La cantante Tamara explica por qué sigue compartiendo casa con su exmarido dos años después

Han pasado casi dos años desde que Tamara y Daniel Roque decidieron poner fin a su matrimonio, pero su historia no se ha roto del todo. Se ha transformado. La cantante lo contó este lunes durante la presentación del documental Lo que nadie quiere ver, dirigido por Richard Gere y su esposa Alejandra, donde habló con sinceridad de una etapa personal que hasta ahora había mantenido en silencio. Explicó que siguen viviendo juntos y que, lejos de ser una rareza, es la manera que ambos han encontrado de poner a la familia por delante.

La artista asegura que el cariño no ha desaparecido, simplemente ha cambiado de forma. «El amor no se acaba, se transforma», dijo, dejando claro que ya no ama a Daniel como pareja, pero sí lo quiere como padre de sus cuatro hijos. Tras más de dos décadas de convivencia, considera natural que esta transición se haga con calma, cuidando la estabilidad de la casa. «Son 21 años viviendo con una persona. Las cosas hay que hacerlas bien», recordó.

Esa convivencia, lejos de generar tensiones, se ha convertido en un apoyo mutuo. «Él está en casa con los niños mientras yo voy a eventos y luego se va él a trabajar», explicó. Incluso este año pasarán las navidades juntos, como siempre. Tamara insiste en que la separación no fue impulsiva, sino una decisión profundamente meditada, tomada cuando sintió que la magia como pareja ya no estaba, aunque el respeto permanecía intacto. «Ha sido una decisión muy reflexionada», aseguró.

También sorprendió al afirmar que, si su exmarido volviera a enamorarse, ella sería la primera en alegrarse. «Estoy deseando», dijo entre risas, dejando claro que ha cerrado esa etapa sin rencor y con total naturalidad.

Al mismo tiempo, la intérprete (conocida como la reina de los boleros) vive un descubrimiento personal: la experiencia de estar sola por primera vez. «Nunca lo he hecho. Me fui de casa de mis padres directamente a vivir con Daniel», confesó. Ahora disfruta de pequeñas libertades que antes no tenía, como ver la serie que quiere «sin compartir mando». Y reconoce que está abierta a que el amor vuelva a su vida cuando tenga que hacerlo.

Para comprender la solidez del vínculo que mantienen basta recordar lo que han vivido juntos. Su hijo pequeño, Héctor, tiene un diagnóstico de TEA leve, una noticia que les golpeó como familia y que los unió aún más incluso cuando su relación sentimental atravesaba dificultades. Esa realidad explica por qué para ambos es importante seguir funcionando como un equipo.

Su historia comenzó el 21 de mayo de 2005, cuando se dieron el «sí, quiero» en la parroquia de San Lorenzo de Sevilla. Ella, vestida con un diseño de Hannibal Laguna, irradiaba ilusión. Desde el principio tenían un sueño común: formar una familia grande. Y lo consiguieron. En 2006 nació su primera hija, Daniela; después llegaron Leandro en 2009, Valentina en 2012 y, finalmente, Héctor en 2015. Cuatro hijos que hoy son el centro de su vida y el principal motivo por el que han decidido que, aunque su matrimonio haya terminado, su historia como familia continúe unida.