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02 de mayo de 2024

Por España y por el rey, Gálvez en America, donde se muestra al militar español Bernardo de Gálvez durante la Batalla de Pensacola

Por España y por el Rey, Gálvez en América, donde se muestra al militar español Bernardo de GálvezAugusto Ferrer-Dalmau

Cinco españoles que han sido determinantes en la historia de Estados Unidos

La Corona española entre los siglos XVI y XIX gobernaba casi todo el continente americano: los territorios españoles comprendían más de la mitad del actual Estados Unidos

«Si no hubiera existido España hace cuatrocientos años, no existirían hoy los Estados Unidos», sentencia el periodista e historiador estadounidense Charles Fletcher Lummis en su obra Los Exploradores españoles del Siglo XVI. Más adelante explica que «la razón de que no hayamos hecho justicia a los exploradores españoles es sencillamente porque hemos sido mal informados. Su historia no tiene paralelo» y afirma también que «la exploración de las Américas por los españoles fue la más grande, la más larga y la más maravillosa serie de proezas que registra la Historia…»
La realidad es que la Corona española entre los siglos XVI y XIX gobernaba casi todo el continente americano: los territorios españoles comprendían más de la mitad del actual Estados Unidos. Juan Ponce de León sería el primero en pisar suelo norteamericano en 1513 cuando el 27 de marzo avistó una isla a la que bautizó como La Florida y donde arribó el 3 de abril pensando que no era más que otra gran isla, y no parte de un inmenso continente, como era en realidad: acababa de descubrir Norteamérica.
A su hazaña le siguieron Hernando Soto en 1539 quien exploró el sur de los EE. UU. y murió en las riberas del río Misisipi. Cinco años más tarde, Francisco Vázquez Coronado, partiendo desde Ciudad de México con 1.000 soldados, exploró California, Arizona, Nuevo México, Arizona, Texas, y Oklahoma, descubriendo el Gran Cañón. En 1542 Juan Rodríguez Cabrillo y Bartolomé Ferrelo llegaron por la costa hasta Oregón. Y así un sinfín de exploradores y conquistadores españoles que forjaron Estados Unidos mucho antes de que los peregrinos ingleses del Mayflower llegaran a pisar el mismo suelo.
Desde El Debate recordamos las historias de cinco españoles que fueron determinantes en la historia de Estados Unidos.

Pedro Menéndez de Avilés

Su situación familiar y una innata vocación marina, Pedro Menéndez se alista como grumete a los 14 años y con la edad de 30 consigue primero del regente Maximiliano II y más tarde, una segunda de Carlos V, su primera «patente de corso» para desarrollar su actividad corsaria en las aguas cercanas de las Canarias, así como en las aguas del Caribe, siendo esta su primer contacto con los territorios del Nuevo Mundo.
Pedro Menéndez de Avilés

Pedro Menéndez de AvilésReal Academia de la Historia

En 1563, tras uno de sus viajes a las Indias, fue acusado de contrabando y llevado a prisión hasta que en 1565 es absuelto. En ese mismo año, Felipe II le encargará dirigir una expedición hacia la Florida para expulsar a los hugonotes franceses que se habían asentado allí. Partiría desde Cádiz con 26 naves, pero la travesía hasta La Florida fue tan peligrosa que solo consiguieron llegar a la costa oriental cinco de ellas.
En el camino para enfrentarse a los hugonotes avistaron un puerto natural con buena rivera donde decidió desembarcar y levantar una fortificación. Aquel sería el primer asentamiento al que bautizaron como San Agustín. Reanudaron su misión encontrándose con cuatro galeones franceses en mejores condiciones y mejor armados que ellos, además de estar en perfectas condiciones para combatir, pero acabaron huyendo por mar abierto. Más tarde, San Agustín se consolidó y desde entonces fue el referente español en la zona. Esta sería la ciudad más antigua de los Estados Unidos.

