Miguel Ángel Gallardo, en una imagen de archivo
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El pasado de Miguel Ángel Gallardo antes de dedicarse a la política
No solo ha sido alcalde, presidente de diputación o barón socialista
A Miguel Ángel Gallardo no se le puede acusar de no saber moverse en política. El actual secretario general del PSOE en Extremadura y presidente de la Diputación de Badajoz ha demostrado que, cuando se trata de sobrevivir, escalar o blindarse, no le tiembla el pulso. Ni siquiera ahora, con la sombra judicial del caso de David Sánchez —hermano del presidente del Gobierno— planeando sobre su gestión. Justo en medio de esa tormenta, ha prometido su cargo como diputado autonómico, lo que automáticamente le otorga la condición de aforado. Casualidad o estrategia, que cada uno saque sus conclusiones.
Para quienes lo conocen en Extremadura, la imagen de Gallardo está lejos del político amable de discurso institucional. Muchos lo describen como alguien que «pisa» para subir, con tal de mantenerse arriba. Su trayectoria lo confirma: 21 años como alcalde de Villanueva de la Serena, con mayorías absolutas consecutivas, le han permitido manejar el ayuntamiento como su cortijo. O como algunos le llaman: «la casa del pueblo... de los suyos».
Su currículum oficial no oculta que antes de enfundarse el traje institucional, trabajó como operario en una conservera de tomate, la empresa Inpralsa, donde fue carretillero. Y aunque ese pasado humilde podría inspirar respeto, lo cierto es que con el tiempo ha ido dejando «cadáveres políticos» por el camino, como lo definían fuentes consultadas por La Razón.
La lista incluye nombres clave de su entorno más cercano, como Francisco García Ramos, exalcalde de Villanueva y mentor político de Gallardo, al que terminó dejando fuera. Fue precisamente él quien le bautizó con un apodo que aún le persigue: «el niño de la catana», por su costumbre de cortar cabezas a medida que trepaba. También fue cayendo Mercedes Amado, su «madre política», y otros tantos colaboradores a los que fue apartando sin contemplaciones. Según detallan, Ferraz expulsó a García Ramos del PSOE tras las denuncias que Gallardo promovió contra él. Un estilo, dicen, basado en el cálculo, no en la lealtad.
Su gestión, además, no ha estado exenta de polémicas extramuros. Su exmujer, Montserrat Manchado, construyó un chalet ilegal junto al embalse de Orellana, en un paraje protegido. Cuando la prensa destapó el escándalo, el amigo de Pedro Sánchez se defendió lavándose las manos: «No soy responsable de lo que haga mi mujer», dijo entonces. Ella misma terminó retirando la casa tras el revuelo mediático, asegurando que era de su propiedad y adquirida antes del matrimonio. En su comunicado, no faltó la frase de rigor: «Me he limitado a ser su esposa y su compañera en el día a día».
Se casaron en 2006, tras 14 años de noviazgo, en una ceremonia celebrada por la tarde en la ermita de Aurora, en Villanueva de la Serena. Entre los invitados figuraban consejeros de Sanidad y Agricultura, el presidente de la Diputación de Badajoz y Ramón Ropero.
No fue la única crisis reputacional. En 2009, la prensa destapó que su hija había recibido una vacuna contra la tosferina de forma presuntamente irregular, en un momento de escasez de dosis. Gallardo se defendió alegando que desconocía las restricciones. Un episodio más que contribuyó al desgaste de su imagen pública. Tiene, además, otro hijo del que no ha trascendido prácticamente nada. Tampoco se conocen sus aficiones ni intereses personales: todo en él parece girar exclusivamente en torno a la política.
Hoy, con 50 años, aforado y aún al mando en la Diputación pacense, Gallardo intenta esquivar el juicio que se avecina por la contratación del hermano de Pedro Sánchez. Para lograr su aforamiento, ha tenido que mover ficha rápido: una diputada del PSOE ha dimitido, y cuatro personas antes que él en la lista electoral renunciaron a su escaño para que pudiera entrar a tiempo en la Asamblea de Extremadura antes del 29 de mayo. Un movimiento quirúrgico que en cualquier otro ámbito se vería como un intento desesperado por blindarse legalmente.