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19 de abril de 2024

El primer ministro inglés Boris Johnson

El primer ministro inglés, Boris JohnsonAFP

Reino Unido

Los excesos de Johnson dejan su reputación por los suelos en plena crisis migratoria con Francia

En los últimos meses, el primer ministro inglés no ha sabido gestionar con diplomacia los problemas a los que se enfrentaba su Gobierno

Septiembre, octubre y noviembre han sido meses malos para el primer ministro británico Boris Johnson. Se suceden los escándalos que desploman su reputación, y las crisis que acucian tanto en el marco internacional como a nivel británico auguran un invierno complicado.
La valoración de Johnson a ojos de la opinión pública  empeora hasta tocar niveles nunca vistos, ni siquiera en el auge de la pandemia: casi el 60 % de la población considera que Johnson está haciendo las cosas mal, mientras que el porcentaje que opina que está obrando bien ha bajado desde el 35 % en agosto a un 29 % este noviembre.
Un sondeo del Observer indica que los ratings del líder Conservador cayeron hasta 20 puntos a principios de noviembre, superando las cifras de 16 y 18 puntos en las semanas anteriores. Todo apunta a que Johnson está viviendo uno de los momentos más bajos de su popularidad.
También se han movida las cifras electorales; las últimas encuestas descubren que la ventaja de 11 puntos de la que disfrutaba Johnson hasta hace una semana se ha rebajado ahora a tan solo 2.
Ante la crisis reputacional de Johnson, recordamos los escándalos de este otoño –desde los permisos de pesca hasta Peppa Pig– que han contribuido al desplome de su reputación a ojos de Reino Unido.

El circo de la COP26

Como anfitrión de la COP26, Boris Johnson se sometía a una gran presión internacional; el buen funcionamiento de la conferencia global sobre el clima recaería sobre sus hombros, y tanto si salía bien como si salía mal, el escrutinio público se centraría sobre el primer ministro inglés.

Esto es una sorprendente hipocresía por parte del primer ministroAnneliese Dodds, presidenta del partido Laborista

Con frases de carácter urgente al estilo de «empieza la cuenta atrás», Boris Johnson supo presidir la cumbre de manera adecuada y relativamente eficiente; nuevos compromisos globales para abandonar el carbón, el metano, y reducir las emisiones de CO2 en las próximas décadas son el resultado directo de varios días de discursos y negociaciones.
Sin embargo, Boris Johnson no supo esconder su propia hipocresía, y después de urgir a líderes globales el reducir sus emisiones de carbono, él mismo se dio el lujo de acudir a una cena a Londres, volando desde Glasgow en jet privado, emitiendo 146 toneladas de CO2. De haber conducido hasta la capital, el trayecto habría emitido solo 0,3 toneladas.
La presidenta del partido Laborista, Anneliese Dodds, denunció el comportamiento de Boris Johnson, lamentando que «esto es una sorprendente hipocresía por parte del primer ministro. Tras advertir al resto de líderes mundiales que solo queda un minuto para la catástrofe climática, Boris Johnson se tomó la noche libre de la COP26, saltó a su avión privado, y voló a Londres para cenar con un autodenominado escéptico climático».

Esconder la corrupción en Westminster

El partido Tory es considerado por la población más corrupto que el resto, con un 39 % de los encuestados opinando que un Gobierno Conservador sería más corrupto que uno Laborista, solo un 14 % piensa que sería al revés.
Esta cifra emerge tras el caso de Owen Paterson, diputado del gabinete de Johnson suspendido por corrupción y lobbying. Se descubrió que el diputado se estuvo reuniendo con oficiales del Gobierno en relación con sus actividades de consultoría, beneficiando a dos empresas para las que trabajaba. También utilizó su oficina parlamentaria para su trabajo de consultoría, y omitió declarar sus bienes en varias reuniones, según un informe oficial.
Sin embargo, el primer instinto de Boris Johnson fue el de proteger a su colega proponiendo una reforma «exprés» del sistema anticorrupción del parlamento. En lugar de despedir al diputado Paterson, los tories se enfrentaron al sistema de vigilancia y pretendían cambiarlo en su totalidad, de no ser por que la opinión pública que no tardó en cancelar la iniciativa.
La decisión escandalizó al pueblo inglés: el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, no tardó en tacharla de «corrupta». El partido laborista también acusó al secretario de negocios de los tories, Kwasi Kwarteng, de «hacerle bullying» a la comisaria de estándares, Kathryn Stone.

«Falta de seriedad» ante la crisis migratoria

Las relaciones entre Francia y Reino Unido están en su peor momento; después de la crisis de los permisos de pesca, que culminó en un amargo diálogo entre Boris Johnson y su homólogo francés Emmanuel Macron, ambos países se enfrentan a una crisis de carácter humanitario y político: la de los cruces migratorios en el Canal de la Mancha.

Me sorprende lo poco serios que son sus métodosEmmanuel Macron, presidente de Francia

Mientras que Reino Unido responsabiliza a Francia de «dejar pasar» a los migrantes en vez de retenerlos en sus costas, Francia lamenta la falsedad de Reino Unido, que no quiere hacerse cargo del problema ni cooperar diplomáticamente.
La semana pasada, 27 migrantes perdieron la vida al intentar cruzar el gélido mar de la Mancha en balsas.
Sin embargo, Boris Johnson consideró oportuno el compartir sus propuestas para resolver la crisis por la red social Twitter, en vez de a través del diálogo diplomático con Macron y la Unión Europea. Es algo que ha chocado y decepcionado a Francia, sorprendida ante la «falta de seriedad» de Johnson.
«Como líderes, no podemos hablar de temas tan serios a través de tweets y cartas que hacemos públicos. No somos denunciantes. Venga ya», lamentó un irritado Macron en una rueda de prensa. «Hablé con el primer ministro Johnson hace dos días muy seriamente. Por mi parte, seguiré haciendo eso, igual que con el resto de los países y líderes. Me sorprende lo poco serios que son sus métodos».

Peppa Pig

Durante una reunión con la Confederación de la Industria Británica, Boris Johnson perdió el hilo de su discurso delante de cientos de empresarios. Tuvo que improvisar; ante la atenta mirada de todos los asistentes, el primer ministro británico empezó a hablar del personaje de dibujos animados Peppa Pig:
«Ayer visité, como todo el mundo debería, `El mundo de Peppa Pig'. ¿Alguno ha estado? Me encantó. Es mi tipo de lugar: tiene calles muy seguras, disciplina en las escuelas, énfasis en los nuevos sistemas de transporte público».
«¿Quién hubiera creído que un cerdo que parece un secador de pelo o posiblemente un secador de pelo al estilo Picasso, un cerdo que fue rechazado por la BBC, ahora se exportaría a 180 países con parques temáticos tanto en Estados Unidos como en China?».
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