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09 de mayo de 2024

Carlos III elige Transilvania para su primer viaje oficial como soberano

Carlos III elige Transilvania para su primer viaje oficial como soberanoEFE

Primer viaje oficial del Rey

Carlos III llega a Transilvania en su primer viaje oficial como soberano

Lo lleva «en la sangre» bromeó el Rey que compró su primera casa en esta región de Rumanía

«Un gran honor». Transilvania se regocija de acoger a partir de este sábado al rey Carlos III, que eligió esta pintoresca región de Rumania para su primer viaje al extranjero tras su coronación.
A su llegada a la capital, Bucarest, el viernes sin su esposa Camilla, el monarca se dirigió rápidamente a esta región de ambiente intemporal que cautivó su corazón hace 25 años.
Dan Spataru, que dirige la alcaldía de uno de los pueblos favoritos del soberano, no esperaba volver a verlo.
«Ahora que es rey, pensábamos que las reglas del protocolo no le permitirían visitarnos», observa conmovido por la llegada de Carlos III poco después de su coronación a principios de mayo. «Con este gesto, nos demuestra su afecto», agregó.
Carlos III disfrutará primero de la tranquilidad de Valea Zalanului, donde tiene una propiedad, antes de reunirse el martes con los habitantes de Viscri, a 100 km de allí.

El rey compró su primera casa en 2006, transformada ahora en un pequeño museo dedicado a su pasión por la botánica

Conquistado por sus calles de tierra, sus carros tirados por caballos y sus casas de colores vivos, el rey compró allí su primera casa en 2006, transformada ahora en un pequeño museo dedicado a su pasión por la botánica.
En cada visita -la última fue en mayo de 2022- «se muestra agradable y abierto», dijo Spataru, que se deshizo en elogios. «Como cualquier otro hombre, se relaja y disfruta paseando por la naturaleza».
En una recepción en el palacio presidencial de Bucarest el viernes, Carlos III volvió a describir su «vínculo íntimo» con Rumania, donde se siente como en casa.
Se jacta de ser pariente lejano de un príncipe del siglo XV conocido como Vlad el Empalador, que inspiró el personaje del conde Drácula, y lleva, según sus propias palabras, «Transilvania en la sangre».
Tras descubrir la región en 1998, el rey, un ecologista ferviente, se convirtió en protector de estos pueblos del corazón de Rumania fundados en el siglo XII por colonos sajones.
Entre los estragos del régimen del exdictador Nicolae Ceausescu y la negligencia de las autoridades locales de este país pobre y corrupto, muchos de ellos estaban condenados a desaparecer.
Pero bajo el impulso de Carlos se han puesto en marcha varios proyectos de rehabilitación del patrimonio, acompañado de un auge del turismo.
Según Alexandru Toader, propietario de una pensión, el rey podría aprovechar su visita a Viscri para hacer un balance de las iniciativas en curso en esta aldea de 400 habitantes, dominada por una iglesia fortificada.
Este habitante de 37 años, que colocó carteles en el pueblo para conmemorar la ocasión, también espera obtener el apoyo del rey para convencer a las autoridades locales de que prohíban la entrada de vehículos en el pueblo.
Aunque está contento con la visita del monarca británico, lamentó el endurecimiento de las medidas de seguridad.

Fin de la libertad

Antes «Carlos podía pasear libremente por las calles o aventurarse en las verdes colinas para explorar todo tipo de especies vegetales que han desaparecido en otros lugares de Europa», dijo.
Esta vez el ambiente es muy distinto. Este habitante contó que tuvo que responder a una multitud de preguntas de los servicios de seguridad rumanos, en particular sobre el perfil de sus clientes, numerosos en esta época del año.
«Reforzaron la seguridad, es más formal», lamentó también Dan Spataru.
«Será un momento único para nuestra comunidad recibir al rey, una señal de reconocimiento al trabajo realizado durante todos estos años», estimó Caroline Fernolend, presidenta de la fundación Mihai Eminescu, dedicada a proteger el patrimonio transilvano y desde hace mucho tiempo bajo el patrocinio de Carlos III.
Y para honrar al hijo de la fallecida reina Isabel II, el pueblo ha optado por la sencillez: no está prevista ninguna ceremonia ostentosa.
«¿Para qué? Si la belleza ya está aquí, nos rodea», dijo Eminescu sonriente.
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