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29 de abril de 2024

El presidente de Turquía y el candidato presidencial de la Alianza Popular, Recep Tayyip Erdogan

El presidente de Turquía y el candidato presidencial de la Alianza Popular, Recep Tayyip ErdoganAFP

Elecciones Turquía

Erdogan se da un baño de masas y desafía a su rival en unas elecciones decisivas

Dos mítines rivales y dos discursos opuestos escenifican la división de Turquía a apenas seis días de que se celebren los comicios

1,7 millones de personas acudieron ayer al mitin que ofreció el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en el antiguo aeropuerto Atatürk, en la parte europea de Estambul. Su principal contrincante Kemal Kilicadaroglu hizo lo propio, el sábado, en la parte asiática de la ciudad turca. Dos figuras y dos discursos diferentes que el próximo domingo se medirán en unas ajustadas elecciones.
Erdogan lucha por mantenerse en el poder y perpetrar su ya largo mandato de dos décadas. Kilicadaroglu, sin embargo, aspira a implementar un cambio de aires. Los mítines rivales reflejan un país dividido. La crisis económica del país y el terremoto del pasado mes de febrero han mermado los apoyos a Erdogan, pero el presidente turco aún resiste y sigue siendo una figura popular, sobre todo, entre los más conservadores.
El mandatario turco quiso demostrar a su país, y de paso al resto del mundo, que su figura sigue siendo vital en el país euroasiático y que a pesar de que las encuestas ofrecen unos resultados muy igualados, Erdogan seguirá dando de qué hablar.
Su discurso se prolongó durante una hora y media, ante la atenta mirada de una marea que jaleaba al mandatario y ondeaba la bandera de Turquía. Erdogan echó mano de varios vídeos donde hizo alarde de los recientes descubrimientos de gas en el mar Negro y del «potente» material militar construido por su industria de defensa.
Un despliegue más propio de una estrella del rock que de un político. Pero nada es suficiente cuando quedan menos de seis días para que los turcos sean convocados a las urnas y decidan sobre el futuro de Erdogan, en unas elecciones que se han convertido en un referéndum sobre su persona.
Micrófono en mano, gafas de sol y una americana azul cielo, adornada con un pin en la solapa de la bandera de Turquía, sacó todas las balas que tenía guardadas. Erdogan prometió gas natural gratuito, iPhones y tarifas de internet más baratas para los estudiantes y cientos de miles de nuevas viviendas para las víctimas de los terremotos.
No faltaron tampoco alusiones a Kilicadaroglu, quien el día anterior había puesto toda la carne en el asador a unos kilómetros de distancia. «Señor Kemal, beba en barriles, si quiere. Mi pueblo no dejará que el borracho tome la plaza y se vaya», prorrumpió el mandatario turco. Insultos y descalificaciones que extendió a todo el conjunto de la oposición, que tildó de «infieles».
24 horas antes, Kilicadaroglu había hecho un llamamiento a la paz y a la unión, en un discurso con mensajes completamente contrarios a los del presidente turco. «Yo, con mis amigos, traeré la primavera a este país, traeré la paz», afirmó el rival de Erdogan. «Mi palabra es que seré el presidente de 85 millones. Serviré a 85 millones. No haré distinciones y abrazaré a todos», proclamó.
Dos discusiones y dos políticos opuestos que pugnan por hacerse con la presidencia de Turquía, mientras el resto del mundo aguarda los resultados de unos comicios que se encuentran en el aire. Las encuestas vaticinan una victoria, por la mínima, de Kilicdaroglu, lo que obligará a los turcos a ir a una segunda vuelta. Unas elecciones determinantes tanto dentro como fuera del país euroasiático.
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