cariño. Aunque la actual monarca nació en Oviedo, su familia materna es originaria del concejo de Ribadesella, donde pasó veranos y temporadas importantes durante su juventud.

La propia Reina Letizia ha mencionado en varias ocasiones su cariño por Asturias y, en particular, por este rincón de su comunidad. Durante un discurso en una visita oficial, se refirió a él como «un lugar que siempre llevo en el corazón», destacando la importancia de sus raíces y la influencia de su tierra natal en su formación personal. Sus palabras resonaron con la gente del pueblo, que la recuerda como una joven cercana, que caminaba por el paseo marítimo con naturalidad y compartía las tradiciones locales.

Los abuelos maternos de la Reina Letizia, Menchu Álvarez del Valle y José Luis Ortiz, eligieron hace más de veinte años el pequeño pueblo asturiano de Sardeu como su residencia definitiva. Situado en el concejo de Ribadesella, a pocos kilómetros del mar Cantábrico, este enclave rural se convirtió en un verdadero refugio familiar, donde la tranquilidad del entorno y el arraigo asturiano marcaban el ritmo cotidiano.

Sardeu no solo fue un lugar de descanso para ellos, sino también un punto de encuentro íntimo para la familia real. La Reina Letizia pasó allí varios veranos de su infancia, y tras su compromiso con el entonces príncipe Felipe, ambos visitaron la casa familiar para compartir momentos con sus abuelos.

Incluso en marzo de 2005, durante las primeras semanas de su primer embarazo —todavía no se había hecho público—, los príncipes viajaron a la zona, probablemente para comunicar la noticia en persona a sus seres queridos. Pero ya en 1999, antes incluso de su vínculo al Rey, los riosellanos mostraron su especial consideración hacia ella proponiéndola como pregonera de las fiestas de verano, invitación que aceptó gustosamente.

El pueblo también quiso formar parte de la boda real y el consistorio envió un obsequio significativo a la pareja: un auténtico llagar asturiano en maderas nobles, pieza tradicional que fue gustosamente aceptada por los entonces Príncipes de Asturias y con la que el Ayuntamiento «quiso llevar un trocito de Asturias y de Ribadesella hasta su residencia real».

Por si fuera poco, la boda el 22 de mayo de 2004 fue retransmitida en la localidad en un carpa, donde se instaló una pantalla gigante a través de la cual miles de riosellanos pudieron seguir el enlace acompañados de unos vasos de sidra especiales para la ocasión cuya recaudación tenía como destinataria las víctimas del terrorismo del 11 de marzo. Pocos meses más tarde, el 17 de septiembre, no solo fue apodada Hija Adoptiva de localidad, sino que dieron nombre al Paseo Marítimo del Puerto de Ribadesella como el Paseo Princesa Letizia Ortiz.

La casa familiar en Sardeu, construida en estilo tradicional asturiano y con hórreo incluido, fue durante años un espacio de encuentro, descanso y desconexión para la Reina y su familia, gracias en gran medida a su abuela. Sin embargo, Menchu falleció en julio de 2021, a los 93 años, dejando una huella de afecto y cercanía no solo en su familia, sino también en la memoria colectiva de Asturias. Además de su carrera profesional, fue una figura muy presente en actos relevantes de la vida pública asturiana, como la entrega de los Premios Princesa de Asturias en 2019, donde su bisnieta la Princesa Leonor pronunció su primer discurso oficial.