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25 de abril de 2024

El  vulcanólogo Harry Glicken

El vulcanólogo Harry Glicken

Picotazos de historia

El destino del vulcanólogo Harry Glicken

Esquivó a la muerte en la erupción del Monte Santa Elena, pero solo retrasó su destino; moriría en la erupción del volcán Monte Unzen (Japón)

El 18 de mayo de 1980, a las 8:33 de la mañana, en el condado de Skamania del Estado norteamericano de Washington, se produjo una de las mayores erupciones volcánicas del siglo XX. El monte Santa Elena entró en erupción. Un minuto antes se había producido un desprendimiento de tierras en la ladera norte del monte, que debilitó el volcán y que dio origen a una erupción que produjo una nube caliente que viajó a más de mil kilómetros por hora matando a todo lo que encontró a su paso.
Murieron personas que se encontraban a treinta kilómetros de distancia. El balance de víctimas totales fue de 57 muertos y 23 cadáveres jamás se encontraron. Uno de los cuerpos que jamás apareció fue el del geólogo David Johnston, quien se encontraba en un observatorio a diez kilómetros del volcán y que fue el primero en notificarlo. Pero Johnston no tenía que haber estado allí.
Erupción del Monte Saint Helens el 18 de mayo de 1980

Erupción del Monte Saint Helens el 18 de mayo de 1980

Harry Glicken, estudiante de vulcanología y protegido de Johnston, había estado a cargo de las comprobaciones desde el puesto de observación, pero había sido sustituido por Johnston el día antes. Glicken había recibido una llamada desde la Universidad de California, se le convocaba para una entrevista con el profesor que dirigía su tesis de graduación. Esa casualidad le salvó la vida.
Glicken desarrolló una brillante carrera en su campo, pero jamás pudo quitarse de encima la angustia que le producía la muerte de su amigo Johnston. En noviembre de 1990 viajó a Japón para estudiar las actividades del volcán Monte Unzen, en Nagasaki. El volcán había estado inactivo durante casi 200 años, pero volvía a mostrar señales de actividad. El 2 de junio de 1991 Glicken fue a la base del volcán para realizar unas comprobaciones. Al día siguiente el volcán entró en erupción arrojando un gran flujo piroclástico. El desastre produjo 43 muertes, entre ellas la de Glicken. Aquella vez el vulcanólogo no esquivó su destino, solo lo retrasó.
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