Las mujeres en Irán han perdido el miedo y han sacudido el panorama social de la República Islámica. El pasado mes de septiembre salieron a las calles, cansadas de tener que acatar las leyes de un régimen represivo que mantiene a la mujer relegada siempre a la figura del hombre. La obligatoriedad del velo es uno de los principales síntomas de la opresión y el pelo se ha transformado en sinónimo de libertad y desafío al régimen de los ayatolás.
Precisamente esta rebeldía encarnada en la figura de la mujer se ha convertido en algo molesto y ha colocado a este colectivo en el punto de mira de los más fanáticos. Las escuelas de mujeres son el nuevo objetivo y el envenenamiento de centenares de alumnas en varias ciudades de Irán ha hecho saltar todas las alarmas.
La activista y periodista iraní Masih Alinejad ha publicado en sus redes sociales nuevos vídeos que demuestran cómo niñas y adolescentes están siendo intoxicadas de manera intencional en diversos colegios. Se calcula que ya son más de 800 las niñas que han sido envenenadas. Alinejad acusa directamente a la República Islámica de estar vengándose de las mujeres por su valentía.
«No podemos respirar», «Estamos muriendo aquí, nos están matando, sed nuestra voz», suplica una niña en uno de los vídeos que ha compartido la activista iraní a través de la red social Twitter. Las propias autoridades de la República Islámica, ante la avalancha de casos, han tenido que reconocer los hechos. El viceministro de Salud de Irán, Younes Panahi, afirmó que «algunas personas querían cerrar todas las escuelas, especialmente las de niñas» y estaban utilizando «compuestos químicos para envenenar a las estudiantes».
Los primeros casos se registraron a finales del mes de noviembre en la ciudad santa de Qom –centro de estudios religiosos chiíes–, por ello, varios medios locales han señalado que podría ser obra de fanáticos religiosos que están en contra de que las mujeres vayan a las escuelas. Nafiseh Moradi, investigadora de estudios islámicos en la Universidad Al-Zahra de Teherán, citada por Iran International, ha explicado que la medida de los talibanes en Afganistán de prohibir la educación a las niñas habría inspirado a los ultrarreligiosos de Qom.
Los envenenamientos, al parecer por gas, se han silenciado durante casi dos meses, pero al haberse extendido a muchas otras ciudades a lo largo de Irán se han vuelto imposible de ocultar. Según recoge Iran International, las alumnas de un instituto, en la ciudad de Boroujerd, denunciaron que, durante un recreo, algo parecido a una bomba casera que emitía gas, fue lanzada al patio del colegio.
Poco después, algunas de las alumnas perdieron la movilidad en las extremidades y tuvieron que ser hospitalizadas, al igual que la directora del centro y su adjunto. Las víctimas afirman haber olido algo parecido a la lejía, mientras que otras hacen referencia a un olor a menta o fruta podrida.
El miedo a nuevos ataques ha provocado que los padres hayan prohibido a sus hijas ir al colegio de manera presencial y algunas escuelas, sobre todo en la ciudad de Qom, han tenido que cerrar los centros. En su defecto se han implantado las clases de manera telemática. La talibanización de Irán y la represión de las mujeres se ha convertido en el principal objetivo de los grupos más radicales de la República Islámica.