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20 de abril de 2024

Afganistán talibanes

Protesta de talibanes contra Estados Unidos en AfganistánEFE

La volátil situación en Afganistán un año después de la caída de Kabul

La presencia, y eliminación, de Ayman al-Zawahiri, líder de Al Qaeda, en Kabul, plantea la incógnita de si la salida de EE.UU. de Afganistán ha sido acertada

Hace un año, el 15 de agosto del 2021, los talibanes entraron en Kabul, capital de Afganistán, aprovechando la retirada de las fuerzas estadounidenses, después de veinte años.
Tras distintos enfrentamientos los insurgentes tomaron la prisión de Pul-e-Charkhi y liberaron a todos los presos, incluidos los del ISIS y de Al Qaeda.
Los combatientes talibanes izaron su bandera en varias áreas de la ciudad y presionaron a las fuerzas del orden para que entregaran todas sus armas.
Desde ese día el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai se convirtió en la única salida segura de Afganistán, pero el 26 de agosto de 2021 dos brutales atentados se saldaron con 183 fallecidos y más de 150 heridos.
Entre las víctimas murieron 13 militares estadounidenses que apoyaban la evacuación de civiles. La facción afgana del ISIS (ISK) reivindicó los ataques.

Ayman al-Zawahiri

Casi un año más tarde, el hombre que sucedió a Bin Laden, desde 2011, como emir de Al Qaeda, fue alcanzado por dos misiles Hellfire mientras estaba en el balcón de una casa segura en la capital afgana.
El hecho de que Ayman al-Zawahiri estuviera en Kabul -y que los servicios de inteligencia de Estados Unidos pudieran localizarlo allí- reaviva los debates, sobre si la decisión de retirar las fuerzas estadounidenses de Afganistán fue acertada y sobre cómo abordar en el presente el régimen talibán.

El asesinato del líder de Al Qaeda supone sólo una de las muchas amenazas que acechan en Afganistán

Lo más inquietante, algo que podría pasar por alto la prensa internacional, atenta a otros frentes y peligros, es que el asesinato del líder de Al Qaeda supone sólo una de las muchas amenazas que acechan en Afganistán y que nadie tiene un plan para hacer frente a los problemas de seguridad que aumentan en este país, cuya situación es cada vez más volátil y explosiva.
El ataque estadounidense con drones que mató a al-Zawahiri ha sido aclamado como una victoria antiterrorista, pero el triunfalismo no es la mejor respuesta.
Zawahiri, la mente estratégica de Al Qaeda, ha sido abatido en una casa propiedad de un ayudante de Sirajuddin Haqqani, el ministro del Interior del gobierno talibán y es probable que estuviese allí por invitación suya.
Pero quizás alguien entre los talibanes estaba más interesado por la recompensa de 25 millones de dólares ofrecida por Washington que en proteger al anciano líder yihadista.
Antes de ser detectada la presencia de Zawahiri en Kabul, muchos observadores pensaban que era temerario el intento, de los talibanes, de contener a los yihadistas sin suprimirlos activamente y, al mismo tiempo, tratar de mantener el apoyo político de los extremistas, evitando que les causen demasiados problemas. Esta política mantiene al mandato talibán en la cuerda floja.

Pausa en la violencia

Un equipo de investigación del «International Crisis Group» ha estudiado las implicaciones de seguridad del gobierno talibán, hablando con personas, incluidas las de las facciones talibán y antitalibán.
Los funcionarios talibanes describen que esta «pausa en la violencia es una señal de que su nuevo régimen ha proporcionado el primer periodo de paz en el país en décadas».
El resto de los afganos entrevistados en este estudio están, sin embargo, preocupados de que el actual respiro en la violencia no dure mucho tiempo y resulte ser sólo una pausa antes de la próxima guerra civil.
En apariencia, la violencia se ha aplacado: en los primeros meses de 2022, según las estimaciones de la ONU, el número de incidentes violentos fue un 82% menor que en el mismo periodo del año anterior. Pero la conflictividad va en aumento.
En el este y el norte del país, los talibanes están luchando contra una versión local del ISIS (ISK). Este grupo incluye militantes que han llevado a cabo ataques transfronterizos y suponen una creciente amenaza internacional.
En el norte, los talibanes están recibiendo ataques de grupos dispares compuestos en su mayoría por antiguos elementos muyahidines antisoviéticos y algunos restos de las antiguas fuerzas de seguridad afganas, fuera de control desde el verano pasado.

En bandeja de plata

Desde que se anunció la muerte de Zawahiri, los partidarios del ISIS se han burlado en Internet del líder de Al Qaeda por creer que los talibanes le protegerían, sugiriendo que el grupo le ha servido en «bandeja de plata» a los estadounidenses.
Antes de la muerte de Zawahiri, los esfuerzos de los talibanes por obtener el reconocimiento internacional iban mal, ya que en occidente se reaccionó con indignación a su continuo trato discriminatorio hacia las mujeres y las niñas.

El reconocimiento diplomático del gobierno talibán está ahora completamente fuera de la mesa para Estados Unidos

Pero ahora la desconfianza ha aumentado pues sólo dos días antes de la muerte del jefe de Al Qaeda, el ministro del Interior de los talibanes, Sirajuddin Haqqani, en una entrevista televisiva afirmaba que Al Qaeda no tenía ninguna presencia organizada en Afganistán, y resultaba estar en casa de alguien cercano a él.
De otra parte, los programas talibanes para reconstruir la economía afgana se enfrentan a una ardua lucha contra las sanciones occidentales y la congelación de activos.
El incipiente gobierno había estado negociando con donantes estadounidenses y europeos sobre las formas de ayudar a la recuperación económica de Afganistán, pero la presencia de Zawahiri dificultará esas conversaciones.
El reconocimiento diplomático del gobierno talibán está ahora completamente fuera de la mesa para Estados Unidos y sus aliados, y algunos comentaristas abogan por un mayor aislamiento del régimen talibán.
El mundo exterior no confía en que los talibanes proporcionen seguridad a los afganos y protejan a otros países de los efectos indirectos de la inestabilidad en Afganistán, por lo que se justifica un mayor grado de atención.
Un año después de su caída, la situación en Kabul es pura nitroglicerina.
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