
Un indígena disparando una flecha a un helicóptero del Gobierno indio
Sentinel del Norte, el pueblo que lleva milenios aislado y al que nadie puede acercarse
Las primeras noticias de esta isla llegan a occidente de la mano de Marco Polo a finales del siglo XIII. De sus habitantes escribe que son «hombres con cabeza de perro» y que «si un extranjero llega a su tierra lo matan y acto seguido se lo comen»
En cualquier clasificación sobre las islas más peligrosas del mundo que se precie, aparecerán islas como la de Miyakejina, en Japón, isla de constante actividad volcánica y que, por tanto, «disfruta» de un permanente flujo de gas sulfúrico. El aire de la isla contiene la mayor concentración de azufre del planeta o Queimada Grande en Brasil, con la mayor concentración de serpientes, también, del planeta (cinco por metro cuadrado). Además, no se trata de ofidios cualquiera. Las serpientes venenosas no forcejean con sus víctimas, ya que, en la lucha, podrían perder sus valiosos colmillos, con lo cual inoculan el veneno al ratón de turno y le dejan escapar, para posteriormente seguirle el rastro y esperar a que las toxinas surtan efecto.
Esta estrategia no les sirve, sin embargo, a aquellas serpientes que se alimentan de peces o de aves, ya que si estos escapan no sería posible perseguirlos, en consecuencia, la evolución les ha dotado de un veneno tan extraordinariamente potente que peces y pájaros fallecen en el acto. Es el caso de las serpientes marinas y de las serpientes arborícolas de Queimada grande. La Bothrops Insularis, una de las más venenosas del mundo, lo que convierte a la isla en un lugar muy poco recomendable.
La isla más peligrosa del mundo
Sin embargo, el número uno de las listas lo suele ocupar Sentinel del Norte, una pequeña isla del archipiélago de las Andaman y Nicobar, de unos 60 kilómetros cuadrados, (el tamaño de Manhattan), situada en el golfo de Bengala y bajo soberanía hindú. En ella habita una de las tribus más aisladas y agresivas del planeta. Esta es la historia de la isla y de sus habitantes, los feroces sentineleses.
Las primeras noticias de esta isla llegan a occidente de la mano de Marco Polo a finales del siglo XIII. De sus habitantes escribe que son «hombres con cabeza de perro» y que «si un extranjero llega a su tierra lo matan y acto seguido se lo comen». Obviamente el veneciano no había visitado la isla, pero si viajó por el reino de Pagán, en la actual Myanmar o Birmania, costa muy cercana a las Andaman y por tanto se haría eco de las leyendas sobre los sentineleses, que circularían entre los navegantes y pescadores de la zona.
Se dice que las islas Andamán, situadas en el golfo de Bengala, estaban habitadas por lobos con cabeza de lobo
Pero. ¿Quiénes son en realidad los sentineleses? ¿De dónde provienen y cuando llegaron a su isla? Sorprendentemente y a pesar de su cercanía a Myanmar no son de origen birmano, ni siquiera son originarios de ninguna etnia del sudeste asiático, ni de la India, ni de ninguno de los territorios que rodean el golfo de Bengala. Se trata de una de las comunidades más aisladas y desconocidas del planeta y con las que ha habido muy poca interacción. Se desconoce su lengua o como se llaman a sí mismos.
Sus vecinos del pueblo indígena öñge llaman a Sentinel del Norte «Chia daaKwokweyeh». Afortunadamente para ellos su carácter agresivo y el recibir a los forasteros con una lluvia de lanzas y flechas ha sido su tabla de salvación a través de los siglos. Se cree que están emparentados con los Jarawa y que habrían emigrado desde áfrica oriental hace, aproximadamente, 60.000 años.
De hechos sus rasgos son mucho más africanos que asiáticos. Más bien altos, esbeltos, de piel negra y pelo rizado. Aunque otras teorías apuntarían a una emigración más tardía. También hay que tener en cuenta que, en la última glaciación, las Andaman estarían unidas al continente, por lo que el movimiento migratorio pudo ser terrestre y no necesariamente marítimo.
Más recientemente se produjeron avistamientos desde 1771, cuando un buque con bandera de la India vio actividad humana en la isla, aunque siguieron la ruta sin pararse. En 1867 un barco mercante, también hindú, el Nineveh, encalló en los arrecifes que rodean Sentinel. Los 86 pasajeros y 20 tripulantes lograron alcanzar la isla. Sin embargo, el destino les deparaba una suerte peor que la de morir ahogados, ya que fueron atacados, sin piedad, por los sentineleses.
