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19 de abril de 2024

Sacramento José Acebo

Sacramento José Acebo sufrió acoso del régimen cubano por una entrevista concedida a El Debate

Anatomía de la represión comunista en Cuba

Hablar en El Debate le ha supuesto a Sacramento José Acebo un incremento del acoso por parte del régimen. Sin miedo, da los detalles. En El Debate

Las recientes declaraciones de Sacramento José Acebo a El Debate en las que explicaba su decisión de interponer un recurso contra el resultado del sucedáneo de referéndum que aprobaba el matrimonio homosexual le han valido una intensificación del acoso por parte del régimen. Sutil, al principio, pero implacable. De nada ha servido que Acebo se haya apoyado en la ley en vigor para culminar su trámite.
Esta vez la persecución no ha sido por medio de una visita a su casa. Ha sido en plena calle, delante del domicilio del acosador. «Estaba sentado frente a su casa, como pude luego notar», explica Acebo, «conversando con alguien que parecía ser uno de sus informantes, que nos dejó solos al ver por dónde se encaminaba el diálogo».
«Al verme pasar», prosigue, «este aparente señor me llamó con mucha insistencia y se interesó por cómo iba el problema de mi casa y familia». Un problema relacionado con los daños causados por las consecuencias del huracán Laura, que arrasó parte de Cuba en el verano de 2020. «Dos años después, el ayuntamiento de mi ciudad [Las Tunas] no cumple el protocolo, o la palabra empeñada luego de nuestras reclamaciones».
El sujeto comenzó dando a Acebo el pésame por la muerte de mi padre, «que, en gran medida, consideramos resultado de todo este difícil proceso». Pero, de repente, la conversación tuvo un súbito giro.
–¿Cómo tú te ves?, me preguntó... ¿Como opositor, como contestatario...?
–Yo me veo, simplemente, como un ciudadano que está exigiendo su derecho.
La respuesta le dejó descolocado. «¡Ah, compadre!, no me vengas con esa», dijo. «Mira, dímelo aquí, entre tú y yo, como entre amigos», me insistió cordialmente, como si acostumbráramos a tomar café juntos. «Como entre amigos..., como entre enemigos, si tú quieres, en privado, en público..., de veras que me siento solamente como un ciudadano que está exigiendo su derecho», le respondí, «mirándole a los ojos».
A quien ignore qué sucede dentro de Cuba, puede parecerle una simple pregunta. Todos los que conocen la realidad de la isla saben que este sujeto estaba buscando una autoinculpación que le hiciera «ganar puntos» ante sus superiores y hasta quizás una prebenda en su trabajo.
Una declaración de ese tipo dejaría a Acebo en «tierra de nadie» en relación con las exigencias legales sobre nuestra vivienda que tanto estaban molestando a los «grandes de su ciudad».
Luego, en menos de lo que canta un gallo, llegó el tema de su posición con respecto al Código de Familias y las intervenciones de Acebo y su hermano en las consultas populares previas al referéndum.
«Compadre, no importa lo que suceda, tú sabes que ya eso está aprobado. Si sigues luchando, te estarás marcando, y al final te vas a quedar sólo. Todos te van a dejar, y tú y tu familia son los que van a sufrir las consecuencias». Se estrechaba el cerco de la amenaza.
Entonces, Acebo le recordó que muchísimas personas, a lo largo de la historia, se habían quedado solas en la defensa de alguna que otra causa justa. «¿O me estás recitando esa frase de Martí: 'Todo el que lleva luz se queda solo?'», se atrevió a preguntarle.
«Fue muy curioso», recuerda Acebo, «porque comenzó diciendo que no sabía absolutamente nada de lo que había pasado; sin embargo, en el transcurso de la conversación lo parecía saber todo de mí; e incluso, cometió el error de decir que el sujeto que nos dejó solos le había mantenido al tanto de nuestra situación».
De ahí el acosador paso a la aclaración ideológica. «Me aseguró que era 'comunista hasta la muerte' y yo aproveché para confirmarle que no lo era. Pero que no por ello tenía 'problemas ideológicos'».
Esta es una frase estigmatizante muy usada por las autoridades cubanas para señalar públicamente a cualquier persona –incluso menor de edad– por cualquier disenso de pensamiento, o por la práctica de alguna religión, sobre todo la cristiana.
«Decir que tengo problemas ideológicos, es afirmar, ridículamente, que existe solo un modo de pensar, y que, todas las demás maneras de ver un asunto son equivocadas o aberrantes», le espetó Acebo. No hubo comentario posterior por parte del acosador.
–¿Qué conclusiones saca de este episodio de acoso por parte de la Seguridad del Estado?
–El acoso, en nuestro país, no tiene que provenir de la Seguridad del Estado. Todas las instituciones u organizaciones se prestan para ser instrumentos de un acoso. Y un acoso tributa a otro.
Por si no fuera suficiente, el historial largo y desgastante. «Incluso luego de graduarme: advertencias, presiones, destrucción de reputación, pérdida de trabajos, seguimientos... El acoso tiene muchos rostros».
El económico es uno de ellos, pues todo el sustento familiar depende de un modo u otro del Estado. «No es simplemente un asunto de cobardía. Las personas sienten también el peso de la responsabilidad por su familia. Nadie puede tener idea de las presiones económicas que suelen acontecer».
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