Retrato de la reina Victoria Eugenia de España
Dinastías y poder
Quién fue Victoria Eugenia, la Reina olvidada que rescató la legitimidad monárquica
Nieta de emperatriz, víctima de un atentado el día de su boda y promotora de la Cruz Roja en España, Victoria Eugenia vivió entre el esplendor y la tragedia. En su vejez, enseñó protocolo a Grace Kelly y volvió del exilio para asistir al bautizo de Felipe VI
Victoria Eugenia, reina de España por matrimonio con Alfonso XIII. Su llegada no fue sencilla y su salida del país, en abril de 1931, tampoco. Parece que el personaje, durante años olvidado o maltratado por la historia, ha ganado actualidad: la reciente serie de TVE1 y la inauguración de su exposición en la Galería de las Colecciones Reales devuelven a primera línea a una figura relevante de la monarquía.
Nieta de la emperatriz Victoria y ahijada de Eugenia de Montijo, quedará en el imaginario común como Ena. El nombre, de origen gaélico, era el que les gustaba a sus padres, la princesa Beatriz y el príncipe Enrique de Battenberg. Ella era escocesa, nacida en el palacio de Balmoral en 1887, aunque creció en Buckingham y Osborne House, en la isla de Wight.
Su padre, oficial de la Armada imperial, falleció como consecuencia de la malaria en la costa de Sierra Leona en 1896. Victoria Eugenia tuvo tres hermanos, Alejandro, Leopoldo y Mauricio, que visitaron con mucha frecuencia España desde 1906, fecha en la que Ena se convirtió en Reina. Se conservan numerosas fotografías suyas en el Palacio Real, La Granja y Santander.
Cuando en 1914 comenzó la Gran Guerra, sus hermanos se alistaron en el Ejército de su primo, el Rey Jorge V. Leopoldo, al que se le había diagnosticado la hemofilia, lo hizo en retaguardia como oficial del 8.º Batallón del Regimiento Hampshire. Alejandro luchó en Europa como capitán y Mauricio, el más joven, cayó en el frente de Yprés, en Bélgica, en los primeros combates: The jolly prince who died for his country, titulaba el diario británico Daily Sketch.
La vida de Victoria Eugenia no fue fácil. El mismo día de su boda en los Jerónimos, la pareja real sufrió un atentado perpetrado por un anarquista. Eran días de inestabilidad en un país lastrado por la violencia y el caciquismo. El problema de Marruecos, además, se había convertido en una sangría humana y económica. La Reina, mientras tanto, sufría un particular vía crucis a raíz de la hemofilia que minaba su descendencia.
El primogénito de la pareja, Alfonso, príncipe de Asturias, padecía el «mal de la sangre», que también había dejado su estela en la corte rusa. El segundo de sus hijos, el infante don Jaime, quedó sordomudo tras una delicada intervención, y el último y más pequeño, Gonzalo, sufrirá también los estragos de la enfermedad. Solo sus hijas, Beatriz y Cristina, y el infante Juan, futuro conde de Barcelona, fueron su soporte en una vida familiar poco afortunada.
Ena fue Reina de España durante veinticinco años. En ese tiempo en el que Madrid inauguraba el metro y la Gran Vía, y los coches a motor comenzaban a circular por las calles de la capital, Victoria Eugenia dejó en el país la impronta de una personalidad regia: elegante y altiva. Enamorada de Santander y del Palacio de la Magdalena, jamás desatendió unas obligaciones que la llevaron a volcarse en la creación del cuerpo de Damas Enfermeras de la Cruz Roja y la beneficencia.
La Reina comprendió la necesidad de articular un cuerpo de enfermería, instruido y con vocación social, y en 1918 inauguró el Hospital Central de San José y Santa Adela. No dominaba el español y tampoco le gustaban los toros, pero su actividad institucional resultó frenética.
Tras el exilio y la muerte de Alfonso XIII en 1941, Victoria Eugenia se convirtió en un exponente claro de la defensa de la continuidad dinástica. Aplaudió la Carta de los Caballeros, entregada a Franco en 1943, en la que se pedía el restablecimiento de la Monarquía, y su residencia se convirtió en el escenario para la redacción del Manifiesto de don Juan de 1945. Para ella, el Rey era ya su hijo. Pero Victoria Eugenia hizo también de Vieille Fontaine («la vieja fuente») un hogar para sus nietos. Era la abuela, Gangan. Y en esos años se convirtió en mentora, en sociedad, de actrices reconvertidas a princesas, instruyendo a Grace Kelly en el protocolo regio.
Victoria Eugenia no volverá a España hasta febrero de 1968. Habían pasado casi cuatro décadas, y lo hizo para asistir al bautizo de su bisnieto, Felipe de Borbón y Grecia. Era el 7 de febrero de 1968 cuando aterrizaba en Barajas y bajaba la escalinata del avión, portando un magnífico abrigo de visón.
Le recibían en pista centenares de monárquicos. Fue una visita corta, en la que se alojó en el Palacio de Liria, con Cayetana Alba, su ahijada, como anfitriona. Franco no había elegido todavía sucesor y algunos jugaban la baza de Carlos Hugo y Alfonso de Borbón. Pero ya en Zarzuela, y minutos antes de portar a su ahijado a la pila bautismal, Victoria Eugenia intervenía en la «peculiar sucesión del pleito sucesorio», como ha escrito Seco Serrano: se trataba de salvar la legitimidad de la monarquía sin rupturas traumáticas.
La Reina, en un aparte con el general, le instó a decidirse por uno de sus tres descendientes varones: Juan, Juan Carlos o Felipe de Borbón, según versionó Jesús Pabón. Victoria Eugenia salió de España pocas horas más tarde, no sin antes visitar el Hospital de la Cruz Roja. Apenas un año después, en julio de 1969, Franco designaba a don Juan Carlos sucesor a título de rey. Pero Victoria Eugenia no vivió para verlo. Había fallecido en Suiza tres meses antes, el 15 de abril de 1969. Como no podía ser de otro modo, ABC abría su edición con una magnífica foto de portada de la Reina. Así correspondía a quien durante décadas había trabajado por el restablecimiento de la Monarquía en España.