La Royal Navy acudió al rescate, pero cuando llegaron los marinos británicos encontraron los cadáveres masacrados y rastros de una lucha desigual. Lanzas y flechas contra piedras y palos con los que se habían defendido, en vano, los supervivientes hindúes. También en el siglo XIX se tiene constancia del asesinato de un convicto fugado de Andaman y que recaló en Sentinel del Norte.

La isla Sentinel Norte captada por un satélite
En 1879 un joven oficial británico de origen aristocrático, Maurice Vidal Portman, fue destinado a Port Blair a cargo de las islas Andaman, en donde pasaría los próximos 20 años de su vida. Portman realizó algunos rudimentarios estudios antropológicos y fotográficos de los andamaneses y recopiló objetos para el museo británico. También consiguió pacificar algunas tribus hostiles como los öñge de Pequeño Sentinel.
Aunque desde entonces esta etnia habría perdido casi un 90 % de su población, lo cual demostraría, una vez más, que la colonización británica no le resulta muy saludable a sus colonizados. En 1880 Portman comandó un batallón de infantería de marina que se adentró en el interior de la isla. Los sentineleses, debieron percibir que aquellos soldados no eran unos desarmados náufragos, sino unos mortíferos guerreros, por lo que optaron por esconderse en la tupida selva y no hacerles frente.
Maurice se dio cuenta de que, a pesar de la densa vegetación de la isla, la misma estaba surcada por múltiples senderos abiertos por los nativos. También divisó algunos poblados deshabitados, pero pudo capturar a cuatro niños y dos ancianos que llevó de vuelta a Port Blair. En contacto con los europeos los seis enfermaron enseguida. Tras fallecer los dos ancianos, cometió el error de devolver a los cuatro niños a Sentinel. Error porque posiblemente transmitiesen la enfermedad al resto de la población generando una pandemia.
Desde entonces, la única expedición que consiguió entablar una cierta relación pacífica, que no amigable, con los sentineleses fue la liderada por el antropólogo hindú, Triloknath Pandit, quien llevaba desde finales de los sesenta intentando, infructuosamente, establecer contacto. Finalmente, a base de tesón y de obsequiarles con muchos cocos y otros regalos, lo conseguiría en 1991. Pandit y su equipo, en el que también destacaba la antropóloga Madhumala Chattopadhyay, pudieron fotografiarse con los sentineleses, estudiaron brevemente sus cabañas y su modo de vida.

El único encuentro pacífico entre los sentineleses y extranjeros
Se trataba de una población de entre 50 a 400 personas, que se observaba en buenas condiciones pese a una evidente endogamia. Eran cazadores y pescadores que vivían en la edad de piedra, aunque las puntas de sus flechas y lanzas estaban construidas de metal, pero no porque ellos lo forjasen, sino que lo conseguían de los pecios que yacían en los arrecifes. La del equipo de Pandit fue la única interacción no violenta de las que se tiene constancia.
No obstante, el gobierno hindú entendió que aquellos contactos, además de conllevar un cierto riesgo para los antropólogos podían ser extremadamente peligrosos para los sentineleses, expuestos a innumerables enfermedades frente a las que no estaban inmunizados. Enfermedades que habían venido diezmando a los nativos de las islas vecinas, por lo que estableció una prohibición total, no solo de entrar en contacto con ellos, sino de acercarse a menos de cinco kilómetros de la isla.
En realidad, el siglo XX había estado plagado de incidentes violentos. En 1974, en un intento de filmación, el director de un equipo de national geographic recibió un flechazo en el muslo. En 1981 el carguero Primrose encalló en los arrecifes y los 28 miembros de su tripulación fueron atacados con flechas. Tuvieron que ser evacuados en helicópteros. Igualmente, se han venido produciendo incidentes en lo que llevamos de siglo XXI. En 2004, un helicóptero que observaba los efectos del tsunami en la isla se vio atacado por flechas.
En 2006 asesinaron a dos pescadores furtivos de cangrejos. Aunque el caso más mediático fue el del misionero estadounidense John Allen Chau, quien, en 2018, sobornó a unos pescadores para que le llevasen a la isla, ya que quería predicarles el evangelio a los nativos. Al tercer intento fue acribillado a flechazos y su cuerpo nunca fue encontrado. Un nuevo recordatorio para los insensatos que pretenden traspasar sus dominios.