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04 de mayo de 2024

Una historia de espíritus en la Edad Media

Una historia de espíritus en la Edad Media

Picotazos de historia

Orthon o el 'fantasma' espía del caballero de Corasse

Durante los siguientes años el 'fantasma' Orthon informaría al caballero de Corasse de los sucesos más notables ya que podía recorrer toda Europa en pocos días

Jean de Froissart (1337 – 1404) fue uno de los más importantes cronistas de su tiempo. Sus cuatro libros de Crónicas están considerados como una magnífica fuente para conocer las modas y costumbres durante la primera parte de la Guerra de los Cien Años. En cuanto a la exactitud, tal vez no fuera muy escrupuloso ya que se conoce, al menos, un caso de un caballero inglés que le pagó generosamente para que le mencionara en términos elogiosos.
Froissart estuvo al servicio de la Reina de Inglaterra Felipa de Hainault, esposa de Eduardo III de Plantagenet y viajó por Inglaterra, Francia y Flandes y recogiendo material sobre sucesos y campañas en España, Italia e Irlanda. Otro de los lugares que visitó fue la corte pirenaica de Gastón Febo, conde de Foix y vizconde soberano del Bearn y la de su cuñado el Rey de Navarra conocido como Carlos II «el Malo», el terrorista de la época. Una de las más curiosas narraciones que nos relata Froissart en sus Crónicas tiene lugar, precisamente, en el Bearn y su protagonista es un caballero al servicio de Gastón Febo.

Espíritus en la Edad Media

Raymond, señor del castillo y villa de Corasse, tenía pleitos con motivo de las rentas de la parroquia de su dominio, que reclamaba un sacerdote catalán. Ganó el pleito el sacerdote, pero el señor de Corasse se negó a aceptar la sentencia. El sacerdote amenazó al caballero con enviarle un campeón para reclamar lo que era suyo.
Tres meses después de la partida del sacerdote, el caballero y la gente de su casa empezó a experimentar sucesos extraordinarios. Fuertes ruidos los despertaban durante la noche; las puertas y ventanas se desatrancaban y abrían solas, cerrándose luego con gran estrépito, los muebles cambiaban de lugar, etc.
El caballero, que no carecía de valor, una noche se enfrentó al espíritu que alteraba el reposo de su casa. Así se enteró de que este se llamaba Orthon, que estaba al servicio del sacerdote catalán y que tenía el encargo de impedirle el reposo hasta que devolviera las rentas de la parroquia.
Raymond de Corasse, una vez identificada la causa y el motivo, convenció a Orthon de que abandonara al sacerdote –«mezquino amo»– y se pasara a su servicio ya que él sería mejor amo y, como probaba la conversación que estaban teniendo, se llevaban bien. Durante los siguientes años Orthon informaría al caballero de Corasse de los sucesos más notables ya que podía recorrer toda Europa en pocos días.

Un 'fantasma' al servicio de un caballero

El caballero informaba puntualmente al conde de Foix y, de esta manera, Gastón Febo era la persona mejor informada de todas las cortes. Un día Gastón Febo preguntó al caballero si alguna vez había visto a Orthon, ya que el caballero le puso al tanto de su curioso acuerdo. Raymond le respondió que jamás y que nunca se le había ocurrido pensar en ello y desde ese momento empezó a no pensar en otra cosa.
La siguiente vez que apareció Orthon por el castillo, Raymond le exigió que se mostrase. Discutieron sobre ello ya que Orthon no quería revelar su aspecto. Porfió el caballero y Orthon cedió. «Lo primero que veas cuando te despiertes, eso seré yo».
Amaneció. Presuroso saltó del lecho el caballero deseoso de ver el aspecto de su misterioso informante. Nada sucedió. Esa noche protestó ante Orthon por no haber cumplido su palabra. «Esas dos pajas entrelazadas que viste en el suelo. Eso era yo». Raymond de Corasse protestó porque ese no era el verdadero aspecto de Orthon y que él quería verle tal como era. Orthon accedió y prometió que le complacería a la mañana siguiente.
Despertó el señor del castillo. Se lavó la cara en una jofaina y, terminada la ablución, miró por la ventana hacia el patio. Allí vio la cerda más grande y fea que jamás hubiera visto. Era flaca, solo huesos y pellejo, cubierta de cerdas duras y verrugas, con largas orejas y protuberante morro. Viendo el bicho, y todavía medio adormilado, el caballero llamó a grandes voces a sus servidores que abrieran las jaulas de sus perros y dieran caza a esa alimaña que había en el patio. «Dejad que los perros la acosen, den muerte y devoren». El bicho al ver los perros lanzó un gran alarido, miró hacia la ventana donde estaba Raymond de Corasse y desapareció.
Nunca más volvió a saberse de Orthon pero Froissart menciona en sus Crónicas que Gastón Febo supo el resultado de la batalla de Aljubarrota diez días antes de que llegara noticia del suceso.
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