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18 de abril de 2024

La presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU., Nancy Pelosi, en Taipéi

La presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU., Nancy Pelosi, en TaipéiAFP

Crisis diplomática

¿Cuáles son las razones detrás de la visita de Pelosi a Taiwán? ¿Cómo ha respondido China a este desafío de EE.UU.?

El viaje de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos a la isla ha provocado el enfado de Pekín, que ha contestado bloqueando la isla mediante unas maniobras militares con fuego real

La visita de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, a Taiwán ha abierto una nueva brecha en la relación entre Pekín y Washington, herida de muerte desde hace años. La llegada de Pelosi a Taipéi ha provocado el enfado del Gobierno chino, que ha visto cómo Estados Unidos ha desafiado la política de «una sola China», que considera a la isla como parte indivisible del territorio chino, junto a Hong Kong y Macao.
La diplomática estadounidense reiteró, durante su visita, el compromiso de Estados Unidos con la democracia y aseguró que Estados Unidos «no abandonará a Taiwán». Esta cuestión ha sido una constante fuente de tensiones entre las dos superpotencias. Hace poco más de dos meses, el presidente estadounidense, Joe Biden, afirmó que su país intervendría militarmente en caso de que China tratara de tomar el territorio por la fuerza.
Estas declaraciones, poco después matizadas por la portavoz de la Casa Blanca, provocaron un fuerte malestar en Pekín. «Nadie debería subestimar la firme determinación, la firme voluntad y capacidad del pueblo chino de defender la soberanía nacional y la integridad territorial», así de rotundo contestó el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Yang Jiechi, a Biden.
Pero el viaje de Pelosi supone un paso más dentro de esa ambigüedad en la que se mueve la política exterior estadounidense con respecto a Taiwán, ya que se trata de la primera visita a la isla de un presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU., desde 1997. En esa ocasión, aunque el viaje tampoco fue bien recibido en China, se interpretó, desde Pekín, como un pulso interno en el Gobierno norteamericano, ya que en esa época la Presidencia la ostentaba el demócrata Bill Clinton y el presidente del Legislativo era el republicano Newt Gingrich.
Un argumento que no se puede esgrimir ahora, ya que tanto Nancy Pelosi como Joe Biden pertenecen al mismo partido, el Demócrata. A pesar de que el presidente estadounidense hizo saber a la opinión pública que no estaba de acuerdo con la decisión de Pelosi de visitar la isla, la presidenta de la Cámara Baja voló hasta Taiwán. La pregunta entonces es: ¿por qué viajó Pelosi en contra de la voluntad del propio presidente estadounidense y a sabiendas de que provocaría el enfado de China?
En primer lugar, aunque el presidente estadounidense se oponga, no puede desautorizar al poder Legislativo, al que representa Pelosi. Pero la cuestión va más allá de un mero tecnicismo. Taiwán posee un valor geoestratégico de vital importancia para EE.UU. y forma parte de una estrategia para frenar la influencia de China en el Pacífico. Como señala el investigador del Real Instituto Elcano Ander Sierra, en su artículo China y la estructura de seguridad de Asia-Pacífico: los casos de Camboya e Islas Salomón, el pasado mes de junio, China llegó a un acuerdo con Camboya, por el cual se comprometía a modernizar la base naval de Ream, a cambio de que el Ejército Popular de Liberación (EPL) pudiera utilizar de forma exclusiva la parte norte de la base.
Esta noticia pasó totalmente desapercibida en la prensa occidental, más centrada en la guerra de Ucrania y sus consecuencias a nivel interno en los diferentes países, a excepción de medios como The Washington Post, que sí se hizo eco de esta información. Pekín ha aprovechado la coyuntura internacional para ir ganando presencia en la región de Asia-Pacífico, mientras el mundo tiene sus ojos puestos en el conflicto europeo. En abril, también firmó un acuerdo con las islas Salomón, que permite el despliegue de fuerzas de seguridad chinas en su territorio, como recuerda Sierra en su análisis.
Estados Unidos, que desde años lleva intentando virar su política exterior hacia Asia, es consciente de estos movimientos y la visita de Pelosi puede interpretarse como una llamada de atención a Pekín. Washington remarca así su presencia en el Pacífico, trasladando un mensaje al gigante asiático: dejar «inequívocamente claro» que Estados Unidos «no abandonará» la región.

China responde

La repuesta por parte de China ha sido prácticamente inmediata. Pekín ha centrado todas sus acciones contra Taiwán. El gigante asiático anunció que bloqueará la isla por mar y tierra mediante unas maniobras militares con fuego real. El Ejército chino apunta que se tratan de unos ejercicios militares «sin precedentes», ya que se espera que los misiles convencionales del EPL sobrevuelen la isla de Taiwán por primera vez.
Además, las maniobras de los buques de guerra chinos se acercarán hasta 20 kilómetros de la costa taiwanesa a la altura del puerto de Kaohsiung, en el sur de la isla. En definitiva, China bloqueará la isla a través de seis puntos estratégicos, donde tendrán lugar estos ejercicios, demostrando así «el control absoluto de la China continental sobre la cuestión de Taiwán».
Asimismo, el gigante asiático ha impuesto sanciones comerciales a la isla, prohibiendo la importación de pescado, soja, cítricos o arena. Pekín muestra que no solo puede imponer sus ideas por la fuerza, sino también a través de la presión económica.
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