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26 de abril de 2024

Sebastian Kurz, ahora infame canciller austriaco

Sebastian Kurz, ahora infame canciller austriacoAFP

Austria

Sebastian Kurz, corrupto desde el principio: empezó su carrera falseando sondeos y comprando a la prensa

El canciller austriaco falsificó los sondeos y utilizó fondos públicos para comprar reportajes favorables en los tabloides en 2016

Austria tenía grandes esperanzas para su jovencísimo canciller Sebastian Kurz. Ya en 2017 destacó al liderar una campaña electoral que no solo logró convencer al pueblo austriaco de darle una oportunidad, sino que también inclinó la balanza política en Austria hacia la derecha. Auguraba la nueva generación conservadora, y era percibido globalmente como un «wunderkind», niño prodigio.
Pero su reputación, la mayor baza de Kurz, se fue a pique a principios de octubre al destaparse una fea sarta de acusaciones de corrupción de medios, según los cuales Kurz habría pagado a revistas y periódicos varios para que engalanasen su imagen y manifestaran su apoyo. Kurz dejó su rol con rapidez tras la erupción de protestas en su contra por toda Austria, cediendo su puesto al juez Alexander Schallenberg.
Y ahora los cargos no hacen más que incrementar; la fiscalía alega que fueron muchos los sondeos previos a las elecciones de 2017 falsificados por Kurz y su equipo, y que un pequeño grupo de aliados pagó a uno de los tabloides mas grandes de Austria para que publicasen reportajes favorables. Una vez en el poder, utilizó el dinero de los impuestos para elevar su propia imagen y castigar a los periodistas y medios que lo criticaran.
Un informe publicado por The New York times delinea la cronología de la estrategia de Sebastian Kurz, que empezó en 2016 bajo el nombre de operación Ballhausplatz, dirección en Viena del entonces ministro de exteriores en la coalición con los Demócratas Sociales de centro izquierda.
En primer lugar, Kurz tenía que tomar el control de su propio partido, y salir de una coalición poco popular entre los austriacos. Un documento de la operación Ballhausplatz describe cómo parte de la estrategia conllevaba minar la imagen pública del actual líder del partido Gente de Austria (OVP), Reinhold Mitterlehner. La idea fue falsificar sondeos que «demostraban» que «todo es mejor» con Kurz a la cabeza. Sebastian Kurz reclutó a su amigo Thomas Schmid, del ministerio de finanzas, y con el dinero del OVP pagaron la publicidad negativa contra Mitterlehner, el líder de su propio partido.
Reclutando aliados en el instituto de encuestas Österreich, el equipo de Kurz dictó qué preguntas hacer en los sondeos, y luego seleccionó resultados favorables, cambiándolos para apoyar la candidatura de liderazgo de dentro del partido de Kurz. También programaron propaganda regular, y en 2017 dictaron los contenidos de una entrevista a Sabine Beinschab, la entrevistada. Una de sus frases fue: «Los conservadores se beneficiarán cambiando [a Mitterlehner] por Kurz».
En unas conversaciones por mensaje cedidas por Schmid que los fiscales han compartido con el New York Times, leemos como Johannes Frischmann, portavoz del ministerio de finanzas y otro miembro del grupito de Kurz, fardaba de dictarle «a Beinschab qué decir en la entrevista», a lo que el ministro de finanzas, Thomas Schmid, respondió con un emoticono aplaudiendo. «Nunca he ido tan lejos como estamos yendo ahora», escribió Schmid. «Fantástica inversión. Esto es capitalismo. Si pagas, las cosas pasan. Me encanta».
En mayo de ese año, Mitterlehner resignó y Kurz ocupó su puesto. Con él a la cabeza, el partido conservador enseguida empezó a salir muy favorecido en los sondeos, y ganó la elección de 2017 cómodamente.
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