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Oficiales y hombres del Tren de Municiones de la 26ª División jugando al fútbol en Salónica, Grecia, el día de Navidad de 1914

Oficiales y hombres del Tren de Municiones de la 26ª División jugando al fútbol en Salónica, Grecia, el día de Navidad de 1914

La tregua de Navidad de 1914, cuando la masacre se paralizó por el nacimiento de Cristo

El káiser Guillermo II ordenó enviar al frente abetos de Navidad, raciones de salchichas extras, cerveza y licores para animar a sus tropas

«Creo que hoy he presenciado uno de los espectáculos más extraordinarios que nadie ha visto nunca. Hacia las 10 de la mañana, estaba asomado por encima del parapeto, cuando vi a un alemán agitando los brazos e inmediatamente a dos de ellos saliendo de su trinchera y acercándose a la nuestra», así describió el soldado británico Alfred Dougan Chater a su madre los primeros instantes de la famosa tregua de Navidad de 1914.

La Gran Guerra había comenzado hacía varios meses, en el frente occidental los combates encarnizados entre alemanes y aliados no cesaban. Con la llegada del invierno las condiciones de vida de las trincheras se hicieron más duras, a las ratas, el barro y las inclemencias climáticas se sumó el frio y la añoranza de pasar la Navidad con la familia.

En ese contexto el emperador alemán Guillermo II quiso tener un detalle con sus tropas y envió abetos y pertrechos navideños para subir la moral el ejército imperial. Pocos días antes de Nochebuena «se iluminó el frente con los arbolitos de navidad que habían puesto los alemanes, iluminados con velas e incluso luz eléctrica», explicó Álvaro Núñez Iglesias durante la presentación de su nuevo libro dedicado a La tregua de Navidad de 1914 (Ediciones Encuentro).

Lo mismo hicieron las monarquías de los países aliadas enviando algún alimento, puros y objetos para hacer más llevadera la defensa de las posiciones. Incluso desde algunos países y el Vaticano se pidió una pausa de los combates, pero no llegó a realizarse. La trinchera aliada y alemana estaba separada en algunos tramos por una decena de metros y aunque ambos contingentes no podían verse, escuchaban las conversaciones y olían las cocinas del enemigo. Pero el día de Nochebuena de 1914 fue diferente porque «a última hora de la tarde los alemanes se volvieron divertidísimos cantando y gritándonos. Dijeron en inglés que si no disparábamos ellos tampoco lo harían» según cuenta en una carta el soldado británico Bernard Brooks.

Había comenzado un armisticio no oficial e improvisado que se replicó en varios puntos de los más de 700 kilómetros de frente occidental

Había comenzado un armisticio no oficial e improvisado que se replicó en varios puntos de los más de 700 kilómetros de frente occidental. «En algunos tramos un teniente alemán se levantó con una bandera blanca, en otro un grupo de británicos pusieron una pancarta felicitando la navidad a los alemanes, a sus enemigos», explicó Álvaro Núñez Iglesias. Los que hace unas horas se estaban matando salieron poco a poco de las trincheras hacia tierra de nadie y pactaron una tregua de 24 horas, jugaron a las cartas, se intercambiaron regalos y direcciones –para cuando regresaran de la guerra– y enterraron a sus muertos en ceremonias conjuntas. Sobre todo, cantaron villancicos y canciones tradicionales y bebieron juntos.

Una representación de la tregua de Navidad de 1914 publicada en la portada de The Illustrated London News el 9 de enero de 1915

Una representación de la tregua de Navidad de 1914 publicada en la portada de The Illustrated London News el 9 de enero de 1915

Como fue una tregua no oficial, las respuestas de los altos mandos de cada bando fueron muy diversas. «Nuestros superiores dieron una orden clara de «no confraternizar», pero tampoco tuvieron la intención de deteneros, puesto que ya sabían que no serían capaces de ello», escribió el soldado británico Frank Sumpter en una carta.

Un partido de fútbol entre enemigos

La tregua «no fue algo puntual de un solo lugar, salpicó diversos lugares de las trincheras», según Núñez, pero los famosos partidos de fútbol que han representado tantas veces en películas y anuncios sucedieron solo en la zona del frente germanobritánica. «Ellos hicieron su portería con unos sombreros extraños – tal vez serían escoceses –, mientras que nosotros hicimos lo mismo. No era sencillo jugar en un lugar helado, pero eso no nos detuvo. Mantuvimos las reglas de juego a pesar de que el partido solo duró una hora y no había árbitro», describió en una carta el teniente alemán Johannes Niemann.

Soldados de ambos bandos (británicos y alemanes) intercambian alegres conversaciones

Soldados de ambos bandos (británicos y alemanes) intercambian alegres conversacionesWikimedia Commons

Daba igual quién ganase ese partido, porque aquel día la victoria fue de todos. La tierra de nadie que había permanecido desierta durante semanas albergó una de las treguas más famosas de la historia en la que antes de regresar a sus trincheras debieron despedirse con un ¡Merry Christmas, Frohe Weihnachten, Joyeux Noel!

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