El potente imperio familiar de Micaela Belmont, cuñada de Sofía Palazuelo

Una semana después del enlace de Bárbara Mirjan y Cayetano Martínez de Irujo, parte de la Casa de Alba se reunirá en otro enlace del mismo abolengo aristocrático. No será en Sevilla como la del duque de Arjona, sino en Cáceres donde más de 250 invitados se reunirán para el enlace de Fernando Palazuelo y Micaela Belmont tras siete años de discreto noviazgo.

Será el sábado 11 de octubre cuando cambien de estado civil y lo harán en un lugar con gran significado para ambos, en el Palacio de Godoy, que el novio ha rehabilitado de la mano de Hilton. De esta forma, la imponente propiedad del siglo XVII, una de las más destacadas de la ciudad extremeña, se ha convertido en un hotel de cinco estrellas y en el escenario principal de un enlace de tales características.

Tanto Fernando Palazuelo como Micaela Belmont son propensos a llevar un perfil bajo y apenas existen evidencias físicas de su relación. La única vez que les hemos podido ver posar juntos fue en la boda de Beltrán Palazuelo con Eugenia Hernández Antolín Cabello de los Cobos. Con esta unión, Micaela no solo se integra a uno de los círculos más exclusivos de la nobleza europea, sino que refuerza su conexión con el mundo cultural y patrimonial, ya que la familia Palazuelo también se ha destacado en el ámbito de la restauración de bienes históricos y la arquitectura.

Aunque Micaela Belmont no es una gran conocida en España de momento no sucede lo mismo en su país de origen, Perú, donde ha conseguido ganarse un nombre en el ámbito de la interpretación. A caballo entre el teatro, la televisión y los nuevos formatos audiovisuales, su carrera se construye sobre bases sólidas: una educación artística rigurosa y un entorno familiar que ha influido durante décadas en los sectores político, empresarial y cultural del país.

«Tengo claro de dónde vengo, pero también sé hacia dónde quiero ir», detalló en una entrevista reciente Belmont. Estudió Literatura y Teatro en la Pontificia Universidad Católica de Perú, una doble formación que marca su enfoque hacia el arte escénico con una mirada crítica, narrativa y profundamente reflexiva. Centró su tesis final en la literatura de Borges y la relectura del canon occidental. A lo largo de los años, ha complementado su formación con talleres en Perú y el extranjero, en disciplinas como actuación, guion y showrunning, preparándose para ocupar no solo el escenario, sino también roles detrás de cámaras.

Saltó a la fama local con su papel en Los Vílchez, serie televisiva donde interpretó a Uchi, personaje que capturó la atención del público juvenil. Luego formó parte del elenco de Torbellino, 20 años después, demostrando versatilidad y proyección. Actualmente, ha comenzado a posicionarse en el circuito europeo, participando en proyectos audiovisuales en España y ampliando su proyección internacional.

Micaela es hija de Diana Álvarez-Calderón, exministra de Cultura durante el gobierno de Ollanta Humala, abogada de profesión y figura destacada en el ámbito público nacional. Su padre, Rafael Belmont, fue un empresario vinculado a Perufarma, una importante importadora en el sector farmacéutico. Lamentablemente falleció en noviembre de

2019. «3 años y no hay un día que no piense en ti, pa», escribió en 2022 junto a una imagen de ambos sonriendo. «Te extraño tanto. Has sido el mejor papá que una hija puede tener. Cada vez que miro la luna pienso en ti», dijo sobre otra instantánea.

Su linaje político no termina allí: entre sus antepasados figura Luis Gallo Porras, exvicepresidente y primer ministro del Perú a inicios del siglo XX, así como otros familiares vinculados a la administración pública, el derecho y la diplomacia. Este entorno la ha expuesto desde temprana edad a la interacción entre poder, cultura y sociedad.

El apellido Belmont tiene un peso significativo en el mundo empresarial peruano. Aunque Micaela pertenece a una rama distinta, su familia forma parte del entramado que dio origen a dos de las compañías de venta directa de cosméticos más importantes del país: Yanbal y Belcorp. Estas empresas, lideradas por distintas ramas de la familia, han promovido el emprendimiento femenino en América Latina y continúan siendo referentes del modelo de negocio basado en redes.

Además de la industria cosmética, la familia ha invertido en sectores como la impresión (Metrocolor), restauración patrimonial y promoción cultural. Algunos de estos proyectos han buscado rescatar espacios históricos tanto en Lima como en ciudades europeas, combinando negocio y preservación arquitectónica.