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28 de marzo de 2024

Las avalanchas de nieve que se produjeron en el invierno de 1916

Las avalanchas de nieve que se produjeron en el invierno de 1916Fil de Fer

Picotazos de historia

El 'viernes blanco' y 'Santa Lucia Nera': el mayor desastre climático de Europa

El invierno de 1916 se caracterizó por el alto número de precipitaciones en forma de nieve que se produjeron en la zona de Val de Sole –en las Dolomitas– y que darían lugar a una sucesión de avalanchas catastróficas

Desde hace años nos machaca un invento mercantil, de origen norteamericano, denominado «viernes negro» (Black Friday para los puristas); la invención consiste en significativas rebajas (aparentemente) al día siguiente de la festividad de Acción de Gracias (el cuarto jueves de noviembre). Ahora ha surgido una réplica: el «viernes blanco» (White Friday para los puristas). Resulta que un grupo de individuos y empresas han decidido que la denominación primera está cargada de matices y connotaciones racistas, de forma implícita.
Mucho antes de que surgieran las declaraciones (pongan ustedes el calificativo que prefieran) que arriba se mencionan, existió –y existe– un viernes blanco, que fue el 13 de diciembre de 1916 (que, por cierto, cayó en miércoles), festividad de santa Lucía. Por este último motivo en Italia se le conoce como Santa Lucia Nera, debido a los trágicos sucesos que se produjeron ese día y los siguientes.

Avalanchas catastróficas

Durante la Primera Guerra Mundial los ejércitos austro húngaros e italianos combatieron en el frente de los Alpes Julianos. Esta era una área que iba desde la ciudad de Stelvio, en la frontera suiza, hasta el norte del lago de Garda. El invierno de 1916 se caracterizó por el alto número de precipitaciones en forma de nieve que se produjeron en la zona de Val de Sole –en las Dolomitas– y que darían lugar a una sucesión de avalanchas catastróficas. El conjunto de ellas se considera uno de los sucesos meteorológicos más devastadores de la historia europea. El inicio del desastre se produjo en el macizo de La Marmolada, la montaña más alta de las Dolomitas, en la cumbre del Gran Poz, a unos 3.350 metros por encima del nivel del mar. Sobre la cumbre había estado nevando copiosamente, la capa de nieve se estimaba en un grosor de entre ocho y doce metros y la lluvia que le acompañó compactó e hizo más pesadas las grandes masas de nieve. En la cumbre del Grand Poz se encontraba posicionado el primer batallón del tercer regimiento imperial de fusileros (kaiser schulzen regiment 3).
El 13 de diciembre, de madrugada, la artillería italiana empezó a disparar contra las acumulaciones de la cumbre, con idea de provocar un alud sobre los refugios de los austriacos. A las 5:30 de la mañana, un rugido sobresaltó a todo ser viviente en la zona y se produjo la primera avalancha. Más de 200.000 toneladas de nieve y hielo cayeron directamente sobre el batallón austriaco, que fue borrado por una masa blanca precedida por un frente de aire –equivalente a la onda expansiva de una explosión– con una presión de cinco toneladas por metro cuadrado. Este sería el primero de una serie de aludes que arrasarían las Dolomitas y que dejarían un balance siniestro de más de 10.000 soldados muertos o desaparecidos de ambos bandos. Está considerado como el segundo mayor desastre climático de la historia (el primero fue la avalancha del Huascarán, en Perú, el 31 de mayo de 1970). Los anglosajones lo llamaron «viernes blanco» por algún motivo que nadie conoce (y no se explica pues, como he dicho antes, esto sucedió un miércoles).
Todos los años, al inicio del deshielo, la montaña entrega el cuerpo de alguno de esos desdichados. La piel, la ropa y las armas conservadas de manera asombrosa, tras más de cien años pasados. Los rostros con la expresión de angustia y sorpresa con el que la muerte les alcanzó.
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