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27 de abril de 2024

Los camisas negras en Bolonia, con Benito Mussolini al frente, en la «Marcha sobre Roma»

Los camisas negras en Bolonia, con Benito Mussolini al frente, en la «Marcha sobre Roma»

Centenario de la Marcha sobre Roma

La inexistente marcha del fascismo sobre Roma

Para el régimen fascista, el 28 de octubre de 1922 representó el primer paso en la «Conquista del poder» por Mussolini

Este otoño está marcado por el centenario de la Marcha sobre Roma, expresión con la que este movimiento quedó registrado en los libros de Historia y en la memoria colectiva europea. Para el régimen fascista, el 28 de octubre de 1922 representó el primer paso en la «Conquista del poder» por Mussolini, el día en que 25.000 squadristi (camisas negras) marcharon sobre Roma en un espectáculo amenazador que convenció al Rey (Emmanuel III) a instalar al futuro Duce como Jefe de Estado, el primer paso para la inauguración del régimen fascista en 1925. Recientemente, un bloguero norteamericano comparó dicho evento con el asalto instigado por Trump al Capitolio en enero de 2021, «En octubre de 1922, [Mussolini] encabezó una marcha de 25.000 camisas negras, armados con porras, a través del Capitolio (¡sic!), en una demostración deliberada de fuerza pensada para intimidar al Parlamento» y conseguir «la disolución del Gobierno democráticamente elegido». El resultado fue un coup d´état contra el Estado y, comparándolo con el intento de golpe de los partidarios de Trump, este fue, en su opinión, una Marcha sobre Roma «a medias».

Mussolini no lideró a los squadristi armados con porras a través de las calles de la capital

Irónicamente, y sin saberlo, el bloguero anti-Trump ha perpetuado una historia ficticia. Mussolini no lideró a los squadristi armados con porras a través de las calles de la capital. El Estado democrático nunca fue amenazado. El legítimo Primer Ministro, Luigi Facta, mantuvo el control de la situación, tras convencer al Rey de que debía firmar un decreto promulgando el estado de emergencia, y que le otorgaba plenos poderes para enviar tropas a mediodía del 29 de octubre y aplastar cualquier tentativa sobre Roma, por lo que se habían empapelado las paredes romanas con manifiestos que advertían a los fascistas acerca de celebrar cualquier tipo de desfile. Sin embargo, el Rey (que como muchos monarcas de la época no era un fan de la democracia y admiraba cómo los squadristi habían derrotado a los militantes comunistas dos años antes) cambió de parecer y rechazó firmar el decreto.
En el congreso del PNF celebrado en Nápoles en octubre de 1922. A la izquierda De Bono, el joven Balbo, en el centro Mussolini con camisa negra, la faja en el cuerpo, detrás De Vecchi y posiblemente Michele Bianchi, a la derecha con el fez en la cabeza, Aurelio Padovani

En el congreso del PNF celebrado en Nápoles en octubre de 1922

En ese momento Facta renunció, por lo que el Rey fue capaz de nombrar a Mussolini en su lugar. El Parlamento nunca fue disuelto, ni Facta fue expulsado del poder. En realidad, los camisas negras se habían reunido en los suburbios de la ciudad esperando instrucciones, mientras Mussolini había permanecido en las oficinas de su periódico en Milán, preparado para huir a Suiza en un coche si las cosas iban mal en Roma y se ordenaba detenerle por sedición. Invitado a la capital por el Rey para formar gobierno, llegó en el tren nocturno Milán-Roma el 30 de octubre, vestido de civil tras haber dormido confortablemente en una litera. Los exhaustos squadristi celebraron su triunfal mitin sin Mussolini, quien estaba muy ocupado nombrando ministros. Durante los dos siguientes años hizo caso omiso de los procedimientos democráticos para que los fascistas pudieran dominar el Gobierno. Sin embargo, no intentó tomar el poder como Duce hasta que se vio obligado a hacerlo tras el asesinato de un parlamentario socialista por un camisa negra.

