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Marco Chiesa, líder del Partido Popular Suizo

Marco Chiesa, líder del Partido Popular de SuizaAFP

Los conservadores ganan las elecciones en Suiza frente a una fuerte caída de Los Verdes

El gran perdedor de estos comicios ha sido la formación ecologista, que tras su ruidosa irrupción en el Parlamento en 2019, ha obtenido tan sólo un 9,4 % de los votos

El Partido Popular de Suiza (UDC, conservador) ha logrado este domingo, en un contexto de crisis migratoria y de preocupación por el riesgo de atentados en Europa, la victoria en las elecciones federales al obtener un 28,6 % de los votos, uno de sus mejores resultados históricos.

En la otra cara de la moneda se colocan Los Verdes, que se han convertido en los grandes perdedores, tras su gran ascenso hace cuatro años. Como ya auguraban las encuestas, el UDC, que hizo campaña contra la «inmigración masiva», los «dictados del género» y «la locura 'woke, refuerza su posición como primera formación política del país, con alrededor del 29 % de los votos en el Consejo Nacional (Cámara Baja del Parlamento).

Presidido por Marco Chiesa desde 2020, el UDC es el partido más votado de Suiza desde 1995, y en el fragmentado panorama político suizo, el único que se ha llegado a aproximarse a un 30 % de los votos totales.

En segundo lugar en los comicios se ha situado el Partido Socialista Suizo (PS), con un 18 % de los votos, 1,2 puntos más que en 2019, por lo que sumará dos escaños en el Consejo Nacional, hasta alcanzar los 41.

En tercer lugar se situaron los democristianos de la Alianza del Centro y en cuarto los liberales del Partido Liberal Radical (PLR), con más del 14 % de los votos cada uno que les otorgarán 29 y 28 escaños, respectivamente, en la cámara baja.

Los Verdes se desploman

Los grandes perdedores de estos comicios han sido, sin duda y como ya se vislumbraba, la formación ecologista Los Verdes, que tras su ruidosa irrupción en el Parlamento en 2019, cuando superaron a los democristianos como cuarta principal fuerza política, han obtenido tan sólo un 9,4 % de los votos, 3,8 puntos menos que en 2019.

Esto les condena a perder cinco escaños en el Consejo Nacional y quedar con 23, tras una campaña electoral en la que el cambio climático pesó menos en los debates que la inmigración o la seguridad, temas avivados por tensiones geopolíticas externas tales como la guerra de Ucrania o el conflicto palestino-israelí.

Tras concretarse la composición de la Cámara Baja y Alta –esta última tendrá que esperar a una segunda vuelta en noviembre en algunos cantones– el Legislativo suizo celebrará el 13 de diciembre la reunión de sus dos cámaras en la llamada Asamblea Federal para elegir a los siete miembros del Consejo Federal (Poder Ejecutivo).

Dado el equilibrio de fuerzas parlamentario, que Suiza mantiene desde mediados del siglo XX, se espera una vez más que los cuatro partidos más votados (conservadores, socialistas, democristianos y liberales) se repartan esos siete puestos, que ostentarán también las distintas carteras ministeriales del país.

Dos de ellos serán para el UDC, otros dos para el PS, y Centro y PLR lucharán por ver quién tiene uno o dos consejeros en el órgano colegiado de poder, que cada año elige a uno de entre los siete como presidente suizo, aunque este cargo es prácticamente honorífico.

En 2019, aunque Los Verdes eran la cuarta formación por encima de democristianos, no lograron entrar en esa gran coalición de cuatro partidos, conocida en Suiza como «fórmula mágica», vigente con apenas excepciones desde 1959 y que es el secreto de la estabilidad política del país, pero también de cierto inmovilismo.

La campaña electoral pasó casi inadvertida en un electorado poco implicado (la participación en los comicios rara vez supera el 50 %), aunque sí se destacó el cada vez más populista discurso de UDC.

En su programa habló abiertamente del objetivo de que el país no alcance una población de diez millones de personas (ahora ronda los nueve), algo que buscaría conseguir con medidas más restrictivas para la entrada de inmigrantes.

No serían fáciles de consensuar, no obstante, en el peculiar gobierno de coalición entre derecha, centro e izquierda del que Suiza hace gala desde hace más de 60 años.

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