¿Qué papel debe desempeñar Israel en un éxodo de palestinos?
Quienes han elogiado de forma categórica el plan han sido políticos de la derecha nacionalista israelí, que inclusive querrían volver a instalar asentamientos en Gaza

Miles de palestinos regresan a Gaza el pasado 27 de enero
Cuando el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó su bomba noticiosa sobre el plan para hacerse cargo de la Franja de Gaza , limpiarla totalmente de escombros y convertirla en una Riviera mesoriental, previo desalojo de los palestinos a otros lares , el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, parecía sorprendido. Poco después, comenzó a elogiar la idea como «muy destacada» y su ministro de Defensa, Israel Katz, ordenó al Ejército preparar un programa para la eventualidad de tener que implementar el plan de la salida voluntaria de los palestinos de Gaza.
Hay un aspecto técnico puntual, clave para el plan en cuestión —si llegara a concretarse— que ineludiblemente requeriría un rol israelí: salvo en caso de la salida terrestre de Gaza a Egipto, las alternativas, tanto por aire como por mar, pasan por fronteras controladas por Israel. El ministro Katz hizo referencia también a ello, señalando que hay que preparar las opciones de salida por los distintos caminos.
Otros factores que determinarían la participación de Israel en un plan como el propuesto por Trump dependen de la situación en la Franja de Gaza en ese momento: si hay o no tropas israelíes en el terreno, si la guerra ha concluido y si Israel ya ha llevado a cabo una retirada. Sin embargo, justamente ahora, en medio de la implementación de la primera fase del alto el fuego y con la intención de negociar la segunda, la iniciativa de Trump podría alterar la situación y retrasar el fin del conflicto.
Así lo estima Avi Issacharoff, periodista experto en temática palestina que escribe, entre otros medios, en el portal israelí Ynet. «Cabe dudar que las declaraciones de Trump conduzcan ahora a una rápida conclusión de la segunda etapa en el acuerdo por los secuestrados», expresó. «Es más probable que, por lo contrario, conduzcan a una radicalización de los extremistas y que inclusive la primera parte del acuerdo no sea completada». Y explica: «También ahora, en la situación actual (J.B. Gaza con altísimos porcentajes de destrucción que la hacen en general inhabitable) Gaza está conducida por una banda de fanáticos ciegos a los que no les importa si Gaza continúa destruyéndose metódicamente y si mueren otros 50 mil palestinos mientras ellos no consiguen lo que quieren».
Este punto está relacionado directamente con el margen de maniobra que tendría Israel en el marco de un plan de este tipo.

Palestinos trasladándose a Gaza
La percepción de la Franja de Gaza es de una zona enemiga. Eso es especialmente notorio desde que Hamas tomó el poder en junio del 2007, expulsando de allí a la Autoridad Palestina. Pero atentados contra blancos israelíes y lanzamiento de cohetes se daban ya mucho antes, por lo cual, para el israelí promedio, pensar en la neutralización de una amenaza desde allí puede parecer tentador. Israel recuerda que al negociarse el acuerdo de paz con Egipto firmado en marzo de 1979, el entonces primer ministro Menajem Begin pensaba retirarse no solo de la península del Sinaí, sino también de la Franja de Gaza, ambas conquistadas en el frente egipcio en la guerra de los Seis Días en 1967. Pero el entonces presidente Anwar el-Sadat no quiso ni escuchar de recuperar la Franja de Gaza y dejó «el problema» en manos de Israel.
A ojos del General (retirado) Giora Eiland, exdirector del Consejo de Seguridad Nacional de Israel, el plan de Trump es «muy lógico». Según Eiland, el problema de fondo es que se arraigó el concepto de «dos Estados», como solución al conflicto israelo palestino. Y así lo plantea: «¿Cuál es la lógica de apretar a 15 millones de habitantes, judíos y palestinos, en el estrecho territorio entre el río Jordán y el Mediterráneo, y encima dividir esa superficie pequeña de tierra en dos estados?», preguntó retóricamente. «Si observamos los alrededores, vemos que al Este está Jordania, un país en el que la mayor parte de la tierra es un desierto deshabitado, al suroeste está el Sinaí, un desierto de dimensiones tres veces mayores que todo el territorio de Israel en el que viven solamente 600.000 personas, y hacia el sur de Eilat, está el interminable desierto llamado Arabia Saudita».
Eiland, conocido por sus análisis que a menudo desafían la línea común de pensamiento, dijo que es ilógico que no solo se siga hablando de dos estados en la tierra en disputa sino que hasta se presente el tema como si fuera la única solución. La salida de los palestinos de Gaza a otros lares, podría, según él, cambiar la ecuación.
Con una postura distinta se manifestó el General (retirado) Amos Yadlin, fundador y director del centro de investigación estratégica Mind Israel y ex jefe de la Inteligencia militar, en el sentido de considerar el plan como una idea «no práctica que es poco probable que sea implementada». Compartió con El Debate su análisis al respecto. Por un lado dijo que «la idea misma es agradable a oídos israelíes y ojalá pudiera ser implementada», pero no la consideró realista y destacó que lo central ahora es garantizar que sean liberados todos los secuestrados en manos de Hamás en el marco del alto el fuego. Destacó que considera el plan impracticable, recalcando entre otras cosas que Egipto y Jordania no aceptarán bajo ningún concepto acceder a los planteamientos de Trump de recibir gran cantidad de palestinos en su territorio.
Quienes elogiaron en forma categórica e inmediata el plan han sido políticos de la derecha nacionalista, que inclusive querrían volver a instalar asentamientos en Gaza, de los que Israel se retiró y a los que desmanteló en el 2005.
Sea como sea, para aquellos israelíes que siguen la idea de Trump y la consideran positiva, la consideración no es el potencial valor de inmuebles en la costa gazatí convertida en Riviera atractiva, sino la seguridad. Gaza fue durante mucho tiempo, y muy especialmente desde el 7 de octubre del 2023, día de la masacre perpetrada por Hamás, símbolo de cruenta amenaza para Israel. El hecho que hubo numerosas expresiones de alegría y festejo de la población civil gazatí complicó más aún las cosas en cuanto a la percepción de la población israelí de la posibilidad de convivencia futura con Gaza. Pensar en la idea que los palestinos se vayan de allí, no amargaría a nadie. Pero tanto Netanyahu como su ministro de Defensa recalcan que el plan de Trump es solamente para una salida voluntaria, no una expulsión.