Sin recursos militares, los civiles ucranianos se defienden con lo que pueden; desde cócteles molotov caseros, hasta carne podrida, pasando por tiestos lanzados desde las alturas. Pero esta guerrilla urbana, bastión de la resistencia de Ucrania, ha encontrado una nueva arma letal: pasteles envenenados.
Varios ciudadanos de Izium, ciudad cercana a Járkov, ofrecieron a los soldados rusos el regalo envenenado, nunca mejor dicho: tartas tóxicas, que mataron de inmediato a dos de los invasores. Además, según indica la inteligencia militar ucraniana, otros 28 soldados rusos de la misma división se encuentran hospitalizados y bajo cuidados intensivos. Sufrieron graves intoxicaciones tras ingerir el veneno en el bizcocho.
«Los ucranianos resisten contra los invasores valiéndose de cualquier método a su alcance», comunicó el ministerio de Defensa de Ucrania. «Según la información disponible, los residentes de Izium ‘trataron’ a los rusos de la tercera división motorizada con pasteles envenenados». En total, la artimaña del grupo local dejó fuera de combate a 30 soldados de Putin. Así lo confirmó el ministerio, que agregó que el estatus actual de las tropas hospitalizadas «está por verse».
No sería la primera vez que el pueblo ucraniano ceba a sus atacantes con la intención de matarlos. El ministerio de Defensa ucraniano informó de que otros 500 soldados rusos, también de la tercera división motorizada, estaban gravemente enfermos. ¿La causa? Alcohol envenenado, «de origen desconocido», al que no pudieron resistirse.
«El comando ruso atribuye estos casos a ‘bajas fuera del terreno’», terminó el comunicado del ministerio.
De forma indirecta, la propia falta de previsión del ejército ruso podría estar detrás de la gula de sus soldados. Según el periódico británico The Times, analistas militares sugieren que los fallos en la logística de Moscú dejaron a sus unidades en Ucrania cortas de provisiones. Aquello explicaría la gran cantidad de denuncias por robos y saqueos a supermercados, perpetrados por las fuerzas militares rusas. Explica también su disposición a aceptar regalos del enemigo.
Un reportaje del New York Times, que recopila las conversaciones radiofónicas entre las tropas invasoras, reveló su desesperación por la falta de agua y comida: «Necesito urgentemente gasolina, agua, y suministros», suplicaba la unidad Sirena-03, en una llamada publicada por el medio. Los servicios de inteligencia ucranianos compartieron otra llamada interceptada, en la que un soldado enemigo informaba a su interlocutora, mujer, de que había robado maquillaje para ella y vitaminas para sí mismo.