
Detalle del cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau
El hombre que gobernó España sin ser rey
El cardenal Cisneros fue una de las figuras más poderosas de la historia de España
¿Quién podría ser la persona más poderosa de la historia de España? A todos nos vienen a la cabeza nombres de reyes como Isabel la Católica o Felipe II. Habrá quien piense que todos los reyes preconstitucionales han tenido el mismo poder, es decir, todos los reyes anteriores a Fernando VII.
Aunque también hay que tener en cuenta que España ha tenido etapas mejores que otras: Felipe II reinó sobre aquel glorioso imperio en el que no se ponía el sol, mientras que a los Borbones ya les llegaron unas migajas europeas y unas provincias americanas algo revueltas. Es decir, no todos los gobernantes han reinado sobre la misma cantidad de territorio.
Esa pregunta es muy difícil de contestar, pues hay muchos criterios bajo los cuales se podría elaborar una respuesta u otra.
Pero hay un nombre que nunca se nos pasaría por la cabeza, que, aunque no se puede decir que fuera la persona más poderosa, sí acumuló una cantidad de poder considerable de manera inesperada. Es alguien que no pertenecía a la realeza, ni siquiera era hijo de grandes nobles. Tampoco fue un gran militar que hiciera grandes conquistas. Esta persona fue un monje franciscano nacido en Torrelaguna, un pequeño pueblo de Madrid.
Hijo de hidalgos pobres, dormía sobre una tabla y no tenía otro calzado que unas sandalias. Y la pista definitiva: fundó la primera universidad de Madrid, la Universidad de Alcalá, también conocida como Universidad Complutense, en 1499. Francisco Jiménez de Cisneros: cardenal, primado de España, regente de Castilla, arzobispo de Toledo e inquisidor general.
Fotografía de Constantin Uhde realizada en 1888, en la que aparece la fachada del Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá (Comunidad de Madrid - España)
Si era tan humilde, ¿cómo llegó tan alto? Repasemos los hitos fundamentales de su vida. El cardenal Cisneros nació en 1436, unos 20 años antes que Isabel la Católica. Comenzó su carrera estudiando Filosofía y Derecho en la Universidad de Salamanca. A los 24 años se ordenó sacerdote y durante un tiempo anduvo por obispados, ocupando distintos cargos.
Esa vida no le gustaba nada: demasiada corrupción y problemas. De hecho, cuando consiguió el arciprestazgo de Úbeda, se enfrentó con el arzobispo Carrillo (otro gran personaje de nuestra historia) y terminó encerrado durante unos meses en un castillo en Santorcaz, Madrid. Estas intrigas le llevaron a una profunda crisis espiritual, así que se ordenó monje franciscano y se recluyó en un monasterio remoto, dispuesto a pasar toda su vida al margen de la política y de la vida pública.
Pero dentro del monasterio escribía mucho. Sus reflexiones comenzaron a adquirir fama por su buen juicio y valor. Tan famoso se hizo que la mismísima reina Isabel le pidió que fuera su confesor. Con mucho recelo, Cisneros aceptó trasladarse a la corte y, poco a poco, fue convirtiéndose en la persona de confianza de la reina; así, cada vez fue obteniendo más responsabilidades y, por ende, cargos. Tenía una visión política, una capacidad de mando y una inteligencia que Isabel premió y alabó.
Cuando murió Isabel, ¿quién mejor para ser regente que su mano derecha? ¿Y cuando murió Fernando el Católico? El cardenal Cisneros primero presidió el Consejo de Regencia dos años después de morir Isabel la Católica, en 1506. Y después, en 1516, cuando murió Fernando, se convirtió en regente hasta su muerte, en 1517.
Retrato del Cardenal Cisneros en el Paraninfo de San Bernardo de la Universidad Complutense de Madrid
Pero ¿por qué iba a ser Cisneros más poderoso que cualquier rey? Para comprenderlo, hay que tener en cuenta que en esa época la Iglesia era muy poderosa. En una dimensión internacional, el Papa jugaba un papel muy activo en la política europea: era una especie de árbitro entre los monarcas europeos. Los embajadores de España en el Vaticano eran los cardenales. Y a nivel nacional, los arzobispos y cardenales tenían una influencia enorme.
El poder estaba dividido entre la Iglesia y el rey... hasta que el cardenal Cisneros lo unió todo en una sola persona: regente y cardenal. Este fenómeno solo se pudo dar debido a la situación de inestabilidad que presentaba España: todo lo que habían conseguido los Reyes Católicos podía echarse a perder si alguien no gobernaba hasta que Carlos I fuera lo suficientemente mayor. Y lo más curioso es que Cisneros fue el primero que gobernó a la vez las coronas de Castilla y Aragón. Aparte de Juana I, que fue declarada incapacitada para reinar, la primera vez que se unieron ambos reinos bajo un solo gobernante fue en la persona de Cisneros.
Puede que España nunca hubiera terminado de nacer, nunca hubiera despegado de no ser por él. Es un personaje clave en nuestra historia que hizo muchas aportaciones. Aparte de comenzar la reforma de la Iglesia, fundar la Universidad Complutense, imprimir la Biblia Políglota e inventar los campus universitarios, fue el creador de la seguridad social e instituyó el sistema de apellidos español.
Cisneros, fundador del Hospital de la Caridad de Illescas por Alejandro Ferrant (1892)
Antes de que él fuera regente, los españoles podían apellidarse como quisieran, o directamente ni tener apellido: no había una continuidad familiar. Administrativamente, esto era un caos, así que él instituyó la fórmula que seguimos usando en España e Hispanoamérica.
Aunque Cisneros no vivió en nuestra capital, pasó la mayor parte de su vida en la Comunidad de Madrid, entre Torrelaguna y Alcalá de Henares. Quien entre a los claustros de la Universidad de Alcalá puede imaginar a un monje paseando por sus pasillos con expresión grave. De hecho, se encontrará con sus estatuas en las calles de esta ciudad. Porque su legado es inmenso… y no debemos olvidarlo.