En octubre de 1922 no hubo una «Marcha sobre Roma», ni un golpe de Estado, ni actos épicos violentos ni de auto sacrificio

En resumen, en octubre de 1922 no hubo una «Marcha sobre Roma», ni un golpe de Estado, ni actos épicos violentos ni de autosacrificio. Realmente fue un anticlímax. Mussolini, al igual que Trump, evitó cuidadosamente mostrarse como un líder militar o un héroe nacional a la cabeza de sus violentos partidarios por las calles.
El desfile (no la marcha) de los squadristi el 31 de octubre de 1922

El desfile (no la marcha) de los squadristi el 31 de octubre de 1922Roger Griffin

Entonces, ¿por qué tantos congresos universitarios y periódicos ahora están creando un escándalo por el centenario de una marcha inexistente? ¿Por qué un documental sobre aquel hecho se mostró en la Bienal de Venecia de 2022? ¿Por qué los artículos periodísticos que se refieren a la admiradora de Mussolini y nueva primera ministra de Italia abren sus titulares con su «marcha sobre Roma»? Es porque tan pronto como Mussolini fue llamado a Roma, la máquina propagandística del PFI (el Partido Fascista) se puso en marcha. Antes de que tomaran su curso los acontecimientos, la reunión un tanto caótica de squadristi cerca del centro de la capital había comenzado a ser mitificada como la «victoria del fascismo» y la primera etapa de su inexorable «conquista del poder».
El 29 de octubre, cuando Mussolini se levantó de su cama, los titulares de su periódico, Il popolo d’Italia, anunciaban el nacimiento de la Italia fascista, y casi inmediatamente se comenzó a rodar una película de propaganda política, La marcia su Roma, que fue estrenada antes del fin de aquel mismo año, y en la que los caóticos eventos pasaron a ser una épica del coraje revolucionario. Además, fue el tema central de un gran evento celebrado en Roma en 1932 dedicado a su décimo aniversario, la Exposición de la Revolución Fascista, que tuvo cuatro millones de visitantes (no todos voluntarios) e, incluso, se introdujo un calendario fascista en paralelo al Gregoriano en el que el 29 de octubre de 1922 pasó a ser el día 1 del año 1 de la Era Fascista. A partir de entonces, todas las publicaciones y carteles mostraron los años que habían pasado desde ese día mediante un número romano.

Tan pronto como Mussolini fue llamado a Roma, la máquina propagandística del PFI (el Partido Fascista) se puso en marcha

Como parte de esa intensa mitificación, la declaración al Parlamento de la existencia de facto de un régimen fascista el 3 de enero de 1925 fue visto por la propaganda como el clímax de la «conquista del Estado» que había comenzado con la marcha sobre Roma. En aquel momento, sin embargo, «marcha» en el nuevo lenguaje fascista había dejado de referirse a los acontecimientos de octubre de 1922, y se había convertido en una metáfora de cualquier ataque de la derecha a la democracia. Para el pintor Giacomo Balla era sinónimo del culto futurista a la velocidad. Mientras tanto, la imagen idealizada de la marcha fue mostrada como un golpe exitoso contra la democracia, e inspiró directamente el putsch de Hitler de noviembre de 1923, cuando 2.000 nazis marcharon en Múnich con la esperanza de promover una revolución.
Hitler al frente de miles de nazis en marcha

Hitler al frente de miles de nazis en marchaRoger Griffin

Aunque fue un fiasco mayor que el «no evento» en Roma, los sucesos de Múnich fueron objeto de una sacralización aún más intensa por parte del Tercer Reich, culminando el 9 de noviembre de 1935 con el solemne re-entierro de los «mártires» en el Feldherrnhalle de la Odeonsplatz de Múnich. También se llevaron a cabo marchas anuales para conmemorar el golpe fallido. Incluso hoy en día, las connotaciones míticas de la marcha siguen vivas en los círculos neofascistas, uno de los sitios web neonazis más influyentes se llama la Marcha de Hierro.
Tales hechos sugieren que, para la derecha extrema –y para la no tan extrema–, lo que importa es el mito y no la realidad, la historia falsificada y no la cuidadosamente reconstruida. Como han demostrado de diferentes maneras tanto Trump como Putin, los acontecimientos mundiales están impulsados mucho más por fantasías, conspiraciones y mentiras que por hechos contrastables y verdades. Pero los humanistas y los demócratas no deben desesperarse. ¡Debemos marchar heroicamente hacia un amanecer más brillante!
  • Roger Griffin es Profesor emérito de la Universidad de Oxford Books y autor de The Nature of Fascism (La naturaleza del fascismo) y muchas otras obras sobre el fascismo y el extremismo
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