Diane Keaton, junto a Woody Allen, en Annie Hall
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La historia de amor inacabada de Diane Keaton y Woody Allen: «Todavía le amo»
Aunque también salió con Al Pacino y Warren Beatty, el director de Annie Hall fue su gran amor
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En un mundo que a menudo idealiza la idea del «felices para siempre», la difunta Diane Keaton creó de forma discreta una historia diferente. La actriz, cineasta e icono de la moda ha vivido una vida a su manera. Ha formado parte de varias historias románticas en la gran pantalla, pero fuera de ella siempre se ha resistido a la institución del matrimonio. Para ella, elegir no casarse nunca fue una rebelión; fue simplemente un instinto.
Su historia romántica es digna de leyendas del cine. Woody Allen, Warren Beatty y Al Pacino: cada una de sus relaciones capturó un momento particular de su vida y, a su manera, la moldearon. Sin embargo, Keaton nunca ocultó su postura. «No quiero ser esposa. No», dijo una vez, con total naturalidad y firmeza. El matrimonio, para ella, exigía una rendición a la que no estaba dispuesta. Desde pequeña, comprendió que el amor podía existir sin licencia, que el afecto y la independencia no tenían por qué ser fuerzas opuestas.
Sobre Pacino dijo que «estaba loca por él» y le definió como «encantador, divertidísimo, un hablador incansable». «Había algo en él que era como un huérfano perdido, como una especie de sabio idiota y loco. ¡Y qué guapo era!». A Beatty, en cambio, le conoció antes de que este se casase con Annette Bening. Protagonizó con él la película Reds y confesó que era un personaje brillante. «Tan complejo y encantador. Debería haber hecho más películas».
Sin embargo, si hay alguien de quien no fue capaz de olvidarse nunca fue de Woody Allen. Desde el momento en que se conocieron a finales de 1968, en una audición para su obra de teatro, Tócala otra vez, Sam, debió ser obvio que ella estaba loca por él. De hecho, se había enamorado de él mucho antes, mientras lo veía actuar en televisión. Pronto, la actriz californiana de 22 años, poco conocida, se convirtió en su compañera bobalicona. Era divertido estar con ella: no era de una belleza clásica, pero poseía una sonrisa radiante.
Durante los más de cinco años que Diane y Woody estuvieron juntos, la actriz, que se autodenominaba «neurótica» e insegura, sufría de una intensa bulimia que la llevaba a ingerir hasta 20.000 calorías al día de las que luego se deshacía de la peor manera. Fue ella misma quien lo confesó en su autobiografía Ahora y siempre: memorias.
La pareja durante un ensayo de Tócala otra vez, Sam
Con frecuencia, cancelaba citas con Woody para quedarse en casa y atiborrarse de «un cubo de Kentucky Fried Chicken, varias porciones de patatas fritas con queso azul y kétchup, un par de cenas precocinadas, almendras cubiertas de chocolate, una botella grande de 7Up, medio kilo de crocante de cacahuete, M&Ms, jugo de mango, un bizcocho de Sara Lee y tres tartas congeladas de plátano y crema». «Las exigencias de la bulimia», escribió, «eclipsaron la fuerza de mi deseo por Woody. Patético, pero cierto».
En sus mejores momentos, en cambio, Diane Keaton escribió que ella y Woody caminaban por Nueva York de la mano y observaban a la gente durante horas. «Tenía mucha estilo, con sus gafas gruesas y trajes cool, pero fueron sus modos los que me atraparon, su manera de gesticular, sus manos, la forma en la que se menospreciaba».
Fotograma de Manhattan
La propia Keaton desveló que él se enamoró de ella porque «tenía debilidad por las chicas neuróticas» y que le ponía apodos como «monstruo» y «cabeza de lámpara». «Compartíamos eso de burlarnos el uno del otro; él podía elaborar insultos y yo podía responderle. En algún momento pensé que Woody era como una cucaracha que no podía matar, fue una época muy divertida».
Sin embargo, terminaron rompiendo su relación, aunque eso no impidió que siguieran trabajando juntos. De hecho, dos años después de su ruptura estrenaron Annie Hall, que el cineasta escribió de forma autorreferencial –el apellido de la actriz es Hall, se lo cambió a Keaton al haber otra intérprete con su mismo nombre– y le dio su Oscar como mejor actriz.
La amistad duró años y durante años recordó con nostalgia: «Extraño a Woody. Se estremecería si supiera cuánto me importa, pero soy lo suficientemente inteligente como para no tocar el tema. Sé que le repugna la naturaleza grotesca de mi afecto... ¿Qué se supone que debo hacer? Todavía le amo».