Manuel de Montiano

Este general bilbaíno fue gobernador de La Florida en 1738. Desde niño se sintió atraído por la profesión de armas, alistándose muy joven en el Ejército. Al tomar posesión como gobernador, las tensiones entre España e Inglaterra estaban en aumento hasta desencadenar la conocida Guerra de la oreja de Jenkins cuyos escenarios fueron las posesiones de ambos países en Norteamérica.
Manuel de Montiano

Manuel de Montiano

En este contexto Florida y Georgia fueron los grandes escenarios de batalla. Desde el comienzo, Manuel de Montiano destacó como gobernador por su rotunda protección a los esclavos negros que huían de las colonias inglesas y holandesas. Ante la enorme cantidad de africanos que huían, mandó construir el primer asentamiento de negros libres de Norteamérica al que puso el nombre de fuerte Gracia Real de Santa Teresa de Mosé, conocida popularmente como Fuerte Mosé y ubicado a tres kilómetros al norte de San Agustín.
Con el apoyo y beneplácito de la Corona, ofrecía una nueva vida en libertad a todos los esclavos que conseguían escapar, pero bajo dos condiciones: abrazar la fe católica y comprometerse a la defensa del territorio. En 1738 llegaron a vivir en el fuerte 100 esclavos con sus respectivas familias.

Junípero Serra

Este fraile franciscano español se embarcó en abril de 1749 junto a otros 20 religiosos rumbo a América con la misión de evangelizar el recién descubierto territorio. Ese mismo año llegaron a Veracruz, pero Fray Junípero decidió caminar hasta la Ciudad de México, llegando a su capital un año más tarde. Pronto recibieron una llamada pidiendo voluntarios para las misiones de Sierra Goda, a la que Serra respondió realizando ahí su apostolado de 1750 a 1758 con los indios Pame.
Aprendió la lengua de los lugareños para dar a conocer entre ellos la religión cristiana. También introdujo en el lugar a los animales domésticos, fomentó la agricultura y el comercio. Desde su llegada, el franciscano dedicó los siguientes 15 años de su vida a la labor evangelizadora y acometió la fundación de nueve misiones, ocho de ellas en California: San Diego, San Carlos-Monterey-Carmel, San Antonio, San Gabriel, San Luis Obispo, San Francisco, San Juan Capistrano, Santa Clara y San Buenaventura, predecesoras de las modernas ciudades actuales de Sacramento, Los Ángeles, San Francisco y San Diego.

Bernardo de Gálvez

Malagueño, nacido en Macharaviaya, Bernardo de Gálvez fue hijo de militar. Siguiendo los pasos de su padre, escogió muy joven la profesión de armas. En 1776 fue nombrado gobernador de Luisiana y desde entones se esmeró por intensificar su defensa ante la amenaza británica en los dominios españoles a la vez que prestaba ayuda «decidida, temprana y eficacísima a la causa de la independencia norteamericana», recoge la Real Academia de la Historia en su Diccionario biográfico.
La Marcha de Gálvez (2018)

La Marcha de Gálvez (2018)Augusto Ferrer-Dalmau

Gálvez apoyó con suministros y fuerzas militares a los ejércitos independentistas en decisivas batallas como la de Saragota. Al frente de una mezcolanza de hombres «de todas especies, naciones y colores», en sus propias palabras, Gálvez conquistó Baton Rouge, Mobila y Pensacola, emplazamientos calve que contribuirían de manera decisiva al fracaso del esfuerzo de guerra británico en el sur de las Trece Colonias y, por ende, a la independencia de los Estados Unidos.

Fernando de Leyba

El capitán ceutí se afincó en la Luisiana, territorio que España pasó a controlar en 1763, durante la guerra de independencia de Estados Unidos. Para la ansiada independencia de las Trece Colonias norteamericanas de la corona británica éstas necesitaban un apoyo militar sólido que encontraron en los españoles para hacer frente al poderío defensivo y ofensivo muy superior de los británicos.
Fernando de Leyba protagonizaría la estratégica batalla del fuerte de San Luis, capital de la Luisiana alta. Antes del enfrentamiento con los británicos, el capitán ceutí se las ingenió para recaudar cierto dinero, la mitad de su propio bolsillo, para empezar a construir el fuerte de San Carlos. Sin embargo, su estado de endeudamiento le impidió completar el proyecto y, llegado el momento del combate, solo una torre y parte de una segunda estaban en pie. A pesar de las escasas defensas, la resistencia de los pocos soldados regulares españoles junto a la milicia local consiguió repeler el ataque británico, los cuales, antes de retirarse arrasaron las granjas circundantes. Dos horas bastaron para que los británicos reconocieran una derrota que, de no haberse producido, habría cambiado el curso de la independencia de las Trece Colonias.
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