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26 de abril de 2024

Francisco Franco junto a Ramón Serrano Suñer

Francisco Franco, junto a su cuñado Ramón Serrano Suñer

¿Serrano Suñer dejó de ser ministro de Exteriores por culpa de una mujer?

¿Fueron los amoríos la causa de que Francisco Franco lo cesase de su cargo en 1942?

Ramón Serrano Suñer es, sin lugar a dudas, el más y supuestamente germanófilo de todos los ministros de Franco. Su total germanofilia en la actualidad resulta muy cuestionable, siempre muy inferior a la de Yagüe o a la de Muñoz Grandes, aunque real como ocurría con casi todos los españoles de la época. Ya en su primera entrevista con Ribbentrop, el orgulloso Serrano Suñer salió enfadado pues pasó del Ministerio de la Gobernación (31 de enero de 1938-16 de oct. de 1940) al de Asuntos Exteriores (17 de oct. de 1940-3 de sept. de 1942), cargo que deseaba y, que en cierta forma, venía ya ocupando hasta el momento en que fue sustituido por el militar general conde de Jordana.

Especulaciones

Sobre el cese de Serrano Suñer por su cuñado se ha escrito, se ha especulado y se ha cotilleado mucho. Entre las hipótesis que durante un tiempo se barajaron fue su salida de Asuntos Exteriores como consecuencia de su desordenada vida familiar; de la presión que sobre el Caudillo hicieron las hermanas Polo, Carmen y Zita.
Durante su paso por el Palacio de Santa Cruz Serrano Suñer, casado con Zita Polo, mantuvo una relación extramatrimonial con María Sonsoles de Icaza y de León, marquesa de Llanzol por matrimonio con Francisco de Paula Díez de Rivera y Casares.
María Sonsoles de Icaza era hija de Francisco Asís de Icaza y Beña y Beatriz de León y Loynaz. Su padre era el embajador de Méjico y un reconocido poeta. Su madre miembro de una familia de la nobleza española.

La elegancia en persona

Era una de las mujeres con más estilo, glamour y deseadas de su tiempo. Fue amiga del diseñador de alta costura Cristóbal Balenciaga, de quien fue musa y le diseñó incluso los vestidos de comunión de sus hijas. Era considerada una de las mujeres más elegantes de España. Sobre ella comentaba el modisto Elio Berhanyer: «Cuando (Sonsoles de Icaza) caminaba por la Gran Vía, las mujeres se giraban». No era especialmente guapa, pero destacaba por su personalidad y elegancia. En los años cuarenta María Sonsoles de Icaza mantuvo una relación con Ramón Serrano de la que nació Carmen Díez de Rivera.
Sonsoles de Icaza

Sonsoles de Icaza

Muchos historiadores han especulado que la salida de Serrano de Exteriores fue consecuencia de la presión de la mujer del Caudillo y de su hermana Zita Polo, mujer de Serrano, para que Ramón fuese castigado por su infidelidad. Franco era, en teoría, poco comprensivo con estos defectos por causa de las relaciones entre sus padres. Franco idolatraba a su madre. Pero esto nunca supuso un problema para el Caudillo, así, por ejemplo, Millán-Astray tuvo a su única hija Peregrina Millán-Astray Gasset fuera del matrimonio si que esto afectase a su papel en el Régimen. El franquismo era menos mojigato de lo que nos quieren hacer creer.

Distanciarse de Hitler

En la actualidad sabemos que la marquesa de Llanzol no fue el motivo del cese de Serrano. Stanley G. Payne y Jesús Palacios han publicado los recuerdos de Carmen Franco sobre la grieta familiar que se produjo en aquellos años entre las dos familias. En casa de los Franco no se hablaba del tema. El cese de Serrano rompió la relación entre los dos cuñados y por extensión entre las dos familias. Recuerda Carmen:
El cese de Serrano Suñer no fue motivado por su aventura con María Sonsoles de Icaza. A finales de 1942 la Operación Barbarroja era cosa del pasado y el Frente Ruso se vislumbraba ya como la tumba que iba ser del III Reich. Franco comenzaba lentamente, pero con decisión, a separarse de la Alemania hitleriana pues veía ya su derrota en el horizonte. Entre los pasos que fue dando estaba cambiar un ministro de apariencia germanófilo, que había pronunciado la famosa frase de «¡Rusia es culpable!» que había llevado al envío de la División Azul al Frente Ruso, por otro ministro de Exteriores menos marcado, que podía suponerse como aliadófilo, y que iba a resultar fundamental para intentar normalizar las relaciones con Londres y Washington.
Lo cierto es que tanto Serrano como Jordana solo cumplían las órdenes de Franco, que era quién marcaba la política exterior de España; una política pensada para el exclusivo beneficio de España y del régimen franquista. Franco y Serrano, tan unidos en tiempos de la Guerra Civil y del comienzo de la II Guerra Mundial, nunca más volvieron a tener buenas relaciones.
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