Escena final de Malas herencias, con María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza; fotografía de Manuel Compañy (c. 1903)
Hace 100 años en El Debate
1 de febrero de 1922: la renovación del Teatro Español
Durante los años 20 y 30 del siglo pasado, en el escenario del Teatro Español fue cobrando gran importancia en el teatro clásico pues apenas este género existía para el público y ante esta preocupación, compañías dramáticas como Guerrero-Díaz de Mendoza entre otras, quiso mantener viva el repertorio clásico pues veía en él un posible caudal para renovar la escena española.
De esta forma, Fernando Díaz de Mendoza, considerado uno de los mejores actores de teatro de la época y que había realizado una labor excelsa por el arte dramático nacional, iniciaba una reforma en las técnicas de la interpretación del teatro de verso resucitando en el escenario «triunfos de pasadas épocas». El periódico informaba de la posible propuesta de Díaz de Mendoza al Ayuntamiento para adaptar las obras a las necesidades de un teatro moderno y adaptándose a los nuevos gustos y tendencias con el propósito de «hacer del Español uno de los teatros más elegantes de la Corte, imprimiéndole ese sello de distinción y elegante sobriedad que los ilustres actores [María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza] saben poner poner en todo».
Una de las propuestas en su pliego de reforma era el referente a las representaciones de obras extranjeras con un valor artístico de carácter universal.
La compañía Guerrero-Díaz de Mendoza, en su intento de renovar el escenario teatral, daba preferencia a los autores vivos consagrados, pero también daban oportunidades a jóvenes promesas. Por otro lado también se nutrían de un gran repertorio de obras traducidas del teatro extranjero. Y en su mantenimiento de las obras clásicas, programaron sesiones especiales dedicadas al teatro del siglo de oro bajo el nombre de Lunes clásicos, donde se representaban de un modo semejante al que hoy entendemos por lecturas dramatizas, obras poco conocidas.
En este sentido, la compañía se trasladaba al teatro Español mientras que el teatro de la Princesa, en su posesión desde 1908, estaría dedicado a giras artísticas de compañías extranjeras.