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29 de abril de 2024

Hitler y Göring saludando desde el balcón de la Cancillería del Reich en 1938

Hitler y Göring saludando desde el balcón de la Cancillería del Reich en 1938Bundesarchiv / Wikimedia Commons

Dinastías y poder

Hijos de nazis: ¿derecho al olvido para la familia de Göring?

Con una ajetreada vida amorosa, se casó en dos ocasiones, aunque no fue hasta 1938 cuando nació su única hija. Se llamaba Edda, como la de Mussolini

Fue el segundo del III Reich. El hombre detrás de Hitler. As de la aviación en la Primera Guerra Mundial, abrazó desde el principio el nacionalsocialismo. Participó en el Putsch de Munich de 1923 y resultó herido en un muslo, lo que alimentaría los rumores de su incapacidad para tener descendencia. Era mentira. Con una ajetreada vida amorosa, se casó en dos ocasiones, aunque no fue hasta 1938 cuando nació su única hija. Se llamaba Edda, como la de Mussolini.
Tenía apenas ocho años cuando su padre se suicidó en su celda con una pastilla de cianuro después de haber sido condenado a muerte como criminal de guerra en los juicios de Núremberg.
Foto del prisionero tomada en el Palacio de Justicia de Núremberg

Foto del prisionero tomada en el Palacio de Justicia de Núremberg

Hermann Göring era hijo de un veterano oficial de caballería que había desempeñado labores como gobernador del protectorado alemán en la actual Namibia. Ingresó joven en la academia militar de Lichterfelde, en Berlín. Luchó por el kaiser y el Imperio y se consagró como un valeroso aviador, con más de veinte victorias en combate. No tantas como Richthofen o Udet, pero muchas.
Lucía buen porte y fama de héroe seductor. Reconocido con cruces de hierro y la codiciada Pour le Mérite. Terminada la guerra, se dedicó al pilotaje comercial en Suecia, donde conoció a la baronesa Carin von Kantzow. Ella se había separado de su marido, un gimnasta olímpico que había participado en los juegos de Londres, para casarse con el apuesto aviador.
La pareja se estableció en Múnich y Göring entró en familiaridad con un antiguo cabo, agitador nacionalista y antisemita que sorprendía con discursos incendiarios en las cervecerías argumentando la humillación de Versalles como punto de partida de su oratoria. Se llamaba Adolf Hitler. Con él participó en el golpe de Estado que en noviembre de 1923 trató de dinamitar el federalismo de Weimar. Göring logró huir.
Hitler, Bormann, Göring y Baldur von Schirach en Obersalzberg en 1936

Hitler, Bormann, Göring y Baldur von Schirach en Obersalzberg en 1936Bundesarchiv / Wikimedia Commons

Con la baronesa no tuvo descendencia. Ella fallecía en 1931 como consecuencia de un repentino paro cardiaco. La historia de amor de Hermann Göring tenía acento de «balada germánica y él, viudo, creía consagrar su vida a adorar el recuerdo de su pasión inicial». Pero el ahora orondo político, presidente del Consejo de Prusia, comandante supremo de la temida Luftwaffe, vicecanciller alemán y creador de la Gestapo, no tardó en conocer a Emmy Sonnemann.
Era una modesta artista que había trabajado en papeles secundarios a las órdenes del director Carl Froelich. La «Dubarry» del III Reich, la llamaron. Una valkiria alta y robusta. Se casaron el 10 de abril de 1935, en el Ayuntamiento y en la catedral protestante, con el mismísimo führer como padrino. 35 mil miembros de todas las formaciones nazis cubrieron la carrera (La Voz, 11 abril 1935). La noche anterior al enlace se celebró una gran recepción en la ópera de Berlín. Aquello fue como una boda real: ella se convirtió en «sublime señora».
Emmy y Hermann Göring el día de su boda el 10 de abril de 1935 (Hitler aparece a la izquierda de la imagen, detrás de la pareja)

Emmy y Hermann Göring el día de su boda el 10 de abril de 1935 (Hitler aparece a la izquierda de la imagen, detrás de la pareja)Bundesarchiv / Wikimedia Commons

Era la pareja más popular de Alemania. Con residencia de campo en el bosque de Schorfheide, castillos en Austria y un pabellón de caza en la hoy región rusa de Kaliningrado. Todo decorado con las mejores obras de arte incautadas y cachorros de león que cuidaban como mascotas. Fueron anfitriones del Rey Boris de Bulgaria y también del duque de Windsor con la inefable Wallis. En 1938 nació su hija, Edda. Ese día, cerca de quinientos aviones sobrevolaron Berlín. Hitler no tenía hijos y sólo los niños de Goebbels y Magda, podían hacerle sombra. Todos rubios, espigados, una perfecta encarnación de la raza aria que predicaban. Magda Goebbels, Leni Riefensthal y Emmy Göring eran las tres damas del Reich. A Eva Braun apenas la consideraban.
Edda pasó la guerra junto a su madre en Obersalzberg, cerca de Berchtesgaden. Lejos del frente, alejada de la tragedia del exterminio y la muerte. En 1945, cuando terminó la guerra, ingresó en un colegio femenino. Supo de la condena de su padre y su posterior suicidio por su madre. De niña quiso hablar poco de aquello. Estudió en la Universidad de Múnich pero no dejó de relacionarse con la mecenas artística, Winifred Wagner.
Por un tiempo reclamó parte de las propiedades y patrimonio que creía suyas, como la pintura de la Virgen con el niño de Lucas Cranach, el Viejo, que había recibido como regalo de nacimiento. Nunca lo recuperó. No se casó, aunque mantuvo una larga relación con un periodista de la revista Stern. Concedió podas declaraciones a la prensa, aunque cuando lo hizo recordaba a Hermann Göring, con cariño. Porque era su padre.
Su madre, Emmy, estuvo cerca de un año retenida al terminar la guerra. Después compró un apartamento en Múnich en el que vivió hasta su muerte. En 1967, había publicado sus memorias con el insidioso título, Al lado de mi marido.
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