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28 de marzo de 2024

El Orlov es un gran diamante que forma parte de la colección del Fondo de Diamantes del Kremlin de Moscú y proviene de las minas de Golconda

El diamante Orlov, que remata el cetro de la Emperatriz Catalina la Grande de Rusia y viene de las minas de Golconda

Picotazos de historia

Los fabulosos diamantes de las minas de Golconda

Se calcula que, de unas 38 minas de diamantes que habría en el subcontinente indio, las 23 más importantes estaban en el sultanato de Golconda

«Puso el poeta en sus versos todas las perlas del mar, / todo el oro de las minas, / todo el marfil oriental; / los diamantes de Golconda, / los tesoros de Bagdad, / los joyeles y preseas de los cofres de un Nabab». El poema de Ruben Darío hace una enumeración de riquezas y menciona un lugar histórico, famoso por la fabulosa producción de sus minas: Golconda. En la India, en el delta del Godavari, se sitúan las cuencas fluviales entre los ríos Krishna y Godavari. Esta zona era el centro de un rico sultanato denominado Golconda, dentro del Estado indio de Hyderabad. Pues bien, esta zona fue, prácticamente, la única fuente mundial de diamantes de gran calidad, durante más de dos mil años.
Diamante Wittelsbach-Graff

Diamante Wittelsbach-GraffWikimedia Commons

De su producción, riqueza y belleza de sus diamantes, no solo encontramos referencias en los antiguos textos brahámicos y budistas; Plinio el Viejo los menciona y en las Mil y Una Noches seguimos las aventuras de Simbad, el marino hasta el valle de los Diamantes. Los siglos XVI y XVII fueron la época de mayor producción de las minas. Se calcula que, de unas 38 minas de diamantes que habría en el subcontinente indio, las 23 más importantes estaban en el sultanato de Golconda. Una sola de ellas, la mina de Kollur, tenía más de sesenta mil mineros trabajando al día. La sobrexplotación pasó factura y para 1830 se consideró que estaban agotadas. De hecho se perdió la memoria de la situación geográfica de muchas de ellas, hasta finales del siglo pasado que fueron localizadas por arqueólogos.

Esta zona fue, prácticamente, la única fuente mundial de diamantes de gran calidad, durante más de dos mil años

Se calcula que, a lo largo de su dilatada historia, las minas de Golconda han producido la friolera de más de diez millones de quilates, lo que es equivalente a más de dos toneladas de peso de diamantes. Las piedras más espectaculares se entregaron al Emperador mogol para que adornara con ellas el fabuloso trono del Pavo Real, que sería saqueado y robado de Agra por el sha de Persia Nader Sha, en 1738. Otras piedras se abrirían camino hasta los mercados europeos para ser adquiridos por soberanos y grandes potentados, quienes los exhibirían con orgullo y vincularían a sus dinastías y linajes.
La Reina Victoria luce el Koh-i-Noor como broche, por Franz Xaver Winterhalter

La Reina Victoria luce el Koh-i-Noor como broche, por Franz Xaver Winterhalter

De estos diamantes que alcanzan la categoría de fabulosos, bien por el tamaño y talla, bien por la rareza del color y tonalidad, bien por la pureza exquisita, tenemos dos categorías: los localizados y los perdidos. De los primeros no hay problema, se saben dónde están, quién los tiene y, en muchos casas, es posible admirarlos tras el abono de la entrada. De los otros es más complicado hablar. Algunos desaparecieron para dar lugar a otras piedras con nombres diferentes, como sucedió con el diamante Pitt (origen de la fortuna y carrera política de la familia de estadistas ingleses) y de donde saldría el Regente (comprado por el regente de Francia, duque de Orleans y que acabó como pomo de la espada de Napoleón el día de su coronación. Hoy considerado tesoro nacional de la República Francesa).Otros desaparecieron y su paradero nos es desconocido hasta el día de hoy. De algunos ni siquiera sabemos si siguen existiendo o fueron destruidos o alterados, pero sus nombres resuenan en la historia y en la memoria: el Florentino Amarillo, el Akbar, el Nizam, el Gran Mogol, el Espejo de Portugal...
Otros tenemos la fortuna de poder admirarlos engarzados en preciosa filigrana como orgullosas piezas de la regalía de un Monarca o, más prosaicamente, del patrimonio de alguna empresa multinacional: el Koh-I-Noor, su hermana la rosada Daria-I-Noor, el Nassak, el Hope, el rarísimo Dresde Verde o el fabuloso Orlov, que remata el cetro de la emperatriz Catalina la Grande de Rusia, son algunos de ellos. Pero hay una cosa que todos ellos tienen en común. Todos proceden de las legendarias minas de Golconda.
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