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28 de abril de 2024

Jordan Bardella y Marine le Pen

Jordan Bardella y Marine le PenEFE

Francia

Los partidos franceses usan la guerra de Ucrania para desestabilizar a Le Pen

De cara a las elecciones europeas, multiplican los ataques basados en los vínculos del partido con Putin: los aludidos se defienden con torpeza

Lo que debía de haber sido un primer debate televisivo –habrá varios más–de cara a las elecciones europeas del 9 de junio se convirtió en un todos contra uno, siendo este último Thierry Mariani, candidato bien situado en la lista presentada por la Agrupación Nacional, cuya lideresa es Marine Le Pen. El resto de los intervinientes le reprochó desde el principio hasta el final los vínculos de su partido, y los suyos en particular, con la Rusia de Vladimir Putin.
El más duro fue, con gran diferencia, Raphaël Glücksmann, cabeza de lista de la candidatura oficial del Partido Socialista –aunque sin ser militante de la formación–, y principal adalid de la causa ucraniana en Francia: baste decir que tiene prohibida la entrada en territorio ruso.
De ahí que no desaprovechase la oportunidad, ayudado por su poderosa retórica, de arremeter contra Mariani. «Es usted el pequeño telegrafista del Kremlin», «ha servido la sopa a ese régimen», «es usted un falso patriota», «está en la lista negra del Parlamento Europeo» o «usted y sus aliados son una quinta columna para la democracia», fueron algunas de las amabilidades que le dedicó.
Tampoco le fueron a la zaga Valérie Hayer, candidata del partido macronista Renacimiento, ni el cabeza de lista de la formación de centro derecha Los Republicanos, el ensayista François-Xavier Bellamy. Éste amplió el espectro abierto por Glücksmann y afeó a Mariani sus vínculos con la Siria de Bachar el Asad y el Azerbaiyán de Ilan Aliev. «Su amigo el señor Aliev quiere acabar con este pueblo [Armenia] porque es cristiano, porque es europeo».
Quien calló –ni atacó a Mariani ni intervino en ningún momento siquiera para ofrecerle un flotador– fue Marion Maréchal, número 1 de la candidatura de Reconquista; tal vez porque pretende pescar, por lo menos en parte, en los mismos caladeros de votantes que la Agrupación Nacional, su antiguo partido. Nadie, en cambio, recriminó a las candidatas ecologistas –Marie Toussaint– y de la muy izquierdista Francia Insumisa –Manon Aubry– que sus respectivas formaciones votasen hace unos días en contra del Acuerdo de Seguridad suscrito por Francia y Ucrania.
Todos, pues, contra Mariani y su partido. Que desde el Elíseo se fomente ese choque frontal contra la Agrupación Nacional, a cuenta de la guerra en Ucrania, para intentar recortar distancias –los sondeos dan a la Agrupación Nacional una ventaja de diez puntos sobre Renacimiento– es una evidencia. Es más, los asesores presidenciales ni siquiera se molestan en desmentirlo cuando se les pregunta en privado. Que Bellamy haga lo propio para intentar evitar que Los Republicanos caigan definitivamente en la irrelevancia, se entiende.
Mas esa táctica, por muy agresiva que sea, no exime de responsabilidad política a la Agrupación Nacional. Empezando por su presidente orgánico –nadie discute, de momento, el liderazgo «natural» de Le Pen– y cabeza de lista el próximo 9 de junio. Jordan Bardella ha cometido un error al rehusar participar en el reciente debate organizado por el canal parlamentario Public Sénat, cuando el resto de sus contrincantes eran todos cabeza de lista de sus respectivas formaciones ha sido interpretado como una muestra de displicencia.
Que, además, haya delegado la representación del partido en Mariani –antiguo ministro de Transportes de Nicolas Sarkozy antes de ceder a los cantos de sirena del nuevo lepenismo–, cuyos vínculos, políticos y dinerarios, con Moscú, Damasco y Bakú son notorios, agrava la situación. ¿Acaso no tiene «banquillo» el partido que dirige? Los intentos de Mariani para defenderse –«No me he reunido con Putin tantas veces como Macron»– resultaron, además de patéticas, inaudibles.
Por otra parte, siguen sin aclararse la naturaleza exacta de la relación de la Agrupación Nacional. Es innegable que Le Pen ha condenado sin ambages desde el primer día la invasión de Ucrania por parte de Rusia, posición que ha ido confirmando periódicamente. Sin embargo, persiste una zona de ambigüedad, cuyo último episodio ha sido la abstención del partido en la votación del Acuerdo de Seguridad entre París y Kiev.
Pero no solo: en una investigación publicada el 30 de diciembre, The Washington Post acusó al partido de Le Pen y Bardella de mantener vínculos persistentes con el Kremlin. El objetivo sería debilitar el apoyo de Francia a Ucrania. Siempre según la investigación del diario estadounidense, Rusia estaría llevando a cabo una campaña de subversión en Francia, en la que el partido de Bardella desempeñaría un papel importante. La cabecera cita «documentos del Kremlin obtenidos por un servicio de seguridad europeo» que implicarían al entorno de Putin.
Los métodos combinan la influencia de las redes sociales, dirigida con «la ayuda de trolls, y el apoyo de partidos de extrema derecha». El objetivo más amplio es desestabilizar Europa. Desde la Agrupación Nacional han desmentido con indignación las acusaciones de The Washington Post. ¿Han convencido desde el partido de Le Pen y Bardella? Esa es otra cuestión.
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