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28 de abril de 2024

Misiles estadounidenses de larga distancia ATACMS

Misiles estadounidenses de larga distancia ATACMS

EE.UU. se plantea ceder a Ucrania una poderosa arma que hasta ahora se había resistido a entregar

La condición es que el Congreso de Estados Unidos apruebe el nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania

Durante meses, al principio de la guerra de Ucrania, una de las peticiones que con mayor vehemencia reclamó Kiev a sus aliados occidentales fue que le proporcionaran sistemas de artillería de largo alcance ATACMS.
Estos sistemas, con capacidad de destruir objetivos a 300 kilómetros de distancia, eran perfectos para frenar el avance de las tropas rusas, que entonces parecían imparables.
En aquel momento, en los primeros compases de la contienda, el caótico avance ruso, sin líneas de suministro garantizadas, con un mando caótico, con tropas desmoralizadas e indisciplinadas, y sin una implementación real en los territorios ocupados que impedía la construcción de defensas, los ATACMS habrían sido letales para las fuerzas de Moscú.
Pero Washington se resistió y, finalmente, se negó a entregar esos sistemas. El principal temor de la Casa Blanca era que Ucrania pudiera emplear los sistemas de artillería móvil para atacar territorio ruso.
Se temía que, si Kiev golpeaba territorio ruso con tecnología militar estadounidense, el conflicto ucraniano pudiera desbordarse y convertirse en un conflicto mundial.
A cambio, Estados Unidos y sus aliados cedieron de forma masiva sistemas HIMARS, similares a los ATACMS pero con un alcance menor, de 180 kilómetros.
Con esos sistemas se consideraba que se otorgaba a Kiev una herramienta para frenar los avances rusos y atacar su retaguardia en los territorios ucranianos ocupados, pero sin alcanzar el territorio soberano ruso.
El alto mando ucraniano y el gobierno de Zelenski advirtieron que los HIMARS servirían para bloquear el avance ruso, pero para ganar la guerra eran necesario los ATACMS.
Los debates y el retraso de la entrega de los sistemas permitieron a Rusia obtener varias victorias decisivas que proporcionó a Moscú una ventaja operativa y anclarse al territorio que actualmente controla.
En ese plazo, Moscú conquistó Mariúpol y Sverodonetsk. Finalmente, los sistemas HIMARS llegaron y causaron un destrozo épico en las filas rusas que permitió a Ucrania ejecutar la espectacular contraofensiva de septiembre y octubre de 2022 en Jarkov y Jersón.
Estados Unidos ya ha perdido el miedo a una escalada. Primero porque Ucrania ya ha atacado territorio ruso, incluso Moscú, con otros sistemas, y Rusia ha demostrado que no es capaz ni de evitarlo ni de responder a esos ataques.
En segundo lugar, porque, en la situación de escasez de municiones, la posible derrota de Ucrania empieza a contemplarse como una seria posibilidad que aterra a Europa y a sus socios.
Además, en unos meses se celebrarán elecciones estadounidenses y la posible victoria de Trump supondría el probable fin de la ayuda a Ucrania. El momento de echar el resto es ahora o nunca.
Según el Institute for the Study of War (ISW), la Casa Blanca está estudiando suministrar sistemas de misiles ATACMS al Ejército ucraniano.
Sin embargo, hay una condición: el Congreso debe aprobar el paquete de ayuda militar a Ucrania por valor de 60.000 millones de dólares.
El paquete está bloqueado en el Congreso por los representantes republicanos y es imposible dar una fecha de cuándo se desbloqueará. Tal vez, nunca.
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