Pablo Motos cumple 60 años: la gran deuda que le unirá siempre a su mujer

Nadie diría que Pablo Motos cumple este domingo 60 años, a juzgar por la vitalidad que derrocha. Tras un verano nadando con tiburones y practicando esquí acuático, ya está preparado para arrancar la temporada número 20 de El Hormiguero. Durante su descanso ha compartido imágenes con sus amigos, pero no con su mujer, Laura Llopis, que prefiere mantenerse en la sombra. Y no es casualidad: ambos decidieron hace años separar la vida privada de la pública. De hecho, hasta su boda fue secreta. «Nos casamos en el juzgado, sin sarao, por detrás, por unas habitaciones muy raras… luego nos comimos una paella, bebimos y nos fuimos a casa», recordaba el presentador con su ironía habitual.

Detrás de ese showman hiperactivo que cada noche juega con famosos y hormigas de peluche, se esconde una historia mucho más íntima y sorprendentemente romántica. Porque si hay un secreto en su vida, ese es Laura, su compañera desde hace casi tres décadas y, como él mismo repite, «la persona más importante» de su vida. Su historia juntos comenzó en Onda Cero Valencia, cuando él era un locutor con más sueños que certezas y ella ya despuntaba como productora. No hubo chispazos de película ni declaraciones grandilocuentes: lo suyo se fue construyendo poco a poco, entre cafés, guiones y confidencias. A base de pequeños gestos, él la conquistó, y ella decidió acompañarle en un camino que entonces parecía incierto. Hoy, con casi 30 años de relación, siguen fieles a la discreción: nada de alfombras rojas ni posados forzados, aunque cada vez que él habla de ella se le nota la sonrisa.

No todo fue fácil. Mucho antes de que las hormigas invadieran la televisión, el de Requena escribía monólogos para El Club de la Comedia mientras soñaba con aparecer en pantalla. La respuesta que recibió fue demoledora: alguien con poder le dijo que era demasiado feo, que su cara no tenía personalidad, que podía ser un guionista brillante, pero nunca un presentador. Cualquiera se habría venido abajo, pero ahí estuvo Laura para recordarle lo que valía: «Pablo, tú tienes estrella. Cuando entras en un bar, pasa algo. Este tío no lo ve, pero tú eres diferente». Esa frase fue gasolina pura. Quizá sin esas palabras, hoy no veríamos a Motos cada noche liderando uno de los programas más longevos de la televisión española.

Y es que Laura no se limitó a ser un apoyo sentimental, también se implicó directamente en su carrera. Desde los primeros años del programa que lo catapultó a la fama, se convirtió en coordinadora de guiones, una pieza invisible pero fundamental en el engranaje del show. Es ella quien revisa textos, pule bromas y asegura que el frenético ritmo de cada emisión funcione como un reloj. Muchos espectadores no lo saben, pero la mujer del presentador es también parte del secreto de ese éxito.

Cuando se le pregunta por ella, el valenciano se desarma. En el pódcast ‘Tengo un plan’ la definió como «mucho mejor persona» que él mismo y confesó que se «dejaría matar por ella». Le fascina la ilusión con la que vive, que canta sola en casa, que habla en voz alta, que sonríe incluso con lo más simple. Esa mezcla de vitalidad e inteligencia lo tiene enganchado desde hace tres décadas. Él lo resume en una etapa que llama «amor incondicional»: la certeza de que estás con la persona más importante de tu vida, aunque no haya garantías eternas. Con la honestidad que le caracteriza, admite que no sabe si estarán juntos hasta el final, pero asegura que en su cabeza hoy no existe otra posibilidad.

Ambos estaban divorciados. Laura es madre de dos hijas de una relación anterior, Cristina y Laura, y él las ha criado como si fueran suyas. Ambas trabajan también en el universo del programa: una como guionista y la otra en el equipo de atrezzo. «Son guapísimas, con talento y, sobre todo, muy buenas personas», dice con orgullo.