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25 de abril de 2024

Cuadro del pintor filipino Telesforo Sucgang que recoge la llegada de Miguel López de Legazpi y fray Andrés de Urdaneta a Filipinas

Cuadro del pintor filipino Telesforo Sucgang que recoge la llegada de Miguel López de Legazpi y fray Andrés de Urdaneta a Filipinas

Cómo un español abrió el camino a Asia a través de Filipinas

Por encargo de Felipe II, Miguel López de Legazpi y fray Andrés de Urdaneta fueron los encargados de trazar una ruta desde América hasta Asia

Después de la primera vuelta al mundo que había culminado Juan Sebastián Elcano, el guipuzcoano reclutó tripulantes en su villa de origen, Guetaria, de donde también salieron dos hermanos suyos, marineros expertos, y un cuñado, el clérigo Juan de Arizaga, que embarcaron de La Coruña el 24 de julio de 1525. La misión de esta segunda flota era llegar a la Especería, pero como la anterior, con prohibición absoluta de tocar territorios de Portugal. Fray Juan García de Loaysa fue el capitán general de la expedición. Durante la derrota del gran océano se dispersó la flota. A una nave, la San Lesmes, se le atribuye el haber llegado primero a Nueva Zelanda, donde algunos maoríes tienen a gala ser sus descendientes.
Sin embargo, falleció el comendador Juan García de Loaysa, quedando Juan Sebastián Elcano por segunda vez al mando de una expedición. Pero el 4 de agosto de 1526 también sucumbió a las inclemencias del viaje. El 4 de septiembre avistaron la isla, que Magallanes denominó de los ladrones. En ella se les acercó una canoa, donde un nativo saludó a la manera española, subiendo a bordo. Allí se presentó como el marinero Gonzalo de Vigo, perteneciente a la Trinidad, de la flota de Magallanes, y único superviviente de aquellos tres que se quedaron en las islas. Su conocimiento de los mares y de las lenguas les sería de gran utilidad.
Los españoles llegaron a las islas de las Especias, pero en las islas tuvieron que combatir a los portugueses, quienes defendían los derechos de su demarcación. En aquellos combates destacó Andrés de Urdaneta, escribano de la expedición, hijo del alcalde de Ordizia, que aprendió la lengua malaya. Cuando el emperador Carlos V decidió entregar sus derechos sobre las islas a su cuñado y primo, Juan III de Portugal, Urdaneta volvió junto a su hija malaya a España, donde entregó su informe al emperador. Posteriormente, su hija Gracia, con la dote que le envió su padre desde América, casó en Ordizia con Lope de Ayzaga, con quien tuvo ocho hijos. Después de una vida como empresario minero, entró en la orden agustina en ciudad de México, llegando a ser maestro de novicios.
No obstante, la Providencia le iba a traer otros designios. El 24 de septiembre de 1554, Felipe II escribió a Urdaneta sobre la necesidad de que embarcarse en la expedición que organizaba el virrey Luis de Velasco para abrir el camino hacia Asia desde América. El Virrey nombró a Miguel López de Legazpi como jefe de la expedición. Legazpi era natural de Zumárraga, y familiar de Andrés de Urdaneta. Su perfil no era el de un descubridor de primera generación; viudo con nueve hijos, llevaba 36 años en Nueva España, donde había ocupado cargos de gerencia como escribano y alcalde mayor de México. A su vez, Andrés de Urdaneta embarcaba como superior de los religiosos que partían y en calidad de piloto. En la expedición se partió con abundancia de alimentos que evitasen el escorbuto. También se evitó el reclutamiento de aventureros y la procedencia plural de los componentes, que evitase enfrentamientos y motines, como el de Magallanes, con los bandos de «portugueses» y el de «españoles».
El 21 de noviembre de 1564 salió la flotilla de Bahía de la Navidad, en Jalisco. Cuando López de Legazpi abrió sus órdenes lacradas en alta mar, descubrió que su objetivo eran las islas Filipinas. El 8 de mayo de 1565 llegaron a Cebú, donde hallaron el Santo Niño Jesús de Cebú, regalo que dio Magallanes en 1521 a la reina de Cebú en su bautismo, y en la actualidad es un centro de gran religiosidad popular. Los lugareños aceptaron la soberanía española por la protección que suponía frente a los traficantes de esclavos que infestaban aquellos mares. El principal problema era la vuelta a América: su imposibilidad impedía el comercio con China y Japón.
El 1 de junio de 1565, el P. Urdaneta, junto al capitán Felipe de Salcedo, nieto de Legazpi, partió hacia México. El P. Urdaneta decidió la ruta nordeste, que podía enlazar con vientos del oeste y alguna corriente marina que fuese en aquella dirección. Esta ruta era la corriente marina del Kuro-Shivo a lo largo del paralelo 42° de latitud norte. El 8 de octubre llegó Urdaneta con 18 supervivientes a la bahía de Acapulco. El tornaviaje había recorrido 14.157 km y había durado 130 días. El guipuzcoano escribió su ruta de tornaviaje y la confió a la Real Audiencia de México. El 2 de mayo, ambos agustinos, Andrés de Urdaneta y Andrés de Aguirre, fueron a España para ser recibidos en persona por el propio Felipe II. El P. Aguirre excitado, el envejecido P. Urdaneta, viendo en los rasgos de aquel monarca cuarentón el parecido con aquel emperador que le recibió cuando era mozuelo. El 13 de junio de 1567 volvieron a su convento de México. El 3 de junio de 1568, los riñones de aquel endurecido vasco dejaron de funcionar, pero el tornaviaje estaba resuelto y era español. En cuanto al padre Andrés de Aguirre, volvió a Filipinas, donde murió como misionero en 1593.
Entretanto, López de Legazpi fue confirmado como gobernador de las islas. El 24 de junio de 1571 fundó la ciudad de Manila. El guipuzcoano fue un buen gobernador, liberó a los esclavos, incrementó el comercio con China y favoreció la evangelización iniciada por los agustinos. No obstante, en 1572, un anciano Miguel López de Legazpi falleció, uniéndose a la gloriosa lista de los conquistadores que habían dado un nuevo dominio a la corona española. La ruta hacia Asia estaba abierta, y la base de asentamiento español se fijaba en las Filipinas. El denominado Galeón de Manila, la ruta comercial entre Manila y Acapulco, se hará de forma regular una o dos veces al año, durante 250 años, hasta el fin de la presencia hispana en el continente americano.
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