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Alex Fergusson
Alex Fergusson

El talante negociador de Trump: claves para entenderlo

El presidente de EE.UU. optó por la táctica de presentar de antemano a sus contrapartes las peores consecuencias de no aceptar sus propuestas

Actualizada 04:30

El expresidente de Estados Unidos Donald Trump (2017-2021)

El presidente de Estados Unidos Donald Trump durante una llamada telefónicaAFP

Venezuela –y por cierto una buena parte de América y el mundo- vive «tiempos revueltos» y aunque sabemos que el conflicto es normal en las relaciones humanas y sociales y no una situación que se puede o debe evitar, en la actualidad tanto en el ámbito personal como socio-económico y político, experimentamos el conflicto como un momento en el que algo rompió con el curso «natural» de nuestras vidas y en este caso coincide con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca

Como la comunicación se vuelve más difícil, encontramos cada vez más complicado expresar nuestras ideas, percepciones y sentimientos. También encontramos más difícil entender, si no se está bien informado y no se es muy reflexivo, lo que los demás hacen y dicen, y quizás desarrollamos sentimientos de inquietud, ansiedad o rechazo a las últimas decisiones tomadas en la Despacho Oval.

Esto, frecuentemente, llega acompañado de una cierta urgencia y frustración a medida que el conflicto avanza y sobre todo si no se vislumbra con claridad un final feliz, como está ocurriendo ahora en Venezuela, con todo lo que sucede desde las elecciones primarias de la oposición y del 28J hasta ahora.

Así que los conflictos y problemas presentes actúan como un ímpetu hacia el cambio, de modo que la flecha apunta no solo hacia delante, hacia el futuro, sino también hacia el presente y a la variedad de procesos de cambio que están emergiendo. Todo el camino, en esta fase final hacia la libertad, está por delante para ser recorrido, y aquí es donde se inserta el papel del apoyo internacional a la causa de Venezuela.

Sin dudas, la impronta del presidente Trump es predominante, al menos por ahora, como expresión de ese apoyo al pueblo venezolano y sus líderes genuinos, pero, su participación, sus actos y el estilo para tratar los temas de su agenda, han generado ciertas incertidumbres.

Quizás, un análisis de su polémica manera de enfrentar los conflictos, puedan ayudarnos a comprender y reducir la angustia y las preocupaciones que nos genera. Veamos.

Toda la experiencia acumulada y la literatura especializada sobre gerencia de conflictos y negociación, nos dice que hay varios estilos probados: El competitivo, cuya actitud dominante es forzar la solución; el colaborativo, que se centra en solucionar problemas; el comprometido, que desea compartir; el evasivo, cuya tendencia es evitar los problemas; y el complaciente, cuyo propósito es suavizar el conflicto. Quizás este último es el estilo negociador que cuadra con Joe Biden y casi todos los demás presidentes norteamericanos del Partido Demócrata.

No hay ninguna duda acerca de que el talante negociador de Trump encaja en la categoría de el competitivo, cuyas características principales son las siguientes, y resultan claves para comprender su talante como negociador: está decidido a lograr sus objetivos; se esfuerza y presiona para ello; procura imponer sus decisiones, aunque suele fundamentar las razones y ventajas de sus propuestas; pero no cede fácilmente. (Fergusson, Alex. 2022. «Gestión de Conflictos en la Vida y la Empresa». Amazon).

Adicionalmente, Trump le sumó a ese perfil la táctica de presentar de antemano a sus contrapartes, las peores consecuencias de no aceptar sus propuestas.

Lo hizo con México, amenazando con subir los aranceles y con enviar fuerzas militares para combatir a los carteles de la droga; lo hizo con Panamá, expresándole su propósito de recuperar el control del canal y sacar a los chinos de allí; también con Canadá queriendo convertirlo en el Estado 51 de la Unión y subiendo los aranceles si se niega; igual con China, declarando una guerra por los aranceles y la prohibición de TikTok; así mismo, amenazó a los países de Hispanoamérica con serias consecuencias si se niegan a recibir a los ilegales deportados. Solo fue «suave» con Dinamarca, al expresarle su «interés» de comprar Groenlandia.

Finalmente, también arremetió contra la ONU y sus organismos estructurales retirando su membresía en alguno de ellos y amenazando con no pagar más; y respecto al medio oriente, ha dicho que «tomará el control de Gaza y apoyará el desplazamiento de los palestinos» y que «aniquilará a Irán» si algo le pasa. Lo que ocurrirá luego en estos casos y con Europa, está por verse.

El mismo estilo mostró con sus problemas internos: la amenaza de las deportaciones masivas y los despidos para hacer eficiente la administración, con el ejemplo de la significativa reducción del número de funcionarios de la USAID en todo el mundo.

Hasta aquí, todo parece haber funcionado de acuerdo a sus planes: México, Canadá, Panamá, Guatemala, Honduras y Venezuela, cedieron, y El Salvador, con Bukele, ofreció su apoyo voluntario y entusiasta. Los demás, calladitos.

Queda pendiente saber cómo va a iniciar su propuesta para «cambiar el régimen» de Maduro y acabar con las «narco dictaduras terroristas» de Cuba y Nicaragua; cómo actuará en la lucha contra los carteles de la droga, y cómo enfrentará la situación con Rusia y el conflicto con Ucrania, pues al respecto, solo ha expresado su voluntad de «acabar con la guerra en 24 horas», pero no sabemos si amenazará a Putin o negociará como se hace normalmente.

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