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26 de abril de 2024

Refugiados Mariúpol

Refugiados de Mariúpol tratan de salir de la ciudad en autobúsAFP

Primero fosas comunes, ahora campos de concentración: Rusia se precipita en una espiral criminal en Ucrania

Las tropas rusas están deportando a miles de ucranianos a Rusia. Antes de distribuirlos por distintos puntos del país, los internan en «campos de filtración» donde someten a los civiles a humillantes interrogatorios

Las fosas comunes de Bucha, y de otros lugares de la región de Kiev de donde han sido expulsados los soldados rusos, confirman los rumores de crímenes de guerra contra civiles cometidos por Rusia.
Sin embargo, los crímenes del Kremlin podrían ser aún mayores y devolver a Europa el triste recuerdo de los campos de concentración.
Según denuncia tanto el gobierno ucraniano como organizaciones humanitarias, como la Cruz Roja o Human Rights Watch, el ejército ruso está realizando deportaciones forzosas de ciudadanos ucranianos de Mariúpol, el Donbás y otras zonas ocupadas de Ucrania.

Campos de filtración

Una vez en territorio ruso, los «refugiados» ucranianos son internados en «campos de filtración», unos campos de concentración provisionales donde se somete a ucranianos a intensos interrogatorios para identificar «nacionalistas» antes de repartirlos por distintos lugares de Rusia.
Estos campos de infiltración se hicieron famosos durante las guerras de Chechenia de los años 90. Rusia trasladó estos centros a numerosos civiles chechenos donde se les sometió a torturas, palizas y donde se realizaron ejecuciones.
La información que llega de estos campos es imprecisa debido al apagón informativo impuesto por Moscú. Según la alcaldía de Mariúpol, 40.000 habitantes de la ciudad han sido obligados por las tropas rusas a subirse a autobuses del ejército y trasladados en contra de su voluntad a territorio del Donbás o a Rusia.
Los soldados sacaban a punta de pistola a los civiles de los bunkers donde se refugiaban de las bombas y de los combates, o los iban a buscar a sus casas.
Rusia, sin embargo, afirma que todos son refugiados voluntarios que quieren viajar a Rusia en busca de seguridad. Según el Kremlin, su ejército ha «rescatado» a 450.000 refugiados del Donbás, Mariúpol y de otras áreas ocupadas en Ucrania.
La empresa de satélites Maxar Technologies, con sede en Estados Unidos y que ya alcanzó la fama al conseguir las primeras imágenes de los campamentos militares rusos junto a la frontera ucraniana antes de iniciarse la invasión, difundió imágenes de uno de estos campos de filtración.
Se trata de 30 tiendas de campaña con carpas azules situadas en la localidad de Bezimenne, en territorio del Donbás controlado por Rusia. Por este campo con capacidad para 450 personas han pasado 5.000 refugiados ucranianos.
«Controlaron mi teléfono. Me preguntaron qué sabía del ejército ucraniano y si tenía amigos en el ejército. También me interrogaron sobre mi opinión de Rusia, Putin y la invasión. Fue muy humillante», narra a The Guardian una mujer que ha pasado por este campo de filtración.
«El 15 de marzo los soldados rusos irrumpieron en nuestro refugio antibombas y nos ordenaron a todas las mujeres y niños que saliéramos y nos obligaron a subir a un autobús con doscientas o trescientas plazas. No fue nuestra elección», narra.

Eliminar Ucrania

La existencia de estos campos de filtración va en consonancia con los planes del Kremlin para Ucrania. Estos planes salieron publicados en la agencia estatal RIA Novosti.
En un reciente artículo se defendía que el proceso de «desnazificación» y «rusificación» de Ucrania implicaba la prohibición de la bandera ucraniana y del mismo nombre de Ucrania.
Se señalaba que, una vez concluida la «operación especial» Ucrania sería dividida en repúblicas populares independientes que procederían a integrarse en la Federación Rusa.
Sólo las regiones occidentales, donde la identidad ucraniana es más fuerte y la asimilación a Rusia es más difícil, se permitiría un Estado neutral y desmilitarizado bajo ocupación militar rusa por un período de 25 años.
En ese período, continúa el informe de la agencia oficialista del Kremlin, Rusia procedería a un proceso de rusificación de la población ucraniana, la imposición de la lengua rusa en la educación, la enseñanza de la historia y de la literatura rusa y se procedería a la «reeducación» de la población «nazificada».
Además, se aboga por la «aniquilación» de aquellos miembros de lo que denomina «la élite de Bandera», es decir, la cúpula política, militar y social de Ucrania, «cuya reeducación es imposible».
Rusia ya ha empezado a aplicar esta hoja de ruta en los territorios ocupados de Ucrania. El ejemplo más claro es la ciudad de Jersón, donde se ha convocado un referéndum para proclamar la república popular independiente de Jersón y donde se ha anunciado que, a partir del 1 de mayo, se retomarán las clases en los colegios con la sustitución del ucraniano por el ruso.
Pero no es el único caso. Las regiones separatistas del Donbás, Dontesk y Lugansk, anunciaron referéndums para incorporarse a la Federación Rusa, como hizo Crimea en 2014.
Además, en la ciudad de Melitopol, la alcaldesa impuesta por Rusia, Galina Danilchenko, llamó a los ciudadanos a no resistirse a la ocupación rusa y adaptarse a la «nueva realidad».
Además, el alcalde legítimo de la localidad ucraniana, Ivan Fedorov, denunció que los colegios han reabierto con la imposición de impartir todas las asignaturas en lengua rusa.
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