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La despedida de María, reina de Escocia, en Francia (1867), por Robert Herdman

La despedida de María, reina de Escocia, en Francia (1867), por Robert Herdman

María Estuardo utilizó una ingeniosa técnica para sellar la última carta que envió antes de su ejecución

Su término en inglés, letterlocking, describe a la perfección lo que era: un candado para las cartas que se conseguía doblando, cortando y enhebrando de forma ingeniosa el papel de las cartas y fijarlo todo con lacre

El 8 de febrero de 1587, María de Estuardo, reina de Escocia, escribió sus últimas palabras a Enrique III, rey de Francia. «Hermano mío y soberano, he sido arrojada por deseo divino, y he de pensar que por los pecados cometidos, bajo la autoridad mi prima de la Reina, en cuyas manos he padecido ingentes sufrimientos por casi veinte años. He sido finalmente condenada a muerte por ella y su estado (...). Esta noche, después de la cena, me han informado de mi sentencia. Me ejecutarán como a un criminal a las ocho de la mañana», era el mensaje que escribió en una carta sellada por la técnica de «bloqueo en espiral».

Esta técnica la utilizaba la realeza para que el contenido de la misiva permaneciese en secreto. Su término en inglés, letterlocking, describe a la perfección lo que era: un candado para las cartas que se conseguía doblando, cortando y enhebrando de forma ingeniosa el papel de las cartas y fijarlo todo con lacre.

De esta manera, la persona se aseguraba de que el contenido de la carta llegaba a su destinatario de forma segura y a prueba de espías, pues para conocer el interior de la misiva debía cortar el «candado» de la carta. Al hacerlo, el documento se rompería por varios sitios y sería sencillo detectar que la carta había sido manipulada. Según una investigación publicada en Electronic British Library Journal, el bloque en espiral es «una técnica de cierre de cartas extremadamente compleja y de gran seguridad».

La secuencia de despliegue generada por ordenador de una carta sellada

La secuencia de despliegue generada por ordenador de una carta selladaUnlocking History research group

Con este proceso el papel se convertía en su propio sobre. Pero, la que fue reina de Escocia entre 1542 y 1567, utilizó «una variante de la técnica: una sola hendidura grande en lugar de una serie de hendiduras pequeñas», indica la conservadora Jana Dambrogio, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), quien ha dirigido el estudio. Esto «puede dar testimonio de las limitadas herramientas de que suponía en sus últimas horas», añade.

Aunque no fue exclusivo de la realeza inglesa, lo cierto es que tanto la propia Isabel I de Inglaterra como María de Estuardo «tuvieron una habilidad excepcional para utilizarlo», advierte el equipo interdisciplinar Unlocking History Research Group que dirige Dambrogio y quienes se han especializado en la reconstrucción de sellos de cartas históricas.

La historia de este método se remonta al siglo XIII y has sido utilizado por regentes famosos como Catalina de Médicis en 1570 para garantizar la seguridad de su contenido antes de que se inventaran los sobres en el siglo XIX. De esta manera, esta técnica fue crucial en la «historia de los sistemas secretos», permitiendo «la correspondencia global en el periodo moderno temprano, de manera tan fundamental como la codificación informática sustenta la comunicación digital de hoy», subraya el estudio.

La muerte de María Estuardo. Obra de  Abel de Pujol

La muerte de María Estuardo. Obra de Abel de Pujol

María Estuardo utilizó esta técnica para sellar su «última voluntad y testamento» así como su «apuesta por el martirio». En la carta confesaba a su cuñado que era «la fe católica y la afirmación» de su «derecho divino a la Corona inglesa» las razones por las que era condenada. Había pasado en prisión los últimos 19 años de su vida. Fue juzgada y sentenciada por traición. Moría el 8 de febrero de 1587 en la sala mayor del castillo escocés de Fotheringhay.

A continuación, reproducimos las últimas palabras de María Estuardo:

Hermano mío y soberano, he sido arrojada por deseo divino, y he de pensar que por los pecados cometidos, bajo la autoridad mi prima de la Reina, en cuyas manos he padecido ingentes sufrimientos por casi veinte años. He sido finalmente condenada a muerte por ella y su estado. He pedido mis papeles, que me habían sido quitados, para poder hacer mi testamento, pero no he logrado recuperar nada que me sea de utilidad, o incluso tener la licencia de ejercer libremente mi voluntad o de disponer que mi cuerpo sea llevado a Vuestro reino luego de mi muerte, como es mi deseo, ahí donde he tenido el honor de ser reina, de ser Vuestra hermana y antigua aliada.

Esta noche, luego de la cena, he sido informada acerca de mi sentencia: seré ejecutada como una criminal a las ocho de la mañana. No tendré tiempo de haceros un relato completo de todo lo que ha sucedido, pero podréis oír la verdad de boca de mi doctor y de mis otros desafortunados servidores. Os dirán cómo no temo a la muerte, pues juro que sería inocente de todo crimen aun en el caso de que se me considerara súbdito de ella. La fe católica y la reivindicación de la corona inglesa por derecho divino son los dos asuntos por los que soy condenada, sin embargo, no se me permite decir que muero por causa de la religión católica, por temor a las injerencias que esto pudiese ocasionar en la fe de ellos. Prueba de esto es que me han privado de mi capellán, al que no se le permite verme, oír mi confesión y administrarme la Extrema Unción, aunque entiendo que está en el edificio. Por otra parte, han insistido persistentemente en que reciba la consolación e instrucciones de su ministro, traído hasta aquí con ese propósito.

El portador de esta misiva y sus acompañantes, la mayoría súbditos de Vuestra merced, podrán atestiguar mi conducta en las últimas horas. Sólo me queda implorar a Vuestra Cristiana Majestad, mi cuñado y antiguo aliado, el que siempre me ha declarado su afecto, que pueda dar prueba ahora de su bondad sobre los siguientes puntos: en primer lugar, que considere pagar a mis desafortunados servidores los salarios adeudados, es éste un peso en mi consciencia que sólo Vos podéis aliviar; en segundo lugar, os ruego que se ofrezcan oraciones a Dios por una reina a la que se le ha otorgado el título de Muy Cristiana y que muere como católica, desposeída de todo bien.

En cuanto a mi hijo [Jacobo], os lo recomiendo hasta donde lo merezca, pues no puedo responder por él. Me he tomado la libertad de enviaros dos piedras preciosas, talismanes contra la enfermedad, esperando que goce Usted de buena salud y de una vida larga y feliz. Acéptelas con cariño de su cuñada quien, al morir, puede dar testimonio del tierno afecto hacia Usted. Una vez más, Os encomiendo mis servidores, y dad instrucciones, si Os place y por la tranquilidad de mi alma, para que parte de lo que me es adeudado les sea pagado, y que esto se haga por amor de Jesús Cristo, a quien rogaré mañana, al morir, para que Usted disponga de una misa en mi memoria en la que se hagan las limosnas acostumbradas.

Miércoles, siendo las dos de la mañana, Vuestra muy amada hermana María R Os saluda como rey cristiano, como su hermano y como su antiguo aliado.
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